Iowa sorprende al mundo (y a Trump)
Al final, fue una sorpresa que no sorprendió a nadie: los republicanos de Iowa, que son, en su mayoría, cristianos evangelistas, eligieron a un cristiano evangelista, el senador de Texas Ted Cruz. Al mismo tiempo, se asistió al nacimiento de una nueva estrella: el relativamente moderado, joven y fotogénico senador de Florida, Marco Rubio.
Al final, fue una sorpresa que no sorprendió a nadie: los republicanos de Iowa, que son, en su mayoría, cristianos evangelistas, eligieron a un cristiano evangelista, el senador de Texas Ted Cruz.
Al mismo tiempo, los sensatos votantes de Iowa también vieron nacer a una nueva estrella: el relativamente moderado, joven y fotogénico senador de Florida, Marco Rubio.
Cruz demostró en Iowa que podía aguantar en pie frente a Donald Trump. Y Rubio demostró que podía acercarse sigilosamente a los otros dos con carisma, encanto y optimismo.
Como consecuencia, los republicanos se encuentran frente a una carrera a tres bandas en la que dos senadores primerizos de unos cuarenta y pico años -representantes de una nueva generación de republicanos conservadores- se preparan para derrotar al multimillonario de 69 años que compite contra ellos.
Seguro del resultado, el portavoz de Cruz, Rick Tyler, explicaba a la edición estadounidense de El Huffington Post antes del recuento que la campaña estaba en muy buena forma y bien financiada y organizada a largo plazo.
Irónicamente, lo que hace que la victoria de Cruz en Iowa sea más impresionante es precisamente el esfuerzo que Trump le dedicó a este Estado al final.
Con su característico estilo insultante e insinuante, Trump atacó a Cruz de manera cruel y personal y le llamó perdedor, solitario y -lo que parecía ser lo más grave, al menos para Donald- canadiense.
Es posible que Trump, un principiante en política con una organización de campo evidentemente pobre (algo impensable en Iowa), se haya perjudicado a sí mismo en el último momento al rechazar participar en un debate de Fox News porque no le gustaba una de las moderadoras, Megyn Kelly.
Cruz lideró el siempre crucial voto evangelista en Iowa de un modo sin precedentes, albergando a voluntarios en dormitorios y enviando avisos no oficiales a los evangelistas para recordarles su deber de votar, y de votar por Cruz.
En cierto sentido, Cruz es el reflejo de Barack Obama hace ocho años en una versión evangelista: un senador primerizo joven y muy bien organizado.
Rubio adoptó una versión más alegre del carisma de Trump, y mandó un mensaje alentador a las grandes ciudades y a los barrios residenciales de la periferia, haciendo hincapié en su historia como hijo de inmigrantes en vez de en la profunda xenofobia y el racismo de Trump.
Desde un tercer puesto, siguiendo de cerca a Cruz y a Trump en Iowa, Rubio y sus astutos compañeros se pusieron delante de las cámaras de televisión estadounidenses para declarar su especie de victoria en prime time.
¿Y AHORA QUÉ?
Los republicanos de Iowa no cuentan con un muy buen historial en lo que a elegir al ganador final se refiere. Entre sus elecciones no del todo acertadas se encuentra la de George H. W. Bush en 1980, la de Mike Huckabee en 2008 y la de Rick Santorum en 2012.
Los dos últimos también dependían mucho del voto evangelista, pero no consiguieron más votantes fuera de ese fundamento religioso.
A Cruz le costará obtener buenos resultados en New Hampshire la próxima semana, en parte porque toda la atención que no vaya a Trump irá a parar a Rubio, que es ahora el candidato no oficial (y oficial al mismo tiempo) del establishment republicano que teme a Trump y desprecia a Cruz de forma personal.
Esto sitúa a las primarias republicanas de Carolina del Sur del 20 de febrero como el momento cumbre de la competición, dando por hecho (aunque nada se puede dar por sentado) que Trump puede mantener su liderato en New Hampshire.
La suerte de los candidatos puede cambiar radicalmente en los ocho días entre Iowa y New Hampshire -y no hay garantía de victoria para Trump, ahora que ha perdido su aura de lo que un crítico llamó su "winningness" [que podría traducirse por 'su disposición a ganar']. Su primera lucha real resultó una derrota, y más después de que los sondeos predijeran que ganaría.
Aunque Cruz sigue los pasos de Huckabee y Santorum -que también basaron su campaña en la religión pero luego perdieron-, él es una figura mucho más formidable que los otros dos y tiene que ser considerado como líder al mismo nivel que el resto.
En primer lugar, cuenta con una financiación estupenda, algo que no podía decir ninguno de sus predecesores. Tiene el respaldo de importantes multimillonarios de Wall Street y Silicon Valley, que pueden aportar para su campaña no sólo fondos, sino además recursos tecnológicos e informáticos y expertos en datos.
En segundo lugar, los recursos intelectuales de Cruz no son comparables a los de ningún otro político en la actualidad. Es abogado graduado por la Universidad de Princeton y doctorado por la de Harvard y desde su infancia fue criado en una filosofía conservadora.
En tercer lugar, el calendario de las primarias republicanas le favorece. A partir del 1 de marzo, muchas de las votaciones serán winner-take-more o winner-take-all -que benefician al ganador-, y además tendrán lugar en Estados del sur, donde Cruz tiene probabilidades de vencer teniendo en cuenta su origen texano. Precisamente en Texas la cita es el 1 de marzo, y la cosa pinta muy bien para Cruz.
Marco Rubio, por su parte, tiene un as en la manga. Además de su encanto juvenil, parece que los votantes le ven como el candidato con más probabilidades de conseguir la presidencia para los republicanos en las elecciones de noviembre. Al menos eso dice un 43% de los republicanos encuestados, que respondieron con el nombre de Rubio, frente al 26% que apostó por Trump y el 21%, por Cruz.
En cualquier caso, el establishment republicano no tuvo una buena noche entre los votantes sensatos de Iowa. Más de la mitad de los votantes republicanos apoyó a candidatos (Cruz, Trump y Ben Carson) cuyas propuestas son ofensivas e incluso racistas, como prohibir a los musulmanes la entrada a Estados Unidos, repatriar a 11 millones de inmigrantes indocumentados y construir un muro en la frontera del sur.
Después de acabar segundo, Trump prometió ganar en New Hampshire y ser finalmente el candidato republicano a la presidencia. Pero lo más probable es que quede fulminado por sus jóvenes contrincantes: uno que sigue las líneas más duras del partido (Cruz) y otro que queda bien con todo el mundo y hasta trabajó con los demócratas en Florida y Washington.
Se suponía que Trump era el "meteorito que destruyó la política". Pero ahora es un simple candidato más, lo cual supone una buena noticia para Ted Cruz y Marco Rubio (al igual que para América).
Este artículo fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Lara Eleno y Marina Velasco