La voladura de la presa de Kajovka se planeó hace meses pero ¿por quién?
Kiev y Moscú se cruzan acusaciones sobre la autoría, mientras son ya 33.000 personas las evacuadas. EEUU, Reino Unido y Francia critican al Kremlin, pero no le atribuyen la voladura de la presa, como sí han hecho la UE y la OTAN.
La destrucción de la presa de Kajovka, en el río Dniéper, ha servido esta madrugada para una nueva ronda de reproches cruzados entre Rusia y Ucrania, mientras la situación humanitaria, en plena guerra, se complica con la evacuación de 33.000 civiles, de los 80 municipios afectados por la inundación. Los Gobiernos de Kiev y Moscú no sólo se acusan mutuamente de autoría, sino que insisten en que se trató de un ataque planificado hace meses.
Los de Volodimir Zelenski dicen que sus invasores busca ahora "culpar a la víctima por sus propios crímenes". "Este es un acto terrorista contra una infraestructura crítica ucraniana que busca causar el mayor número de bajas civiles y la mayor destrucción posible", subrayó el embajador ucraniano ante la ONU, Sergiy Kyslytsya, durante una reunión de urgencia del Consejo de Seguridad, muy tensa.
Kyslytsya recordó que tropas rusas llevan más de un año controlando la instalación y subrayó que es "físicamente imposible" volar la presa desde el exterior.
"Fue minada por los ocupantes rusos y la hicieron estallar", insistió el diplomático, que consideró que Rusia ha optado por una táctica de "tierra quemada" al "ser consciente de que el territorio capturado no les pertenece y de que no van a ser capaces de mantenerlo".
El embajador ucraniano apuntó que la posible destrucción de la presa lleva tiempo siendo discutida por diplomáticos y medios rusos, "lo que indica que estaba planeada de antemano" y que Rusia, según dijo, quería culpar de ella a Ucrania.
Kyslytsya consideró como parte de ese esfuerzo una carta remitida el pasado octubre por Moscú a la ONU en la que se advertía sobre supuestos planes ucranianos para atacar la central hidroeléctrica de Kajovka. Esa misiva fue recordada este martes ante el Consejo de Seguridad por el embajador ruso, Vasili Nebenzia, que responsabilizó a Ucrania de la destrucción de la presa.
Justo Nebenzia replicó contando la versión contraria a la de Kiev: fue Ucrania la que ya había declarado en diciembre su intención de volar la presa. Citó para justificar su lectura un artículo del diario The Washington Post en el que se afirma que las Fuerzas Armadas ucranianas habían incluso probado ataques con misiles HIMARS contra una de las esclusas de la presa de Novokajovskaya. Además, durante su discurso en la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU ha recordado que Rusia ya había advertido en un documento publicado en octubre en el Consejo de Seguridad de la posibilidad de este ataque.
El representante ucraniano informó a los asistentes en la reunión de urgencia de que el pasado 30 de mayo el Gobierno ruso tomó la decisión de "no llevar a cabo investigaciones técnicas sobre accidentes en instalaciones de producción e instalaciones hidráulicas peligrosas que se produzcan como resultado de ataques militares, operaciones, sabotaje y actos de terrorismo". Pasando de este comentario, Nebenzia se ha aferrado a la idea que la destrucción de la presa tiene como objetivo ocultar el fracaso de la "largamente publicitada contraofensiva", además de infligir el máximo daño humanitario a los habitantes de la región.
El "ataque terrorista" ya había sido discutido por Rusia tanto en el Ejército, entre los "propagandistas" y en el Ministerio de Exteriores, según Kyslytsya, y ha tachado de "estratagema" el documento publicado en octubre en el que se acusaba a Ucrania de planear el sabotaje de la central.
"La explosión de la presa de la Kajovka es un acto de terrorismo ecológico y tecnológico, el mayor desastre tecnológico de Europa en las últimas décadas, y un ejemplo más del genocidio de Rusia contra los ucranianos", ha recalcado el ucraniano, tratando de tener la última palabra.
Cómo están las cosas
Sobre las consecuencias del incidente, el representante ucraniano dijo que este martes ya se había visto una subida de más de tres metros en el nivel de las aguas del Dniéper cerca de la ciudad de Jersón y calculó que la mayor extensión inundada se verá en un plazo de entre tres y cinco días.
Según aseguró, la margen izquierda del río -la zona controlada por fuerzas ucranianas- sufrirá "ocho veces más que la derecha", con algunas localidades que podrían quedar totalmente cubiertas por las aguas. Además, advirtió de los problemas que se verán en el suministro de agua potable y que afectarán también a Crimea, la península ucraniana anexionada por Rusia.
33.000 personas han tenido que ser evacuadas ya, 17.000 de ellas de la parte ucraniana y 25.000 de la parte ocupada por Rusia. La detonación de la presa se espera que obligue a 40.000 personas de 80 municipios afectados a tener que abandonar sus casas ante crecida. Y luego están las personas que aún resisten en sus casas, pero a duras penas: ha dejado sin agua a gran parte de las poblaciones afectadas por un corte en el suministro.
En el terreno ambiental, la destrucción de la presa empieza a adquirir la condición de desastre. Al menos 150 toneladas de aceite de motor han sido vertidas en el río Dniéper y existe un riesgo de fuga de otras 300 toneladas, según ha detallado la Presidencia ucraniana.
Los grandes, más prudentes
Estados Unidos, el Reino Unido y Francia, las tres potencias occidentales del Consejo de Seguridad de la ONU, evitaron por su parte atribuir a Ucrania o Rusia la responsabilidad de la voladura de la presa de Kajovka, aunque insistieron en que sin la invasión lanzada por Moscú este desastre nunca se habría producido. Ayer, la Unión Europea y la OTAN sí cargaron directamente contra los de Vladimir Putin por este desastre.
En sus discursos, los representantes de Washington, Londres y París subrayaron la gravedad de la situación e insistieron en la idea de que todo ello, incluido el desastre de la presa, deriva de la guerra lanzada por Moscú hace más de un año. "La destrucción de la presa es otra víctima de la brutal invasión rusa de Ucrania. Quiero dejar totalmente claro que fue Rusia quien inició esta guerra, fue Rusia quien ocupó esta zona de Ucrania y fueron fuerzas rusas las que tomaron ilegalmente la presa del año pasado y han estado ocupándola desde entonces", dijo el enviado estadounidense Robert Wood.
En una línea similar se pronunciaron los embajadores del Reino Unido y Francia, que consideraron la ruptura de la presa como otra consecuencia de la invasión rusa y pidieron una vez más a Moscú la retirada inmediata y sin condiciones de sus fuerzas.
En declaraciones a los periodistas a su llegada a la reunión, tanto Wood como el representante británico James Kariuki reconocieron que sus países por ahora desconocen quién voló la presa y dijeron que sus servicios de inteligencia están tratando de obtener información.
"Compartiremos lo que podamos en cuanto podamos", dijo Kariuki, que señaló que en el pasado Rusia ha llevado a cabo "operaciones de falsa bandera" y que no duda en que volverá a hacer acciones de este tipo.
Wood, por su parte, insistió en que Ucrania no tiene motivos para destruir una presa en su propio país, pero tampoco quiso culpar directamente a Rusia.
El secretario general de la ONU, António Guterres, dijo antes que la ONU "no tiene acceso a información independiente sobre las circunstancias" de la destrucción de la presa, y se abstuvo de señalar a ninguno de los países. "Pero una cosa está clara -matizó-: esta es otra consecuencia devastadora de la invasión rusa de Ucrania". Y a largo plazo.