Migración en la UE: se necesita liderazgo, no levantar muros
Las muertes en Calais y la actual crisis humanitaria en muchos estados de la UE prueban que el actual sistema de asilo y migración no es adecuado. Necesitamos reemplazar el actual reglamento por un protocolo europeo de asilo centralizado que asigne un destino a los refugiados de una manera más equilibrada entre los Estados miembros y, por supuesto, reforzar la Oficina Europea de Apoyo al Asilo.
Europa se enfrenta a la que ya es una de las peores tragedias humanas del siglo XXI. La crisis humanitaria en el Mediterráneo, con más de 188.000 rescatados mientras intentaban llegar a la UE en lo que va de año, no ha conmovido a algunos líderes políticos en la UE. Los últimos acontecimientos en Calais y en las islas griegas de Samos y Kos, completamente desbordadas ante la llegada diaria de cientos de migrantes y la falta de un sistema para recibirlos, son otra señal de ello. Estas tragedias nos recuerdan que la UE necesita imperativamente un sistema de migración y asilo completamente nuevo.
La Comisión Europea dio un gran paso la semana pasada aprobando un paquete de 2.400 millones de euros hasta el 2020 con el fin de ayudar a los países miembros a manejar los altos flujos migratorios. Sin embargo, algunos Estados ponen obstáculos en el camino: pocos días antes de que la Comisión anunciara esta medida, David Cameron y Francois Hollande se opusieron a las propuestas del presidente de la Comisión, Juncker, de puesta en marcha de un procedimiento más justo de reasentamiento de los solicitantes de asilo que llegan a Grecia e Italia.
Afortunadamente, El Reino Unido y Francia son ahora conscientes de la necesidad de plantear una perspectiva europea para hacer frente a la situación en Calais. Ahora bien, esta solución requiere un reparto equitativo para que cada país se responsabilice de un número de solicitantes de asilo y un firme compromiso de atajar las raíces de esta complicada crisis.
Políticos en Francia y El Reino Unido, junto con muchos otros, han condenado los planes del presidente de Hungría, Viktor Orban, que pretende construir un muro de cuatro metros de altura en la frontera con Serbia para impedir la entrada de inmigrantes. Sin embargo, temerosos de las criticas domésticas de los nacionalistas -siempre dispuestos a explotar la miseria ajena para sus fines políticos- los gobiernos británico y francés planean ahora construir otro muro en Calais. Parece mentira que a estas alturas los europeos no sepamos que levantar murallas nunca es una solución.
En vez de construir inefectivos muros que nos dividan más, Reino Unido y Francia deberían trabajar juntos con el fin de ayudar a tramitar las solicitudes de asilo y proveer asistencia humanitaria a quienes la necesitan. Ambos países cuentan con los medios necesarios para hacer más y para ayudar a los solicitantes de asilo en Calais.
Las muertes en Calais y la actual crisis humanitaria en muchos estados de la UE prueban que el actual sistema de asilo y migración no es adecuado, pues, al basarse en el reglamento de Dublín, no hace sino ejercer gran presión sobre países de la UE que tienen fronteras externas ya que obliga a tramitar la solicitud de asilo al primer Estado por el que accede a la UE el solicitante.
Necesitamos reemplazar el reglamento de Dublín por un protocolo europeo de asilo centralizado que asigne un destino a los refugiados de una manera más equilibrada entre los Estados miembros y, por supuesto, reforzar la Oficina Europea de Apoyo al Asilo (EASO). Este enfoque europeo promovería mayor solidaridad entre los Estados de la UE y aseguraría el cumplimiento de los compromisos internacionales sobre el refugio de las personas que huyen de persecuciones y conflictos bélicos.
Por otra parte, también es indispensable diseñar y emprender, cuanto antes, una nueva política europea sobre migración económica que contemple más rutas legales y seguras a Europa. De esta forma, no solo se contribuirá a reducir los flujos de migración irregular, sino que también estaremos en condiciones de hacer frente a los retos demográficos y a las necesidades del mercado laboral. Un avance en esa dirección sería extender el ámbito del sistema de tarjeta azul para cubrir tanto a trabajadores cualificados como a no cualificados.
Se requieren medidas más vigorosas para hacer frente a la migración irregular, reforzando Frontex y manejando mecanismos apropiados de retorno y readmisión. Además, tenemos que esforzarnos en solicitar reformas en los países de origen de los migrantes con el objetivo de luchar contra las causas de los flujos migratorios. No podemos seguir haciendo la vista gorda ante la represión política que arruina las vidas de tantos jóvenes en África y Oriente Medio. Las ayudas al desarrollo de la UE han de llegar con condiciones más estrictas para incentivar la buena gobernanza y las reformas políticas.
No hay una sola ni una solución simple a la llamada crisis migratoria. Este creciente problema humanitario precisa liderazgo político y enfoque completamente europeo: no sucumbir ante los nacionalistas, ni señalar con el dedo y levantar muros.