Los falsos africanos que esperan en la frontera mexicana para entrar a EEUU
El gran fenómeno de la globalización es que los cientos de millones de miserables del globo se cansaron de sembrar y recolectar caña de azúcar para llevarla a barcos con destino a occidente en los que tienen prohibido subirse. ¿Lo haría usted si le tocara vivir allí y supiera que hay un lugar, lo ha visto desde su teléfono móvil, donde uno tira de la cadena y los desperdicios se los limpian otros? Un lujo, eso es un lujo en el 70% del globo.
Haitianos en la frontera de Tijuana. Foto: Guillermo Arias/AFP/GETTY
Saltó de pronto el rumor que había que investigar: cientos de africanos cruzan México para llegar a Estados Unidos. La imagen era potentísima, la de imaginar personas que ya no cruzan un mar sino un océano y un segundo continente para buscar un refugio.
Pero la realidad tiene mil caras y el mundo se ha convertido en un enorme tablero en el que ya no sólo se mueven mercancías, se mueven también personas y sus decenas de enloquecidas formas de probar a sobrevivir. "No son africanos, son haitianos en un 95% que se declaran africanos al llegar a México y reconocen su verdadero origen al llegar a Estados Unidos", me explica Rodulfo Figueroa, delegado federal del Instituto Nacional de Migración en Tijuana.
Lo hacen como triquiñuela legal. Cruzan por la frontera sur con Guatemala, se entregan en los centros de inmigración, no llevan papeles pero se dicen africanos al tener la piel negra, "especialmente del Congo y de los países de habla francesa", y no pueden ser deportados porque los países que señalan como originarios no tienen representación diplomática en México ni ninguna posibilidad de investigarla que no suponga perder meses. "Al no poder acreditar su nacionalidad, por no haber embajadas de su país de origen, se les otorga un oficio de salida de 20 días en el que deben abandonar México o regularizarse acá. Ninguno ha hecho lo segundo", me cuenta Figueroa.
Lo que hacen es atravesar entonces todo México y llegar a Tijuana donde esperan en el paso fronterizo para llegar a EEUU. "Es entonces cuando declaran su verdadera nacionalidad. Desde el terremoto de 2010 tienen un estatus protegido que les concede el Gobierno de Washington", aclara el responsable del INM mexicano. "La semana pasada, ante esta llegada masiva de haitianos, ya ha dicho EEUU que cambiará el protocolo operativo".
Mientras, en Tijuana, hay en este momento más de 1.300 falsos africanos esperando su turno para llegar a Estados Unidos. "Es un cuello de botella la gestión americana. A nosotros nos llegan 10 cada día pero sólo salen dos", ejemplifica Figueroa que señala también: "No tienen el perfil del inmigrante típico de bajas condiciones económicas. El 50% va bien vestido, lleva sus buenos celulares y está alojado en hoteles y hostales a la espera de cruzar a San Diego".
El gran fenómeno de la globalización es que los cientos de millones de miserables del globo se cansaron de sembrar y recolectar caña de azúcar para llevarla a barcos con destino a occidente en los que tienen prohibido subirse. ¿Lo haría usted si le tocara vivir allí y supiera que hay un lugar, lo ha visto desde su teléfono móvil, donde uno tira de la cadena y los desperdicios se los limpian otros? Un lujo, eso es un lujo en el 70% del globo.
El caso de los haitianos, uno más de esos dramas que se viven en el planeta y que sólo cobran verdadera relevancia cuando sus cadáveres aparecen en nuestras playas, comenzó tras el terremoto de Haití de 2010 en el que murieron 316.000 personas y 1,5 millones se quedaron sin hogar. Entonces, una gran comunidad de originarios de la devastada isla inmigraron a Brasil.
En 2012 y años sucesivos, el Gobierno brasileño hizo una regularización masiva del numeroso grupo de haitianos que se encontraba especialmente refugiados en la Amazonía brasileña. Entonces Brasil era el gran milagro económico del planeta y se avecinaban los años dorados de la Copa del Mundo de Fútbol de 2014 y las olimpiadas de Río de 2016.
Muchos haitianos fueron contratados como obreros de la construcción y, cuando en mayo pasado se acabaron la mayor parte de esas obras y Brasil estaba ya oficialmente en una dura crisis económica se dieron cuenta de que debían buscar otro lugar para sobrevivir. Además, la candidatura de Trump a la presidencia de EEUU ha puesto en marcha un amenazante reloj a todos los flujos migratorios que cuentan con ciertos acuerdos con EEUU: la puerta puede cerrarse y hay que aprovechar mientras siga entreabierta.
Comenzaron entonces los haitianos a andar por esa larga autopista de la inmigración ilegal que es Centroamérica y que desemboca en México antes de alcanzar el dorado gringo. Ahí están ahora, en la frontera de Tijuana, contando las horas de ese reglado mundo en el que uno entra africano por el sur y sale haitiano por el norte.