Putin recibe la factura de la guerra y los economistas advierten: "Fue un éxito aparentemente efímero"
Algunos expertos auguran que 2025 "será un año de austeridad".
Desde que comenzó la invasión rusa de Ucrania en 2022, Vladímir Putin ha impulsado la economía del país a través de estímulos que, durante un tiempo, parecieron inmunes a las sanciones internacionales y a los embates del conflicto. Sin embargo, casi tres años después, hay numerosos indicios de que Rusia está a punto de recibir una dura factura.
En Moscú y otras ciudades principales todavía impera el optimismo porque la actividad económica sigue en buena forma, con restaurantes y tiendas de lujo a rebosar. Una encuesta reciente del Centro Levada estima que dos tercios de los rusos confían en el futuro, y la confianza del consumidor, aunque ha disminuido respecto a sus niveles más altos durante el conflicto, sigue superando las cifras de 2022.
Pero detrás de este aparente dinamismo, se cierne un panorama económico lleno de incertidumbre. Las tasas de interés récord e inflación persistente amenazan cada vez más los pronósticos. "Ha terminado un período relativamente bueno para la economía rusa, que se basaba en recursos acumulados previamente. La alta inflación está socavando todo ese éxito aparentemente efímero", explica en Bloomberg Oleg Vyugin, economista y ex alto funcionario del banco central.
Mientras el Banco Central de Rusia mantiene la tasa de interés clave en un elevado 21%, la inflación se sitúa en más del doble del objetivo oficial del 4%. Según las previsiones, esta no volverá a los niveles deseados hasta 2026, lo que confirma la advertencia del experto.
Además, las sanciones internacionales, la depreciación del rublo y los problemas económicos de China, su principal socio comercial, complican aún más el panorama. El Banco Central estima que el crecimiento económico caerá drásticamente en 2025, pasando del 3,5%-4% del año pasado a apenas un 0,5%.
Empresas y sectores con dificultades
Aunque la escasez de mano de obra ha impulsado los salarios, especialmente entre la clase media, no todos los sectores comparten los beneficios. Serguéi Dmitriyev, especialista en tecnologías de la información, describe la situación como favorable para la clase media, mientras que "la gente menos adinerada se siente más estresada".
El sector agrícola enfrenta retos significativos debido a los elevados costos de financiación, lo que podría complicar la siembra de primavera. Eduard Zernin, de la Unión Rusa de Exportadores de Granos, advierte que el riesgo de quiebras entre los agricultores podría materializarse este año.
Las empresas, tanto públicas como privadas, están revisando sus estrategias para evitar problemas. Los gigantes estatales Transneft y Ferrocarriles Rusos han reducido sus programas de inversión, mientras que compañías como Severstal y Norilsk Nickel también han recortado gastos. Incluso Rusal, uno de los mayores productores de aluminio del mundo, evalúa reducir su producción en más del 10%.
Por otro lado, sectores como el automotriz enfrentan problemas derivados de los costos récord de financiación. Los concesionarios rusos podrían enfrentarse a una ola de quiebras, según Autostat, y los consumidores, como Evgeny Goryachev, reportan precios cada vez más altos para vehículos nuevos, con un mercado dominado por opciones chinas más económicas.
Otro desafío significativo es el tránsito de gas natural. Ucrania ha interrumpido este servicio, lo que podría costarle a Rusia entre un 0,2% y un 0,3% de su PIB. Además, las sanciones dificultan los pagos transfronterizos y afectan sectores clave como el carbón y el aluminio.
En este contexto, Sofya Donets, economista de T-Investments, anticipa que 2025 será "un año de austeridad". "Los acreedores ganan y los prestatarios apenas pueden imaginar cómo van a vivir", sentencia.