¿Tropas extranjeras en Ucrania? Ya están allí
Las palabras de Macron diciendo que no excluye el envío de soldados para frenar a Rusia han generado un importante debate, pero es que ya hay uniformados occidentales en el terreno. Esto es lo que hacen y podrían hacer si se va a más.
El presidente francés, Emmanuel Macron, hizo a finales de febrero unas declaraciones que aún traen cola. Usando palabras pretendidamente ambiguas, no excluyó el envío directo de tropas europeas a Ucrania para defenderla de la ocupación rusa, que ya encara su tercer año. Luego, visto el revuelo, vinieron algunos matices. "Nada debe excluirse. Haremos todo lo necesario para que Rusia no pueda ganar esta guerra".
Pero han pasado las semanas, las intervenciones y entrevistas, y el liberal en realidad no se mueve de su losa. Insiste en que todas las opciones deben estar sobre la mesa porque Kiev no avanza en su reconquista y la amenaza de Vladimir Putin, si gana, será europea, continental. "Quizás en algún momento (no lo deseo y no lo iniciaré) tendremos que realizar operaciones en el terreno, cualesquiera que sean, para contrarrestar a las fuerzas rusas. La fortaleza de Francia es que podemos hacerlo", ha afirmado Macron.
La posibilidad de enviar tropas a Ucrania planteada por Francia fue respondida en cascada, con muchos noes: ni España, ni Alemania, ni Italia, ni Polonia, ni la República Checa... A todos les parece arriesgada, porque podría llevar a una internacionalización de la contienda, de consecuencias imprevisibles cuando se trata con Vladimir Putin y su arsenal nuclear. De hecho, Moscú amenazó de inmediato con emplear esas armas si se da el paso. "En ese caso, tendríamos que hablar no de su probabilidad, sino de su inevitabilidad", dijo claramente el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.
En realidad, Macron habla de fuerzas terrestres, pero si nos quedamos en el genérico, en "tropa", en "soldados", en "aliados", ya hay personal extranjero en suelo ucraniano. Los gobiernos occidentales se han esforzado por mantener una distancia prudente respecto la guerra, mostrando a la vez un fuerte apoyo a los de Volodimir Zelenski pero dejando claro que no van a poner botas sobre el terreno ni van a atacar a Rusia, ayudando a un país que no es socio ni de la OTAN ni de la Unión Europea, aunque aspira a ello. Sin embargo, en estos dos años de contienda han ido desplegando en el país algunos efectivos, un pequeño número de fuerzas para asistir al Gobierno de Kiev.
Lo han constatado documentos filtrados a la prensa de Estados Unidos el año pasado que confirmaban que algunos países de la OTAN, incluidos EEUU, Gran Bretaña, Francia, Lituania y Países Bajos, desplegado a personal de fuerzas especiales y asesores militares en Ucrania, en funciones no especificadas pero probablemente relacionadas con el trabajo de apoyo logístico, el entrenamiento y la Inteligencia. Se calculaba en un centenar el número de estos extranjeros destinados en sus embajadas con estos fines. Medios como El País lo han constatado sobre el terreno.
Una año antes, el portavoz del Pentágono, el general Pat Ryder, confirmó que país tenía destinados representantes militares para realizar tareas de supervisión del suministro de armamento. Y sus servicios de Inteligencia, la CIA, ha financiado y equipado parcialmente una extensa red de bases de espionaje en toda Ucrania, que ayuda a los esfuerzos de Kiev por rastrear los movimientos de las tropas rusas y atacar los preciados activos militares del Kremlin.
El ministro de Exteriores de Polonia, Radoslaw Sikorski, al calor de las declaraciones explosivas de Macron, ha dicho que la presencia de uniformados aliados en Ucrania es "un secreto a voces". Y para dar legitimidad a sus palabras recurrió al canciller de Alemania. "Como dijo Olaf Scholz, ya hay algunas tropas de países grandes en Ucrania", señaló en una entrevista a la agencia DPA esta semana.
Se refería a unas declaraciones a los periodistas del 26 de febrero, cuando Scholz, reaccionando a la idea del líder francés, justificó su rechazo al envío de misiles de crucero Taurus a Ucrania diciendo, entre otras cosas, que Alemania no participaría con soldados en el control de objetivos, ni de Alemania ni en tierra. Y la pimienta vino en su continuación: "Lo que están haciendo los británicos y los franceses en términos de control de objetivos y el correspondiente control de objetivos no se puede hacer en Alemania". Claramente, esto fue interpretado como una confirmación por parte de Scholz de la presencia de soldados occidentales en Ucrania.
Tampoco hay que limitarse a esta guerra, sino a la empezada en 2014, cuando Rusia se anexionó Crimea y apoyó a los rebeldes separatistas en el Donbás. Ya entonces se activaron programas de formación militar en suelo ucranio. Hay un acuerdo OTAN-KIev por el que los militares locales pasan por la base de Yavoriv, cerca de la frontera con Polonia, a mejorar y avanzar. Se calcula que más de mil militares, de 15 países diferentes, han estado en estas instalaciones.
La ONU en todas las trincheras
Independientemente de los enviados por ejércitos regulares, en la guerra en Ucrania ya hay muchos combatientes extranjeros, en ambos lados. Después de que Rusia lanzara su invasión a gran escala, miles de voluntarios, en su mayoría de Occidente y de los Estados postsoviéticos cercanos, se alistaron bajo la bandera de Kiev. Desde entonces, la llamada Legión Internacional ha sido desplegada en las líneas del frente y en algunas de las batallas más duras de la guerra.
Hay de todo, de "intransigentes ideológicos a guerreros canosos y mercenarios a sueldo", como los describe el diario norteamericano The Washington Post, que calcula que unos 50 de ellos, norteamericanos, se han dejado la vida ya en Ucrania. Se calcula que hay unos 20.000 extranjeros de más de 50 nacionalidades en la Legión, según datos del propio Gobierno ucraniano, que además está dando pasos para agradecerles su presencia, por ejemplo, facilitando los trámites para obtener la ciudadanía o permitiendo que accedan a otros puestos de trabajo, como los de la Guardia Nacional, la rama militar del Ministerio del Interior.
Además de la Internacional, hay otras brigadas de voluntarios que luchan por Ucrania e incluyen destacamentos de combatientes bielorrusos que se oponen a la dictadura respaldada por Putin en Minsk, rusos anti-Kremlin y ciudadanos étnicamente turcos de Rusia y de estados postsoviéticos como Kazajstán y Kirguistán.
Rusia, a pesar de una enorme ventaja demográfica y de los 300.000 civiles que movilizó la fuerza en septiembre de 2022, también ha recurrido a manos de fuera. Justo lo que le reprocha a Zelenski, que confíen en extranjeros. A los soldados no preparados, provenientes de regiones remotas del país, a los convictos liberados de prisión, los chechenos de Ramzan Kadirov y los mercenarios de Wagner, suma nuevos movilizados a la fuerza, denuncian Inteligencias como las de EEUU. Las autoridades rusas supuestamente han llevado a cabo redadas policiales en hogares de inmigrantes de Asia Central en varias ciudades, donde a veces se presiona a los detenidos para que se alistan, según Associated Press (AP).
En estos dos años, han sido numerosos los reportes de milicianos llegados desde Siria, Cuba, Nepal e India, unos enrolados voluntariamente y otros mediante engaño, esperando otro tipo de oferta de trabajo. En la mayoría de los casos se trata de personas que necesitan el dinero para sacar a sus familias adelante y no fanáticos de la causa de Putin.
Las razones de Macron
Las palabras de Macron han permitido que esta realidad, esta presencia parcial, salga de nuevo a la luz. También, que se gaste mucha tinta en tratar de interpretar por qué ha hablado ahora, con unas palabras que él mismo ha reconocido que no son fruto de un calentón, sino meditadas. Con EEUU estancado, incapaz de aprobar en las Cámaras la ayuda a Ucrania, más Reino Unido ausente y Alemania dividida ante la guerra, había un vacío de liderazgo que el mandatario galo ha querido ocupar. En parte es estrategia y, en parte, convicción.
Daniel B. Baer y Sophia Besch, investigadores del Fondo Carnegie para la Paz Internacional (Carnegie Endowment for International Peace), han publicado un análisis en el que intentan explicar por qué ha ido de "lobo solitario", dando un paso de una valentía que no se le ha escuchado ni a Joe Biden, el presidente de EEUU y primer asistente de Ucrania, demasiado cansado de guerras como las de Irak y Afganistán y con ansias de que Europa y Oriente Medio se estabilicen para centrarse en lo que le interesa: el Indo-Pacífico.
Cuando todos descartan cuidadosamente hasta el envío de nuevos misiles o armamento de largo alcance, Macron saca las tropas, dicen, primero por si funciona la "disuasión" ante Putin. Tiene el poder de toda una potencia nuclear, no hay que olvidarlo. Pero hay más. Quizá, "simplemente, hacer que el debate avance" en un momento en el que Kiev necesita ayuda y las cosas no van bien para ellos en el campo de batalla.
También se puede entender, dicen, como una manera de mostrarse fuerte ante Alemania. Hasta mediados de enero, se calcula que Alemania había entregado a Ucrania ayuda por valor de 17.700 millones de euros, siendo el segundo país que más aporta tras EEUU. Francia, a esa fecha, estaba en 640 millones, a años luz. Francia es el país 22 de los 27 que componen la UE en ayuda a Ucrania según su Producto Interior Bruto (PIB).
Por este motivo, Macron arrastra la mala imagen de que no se está comprometiendo lo suficiente, por más que de palabra sea un aliado claro de Zelenski y de que, en el inicio de la guerra, aún Macron fuera el más lanzado a la hora de llamar a Putin y tratar de evitar la escalada. El ministro de Finanzas alemán, el verde Robert Habeck, espetó a Macron que era mejor mandar a Ucrania verdaderas bombas y menos retórica, lo que obviamente no lo dejaba en buen lugar. Una pulla que responde también a las críticas de París a Berlín por no mandar los Taurus, tan necesarios para la ofensiva. Alemania no quiere ni pensar que uno de esos proyectiles acabe reventando el puente de Crimea con Rusia y eso genere una escalada incontrolable.
Ahora, Macron habla de "incremento estratégico", hace más de halcón que de paloma y se "sacude" un poco esa imagen de lento o corto en la ayuda, las "quejas por la inaccción". Pero, "si va en serio", dicen los especialistas del Carnegie, "deja mucho que desear", porque "no se ha coordinado con los aliados" y "ha alienado a otros líderes" que se han visto obligados a salir al paso diciendo que ellos no mandarán tropas. No ha sido claro en el escenario en el que se podría proceder a ese envío, dicen, ni tampoco el "papel concreto" que tendría Francia.
"Hay un enorme abismo entre el escaso apoyo de Francia a Ucrania y sus aspiraciones de desempeñar un papel de liderazgo en el continente", afirma su análisis. Porque ese es otro posible motivo de la jugada: ir a por el centro europeo, ese que Macron quiso tomar tras la marcha de Angela Merkel y que no ha hecho suyo por problemas internos y externos.
Añaden una razón más para sacar este asunto a la agenda, y es demostrar que en la UE hay "valientes" que pueden ayudar si Donald Trump gana las elecciones de EEUU en noviembre y las cosas cambian radicalmente en sus relaciones con Kiev y en la OTAN. Lo que pasa es que así ha dejado a otros socios expuestos en sus diferencias, algo que encanta a Putin. Macron ya recordó a sus aliados reunidos en El Eliseo, cuando soltó su idea, que dos años atrás, en el mismo escenario, había quien sólo quería poner "sacos de dormir y cascos" para Ucrania. Las cosas han cambiado mucho, pero la urgencia de material y armamento sigue siendo enorme y a corto plazo. Francia no puede alardear de lo que ha hecho ni dar lecciones.
"Si Francia quiere liderar la seguridad europea, debería centrarse menos en impulsar la idea de tropas en el terreno y más en trabajar con el Grupo de Contacto de Defensa de Ucrania existente para enviar más apoyo militar a Ucrania, incluidas armas y material francés. Antes de que sea demasiado tarde", dicen Baer y Besch.
Los posibles escenarios
Y, sin embargo, hay márgenes. Ahora se dice rotundamente no a las tropas en Ucrania y, a la vez, ya se tiene gente dentro. Hay, pues, espacio para su presencia, sin llegar a ser ofensiva, sin tener tropas terrestres, pero ampliando la asistencia a Kiev. Lo defienden así Alexander Crowther, investigador del Centro de Análisis de Políticas Europeas (CEPA), y Jahara Matisek, teniente y profesor en la Escuela de Guerra Naval de Estados Unidos. "Es hora de enviar fuerzas de la UE a Ucrania", afirman rotundos.
Sostienen que es el momento de que Europa se aferre a su ansiado papel de actor global de peso y, apoyándose en su doctrina de la autonomía estratégica, dé el paso por su cuenta. La UE lleva años diciendo que quiere tomar sus propias decisiones, sin depender tanto de la OTAN o de la Casa Blanca. "El creciente riesgo de una derrota ucraniana es real" y por eso, entienden los especialistas, es momento de decidirse. Eso sí, remarcan que hablamos "únicamente de una misión defensiva para apoyar la soberanía y la paz" en Ucrania, que redundaría en lo mismo en el continente europeo. Obviamente, hay riesgo de escalada, "pero la aversión al riesgo es lo que Putin busca explotar".
Crowther y Matisek coinciden en que Europa tiene rodaje para hacer algo así porque ha desplegado desde 2003 hasta 37 misiones militares bajo su bandera azul, en tres continentes distintos. En la misión EUMAM-Ucrania ya han podido equipar y entrenar a 40.000 militares. Así que ahora, en Ucrania, sus soldados pueden ayudar en funciones de logística, vigilancia de fronteras -sobre todo la de Bielorrusia-, y protección de las principales ciudades al oeste del río Dnieper, incluso con zonas de defensa aérea. Así se impedirían incursiones de aliados de Putin y s e detendrían más misiles y drones.
Además, de esta forma se liberaría a tropas locales para su empleo en el frente de guerra, aportando "más fuerza de combate". Un "apoyo pasivo" que también "acercaría las instalaciones de mantenimiento a las líneas del frente", porque con estos militares dentro ya no habría que llevar activos a reparar a Polonia o Rumanía, como ahora se hace. Calculan que también se liberarían a unas 20 brigada para "tareas de entrenamiento y combate" si llega esta ayuda. Y, finalmente, se mandaría una "señal clara" al Kremlin y hasta a Washington de que Europa "es fuerte y debe tomarse en serio".
Entienden los expertos norteamericanos que la coyuntura es un win-win, porque gana Ucrania con la ayuda y también la UE, que se mostraría "creíble" al no esperar ni a la OTAN ni a EEUU, que demostraría "voluntad" de atender a un país que quiere ser del club comunitario, reforzando también su papel humanitario. Todo, siempre, desde el plano defensivo. Lo que temen países como Alemania es que un día haya choque real entre personal de la UE o de la OTAN con Rusia, a cualquier lado de la frontera, y la guerra entre en un nuevo ciclo. No sería menos sangriento, desde luego.