Una experta en guerra pide a la OTAN que detenga cuanto antes el plan nuclear de Rusia
Las alianzas con Turquía para la planta energética de Akkuyu supone meter a Putin de lleno en un país de la Alianza, con presencia incluso junto a bases militares.
Gönül Tol, la directora del programa sobre Turquía en el Middle East Institute, ha publicado una tribuna en el diario Financial Times en la que lanza un llamamiento claro: "la OTAN debe despertar ante el acuerdo nuclear de Rusia con Turquía", indica.
"Si le preguntamos al secretario general de la OTAN cuál es la decisión del presidente turco Recep Tayyip Erdogan que más le molesta, probablemente diría que la compra del sistema de defensa antimisiles S-400 de Rusia. Pero la OTAN tiene un problema aún mayor en lo que respecta a los vínculos entre Turquía y Rusia: la planta de energía nuclear de Akkuyu", arranca. Y es que está previsto que en 2026, el 10% del consumo eléctrico de todo Turquía provenga de esa central nuclear, una construcción faraónica financiada por la empresa rusa Rosatom, en suelo turco, que arrancaron conjuntamente Vladimir Putin y el propio Erdogan, y que se inauguró en 2023, en plena invasión de Ucrania.
A Erdogan, dice la especialista, le gusta llamar a la instalación "la primera planta de energía nuclear de Turquía". "En realidad, pertenece a Rusia", detalla para quien se olvide. "En el modelo estándar de ingeniería, adquisición y construcción, el proveedor diseña y construye el reactor antes de entregar las llaves. Akkuyu utiliza un modelo de construcción-propiedad-operación (BOO) sin precedentes en la industria. Rusia conserva la propiedad mayoritaria, pero asume todos los riesgos financieros, operativos y de construcción", expone.
El paquete "todo incluido" de Moscú cubre la "construcción, operación y capacitación del personal, el manejo del combustible nuclear gastado y el desmantelamiento final, todo muy atractivo para un recién llegado a la energía nuclear como Turquía", dice con sorna.
"Los contratos BOO son caros para Moscú, por lo que Rusia solo los ha implementado en Akkuyu y se muestra reacia a usarlos nuevamente. Pero el presidente Putin debe haber pensado que los beneficios de poseer infraestructura estratégica en un país de la OTAN superan los riesgos financieros. Probablemente tenga razón", argumenta.
"Como alguien que nació y se crió a pocas millas de la planta, estoy profundamente preocupada", declara la también autora de Erdogan’s War: A Strongman’s Struggle at Home and in Syria (La guerra de Erdogan: la lucha de un hombre fuerte en el país y en Siria). "La falta de transparencia en torno al proceso, los riesgos ambientales y el pobre historial de seguridad de Rosatom me preocupan a mí y a millones de lugareños. Los países occidentales pueden desestimar tales preocupaciones e incluso elogiar a Turquía por su transición verde, pero Akkuyu también es un problema de la OTAN, uno de largo plazo", sostiene.
El proyecto Akkuyu fue "aclamado" por Erdogan como su plan para "reducir la dependencia energética de Turquía, particularmente de Rusia". Pero en lugar de hacer eso, "el acuerdo BOO vincula a Turquía y Rusia durante el próximo siglo, a través de un ciclo operativo esperado de 60 años y el posterior proceso de desmantelamiento", desvela.
Los partidos de oposición de Turquía están en contra del proyecto. por es mismo. Para protegerlo, el mandatari firmó un acuerdo intergubernamental con Putin, "lo que hace constitucionalmente imposible que un Gobierno posterior a Erdogan lo impugne". Un blindaje en toda regla. "Eso significa que Rusia, conocida por usar la energía como un arma geopolítica, tendrá control directo sobre la infraestructura estratégica en un país de la OTAN durante 100 años, sin importar quién esté en el poder", alerta Tol.
Pero hay más, porque la central nuclear de Akkuyu "está cerca de la base aérea de Incirlik, hogar de la instalación de almacenamiento de armas nucleares más grande de la OTAN y un centro para apoyar las misiones de la Alianza". Y también está "muy cerca de la instalación de radar de defensa contra misiles balísticos de la OTAN en Kürecik".
"El contrato BOO coloca al personal y los activos rusos cerca de estas instalaciones de la OTAN. Turquía puede construir otro radar para proteger la planta. Los analistas militares y los funcionarios de defensa temen que, como la central nuclear de Akkuyu pertenece a Rusia, Moscú podría exigir operar este radar y traer tropas para garantizar la seguridad", indica en la tribuna.
Yankı Bağcıoğlu, un contralmirante retirado que es vicepresidente del opositor Partido Republicano del Pueblo (CHP) a cargo de la defensa nacional, le dijo en una de sus investigaciones que Erdogan "no debe permitir que esto suceda".
Occidente "ha pasado por alto en gran medida el uso de la energía nuclear por parte de Rusia para crear vínculos políticos, económicos y militares a largo plazo con países estratégicamente importantes". Sin ir más lejos, ahí están sus relaciones con Irán o con India.
"Mientras que Turquía fue criticada y sancionada por la compra del S-400, los países occidentales han guardado silencio sobre Akkuyu", recuerda la analista. "Pero ahora Turquía quiere construir un segundo reactor nuclear y Rusia lleva la delantera en la puja". "Para privar a Moscú de un activo geopolítico y disipar las preocupaciones ambientales y de seguridad de los locales, Occidente debe hacer más para igualar las condiciones favorables de Moscú. Presionar a los bancos de desarrollo occidentales para que abandonen su renuencia a financiar proyectos de energía nuclear sería un gran comienzo", concluye.