¿Qué está pasando en Siria? Los rebeldes se levantan contra Assad y evidencian la debilidad del régimen
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¿Qué está pasando en Siria? Los rebeldes se levantan contra Assad y evidencian la debilidad del régimen

La ofensiva lanzada el miércoles por el grupo islamista Organismo de Liberación del Levante ha obligado al Ejército a retroceder en Alepo. Los bombardeos de apoyo rusos han vuelto, cuando no se veían desde 2016. Y todo nace en el 7 de octubre. 

Rebeldes sirios, ante el antiguo castillo de Alepo, festejando la toma del centro de la ciudad, el 30 de noviembre de 2024.Anas Alkharboutli / picture alliance via Getty Images

Durante los últimos años, Siria ha estado atrapada en un punto muerto tenso, fragmentada y devastada después de más de 13 años de guerra civil, pero con las líneas del frente congeladas y lo más duro de los combates aparentemente terminado o, como poco, paralizado. Las esperanzas de libertad que trajo consigo la primavera árabe, en 2011, estaban enterradas. 

El régimen del presidente Bachar al Assad había logrado una victoria pírrica después de aplastar brutalmente la rebelión -partida con el tiempo en incontables grupos disidentes- con el apoyo militar de Rusia, Irán y grupos amigos. Había recuperado el control de la mayor parte del país reventado por la guerra, mientras que los restos de la rebelión armada habían sido empujados hacia enclaves en el norte y noroeste, sobreviviendo bajo el patrocinio y protección de Turquía, pero poco más. 

Pero la semana pasada, ese frágil impasse se hizo añicos cuando los insurgentes liderados por el grupo islamista Hayat Tahrir al-Sham (u Organismo de Liberación del Levante) avanzaron desde su bastión en la provincia de Idlib y lanzaron un ataque relámpago a través del norte contra las fuerzas del régimen, cargando hacia Alepo, la segunda ciudad más grande de Siria. Dos frentes exitosos que, por serlo, les han abierto además el camino hacia Hama. 

El ataque subrayó la fragilidad y la vulnerabilidad del vaciado régimen de Assad y su dependencia de fuerzas extranjeras para apuntalarlo, más de una década después de que un levantamiento popular masivo, ilusionante, se transformara en un conflicto civil. Las fuerzas armadas del régimen han tenido que retroceder, con enorme vergüenza para el sistema. 

Aunque en las últimas horas se han redoblado los intentos de recuperar terreno, sobre todo con ayuda de Rusia para bombardear la zona desde el aire, el ataque ha supuesto una enorme vergüenza para Damasco, que lleva años tratando de mantener el statu quo, aprovechando otros conflictos en la zona. Las cosas han cambiado. 

Lo que estamos viendo es consecuencia de un conflicto sin cerrar, que se ha removido por otras tensiones que vive Oriente Medio, conectadas y con consecuencias. Parte del 7 de octubre de 2023, del ataque de Hamás a Israel, del de Israel a Gaza, de la extensión de la guerra a Líbano y Hizbulá. Siria lleva sintiendo en sus carnes las consecuencias desde hace tiempo, pero de manera más soterrada. Esto es distinto, y en El HuffPost nos proponemos explicarte las conexiones, las realidades y las consecuencias de este nuevo y viejo escenario bélico. 

Cómo están las cosas

El Ejército sirio afirmó este lunes estar preparándose para un contraataque tras la ofensiva islamista. "Nuestras fuerzas empezaron a moverse en varios ejes en las zonas rurales de Alepo, Hama e Idlib para rodear a los terroristas, expulsarlos de las zonas en las que entraron, cercarlos completamente e instalar nuevos puntos de concentración para preparar el próximo ataque" aseguró un comunicado de las Fuerzas Armadas sirias, citado por la Agencia EFE.

Además, los militares oficialistas dijeron, en cooperación con "las fuerzas rusas amigas", haber acabado con "400 terroristas" de diferentes nacionalidades en bombardeos lanzados en las últimas 24 horas. Esa cifra no coincide con la reportada hoy por el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, organización humanitaria que tiene una amplia red de colaboradores sobre el terreno tanto en áreas oficialistas como rebeldes, que cifró en 446 personas el número de muertos de todas las partes desde el inicio de la ofensiva.

Los bombardeos y los ataques de artillería perpetrados por Siria y Rusia fueron dirigidas contra "sitios terroristas, almacenes y líneas de suministro" en las zonas rurales de Alepo e Idlib, lo que provocó la destrucción de cinco cuarteles y siete almacenes de munición, varios depósitos de armas y drones, afirmaron los militares sirios, según la misma nota.

"La Comandancia General del Ejército y de las Fuerzas Armadas confirma la disposición de los hombres del Ejército Árabe Sirio y su determinación de continuar desempeñando sus tareas a gran ritmo y con gran entusiasmo hasta la restauración de cada centímetro puro que ha sido contaminado por el terrorismo", añadieron.

Los insurgentes han llegado a tomar la totalidad de la provincia de Idlib, la que es su bastión en Siria, y gran parte de la ciudad de Alepo, la segunda más grande del país, según han reportado por sus canales y, también, parte de la prensa independiente que queda en la zona. Los rebeldes avanzan hacia Hama, aunque en este punto el Ejercito de Assad niega que se haya retirado y se temen enfrentamientos serios si llega a haber colisión. 

Rebeldes sirios se toman un selfie ytras tomar el aeropuerto militar de Nayrab, en Alepo, el 2 de diciembre de 2024.BILAL AL HAMMOUD / EPA / EFE

Los protagonistas de la ofensiva

El grupo islamista Organismo de Liberación del Levante, que se suele conocer como HTS por sus nombre en árabe, tiene una larga y complicada historia en el conflicto sirio. Se creó bajo un nombre diferente que seguro es más familiar, el de Jabhat al-Nusra. Fue en 2011 y, en principio, era una filial directa de Al Qaeda. El líder del grupo autodenominado Estado Islámico, Abu Bakr al-Baghdadi, también estuvo involucrado en su formación.

Se le consideraba uno de los grupos más eficaces y letales que se oponían al presidente Assad, pero su ideología yihadista parecía ser su fuerza motriz, más que su celo revolucionario y ansioso de libertades, y en ese momento se lo consideraba en desacuerdo con la principal coalición rebelde, bajo la bandera de Siria Libre.

En 2016, el líder del grupo, Abu Mohammed al-Jawlani, rompió filas públicamente con Al Qaeda, disolvió Al-Nusra y creó una nueva organización , que tomó el nombre de Hayat Tahrir al-Sham cuando se fusionó con varios otros grupos similares un año después. La ruptura allanaba el camino para que el grupo pudiera recibir más apoyo de los países del Golfo, contrarios al régimen. 

Ahora, el Organismo de Liberación del Levante, junto a facciones aliadas, algunas de ellas apoyadas por Turquía, han iniciado la nueva gran ofensiva contra las fuerzas regulares en el norte de Siria. 

Los islamistas lograron cortar la carretera internacional M-5, que conecta Alepo con Damasco, a la altura de la localidad de Zerba, mientras que han tomado el control de otras arterias estratégicas y del aeropuerto de la ciudad, lo que están luciendo en sus redes sociales produsamente. 

El reparto de poder y territorio

Durante los últimos cuatro años, ha parecido que la guerra en Siria prácticamente había terminado. El régimen es esencialmente indiscutible en las principales ciudades del país y sus alrededores extensos, mientras que otras partes de Siria permanecen fuera de su control directo.

Entre ellas se incluyen zonas de mayoría kurda en el este, que han estado más o menos separadas del control del Estado sirio desde los primeros años del conflicto. En el resto, ha habido algunos disturbios constantes, aunque relativamente moderados, sobre todo en el sur, donde comenzó la revolución contra el régimen de Assad en 2011, que tan cerca hacía prever su fin. Nada, sin embargo, especialmente amenazante para los intereses oficialistas. "En el vasto desierto sirio, los remanentes del Estado Islámico aún representan una amenaza para la seguridad, en particular durante la temporada de caza de trufas, cuando la gente se dirige a la zona para encontrar este manjar altamente rentable", explica, por ejemplo, la BBC.

En el noroeste, la provincia de Idlib está bajo el control de grupos militantes que fueron desplazados allí en el momento más álgido de la guerra. El HTS es la fuerza dominante en Idlib, que ha usado como cuartel general para la andanada que ahora nos ocupa, centrada en Alepo. Durante varios años, Idlib ha seguido siendo un campo de batalla, mientras las fuerzas del Gobierno sirio intentaban recuperar el control, sin éxito. Pero un acuerdo de alto el fuego en 2020, negociado por Rusia (uno de los aliados más fuertes de Damasco) y Turquía, hizo que las cosas se estabilizaran. Los rebeldes, que aguantaban ya a duras penas, también lo avalaron. Se había mantenido en gran medida, hasta ahora. 

En la zona viven alrededor de cuatro millones de personas, la mayoría de ellas desplazadas de pueblos y ciudades que las fuerzas de Assad recuperaron de los rebeldes en una brutal guerra de desgaste. 

Para lograr la victoria, el dictador Assad no podía depender únicamente del ejército de reclutas del país, mal equipado y poco motivado, que pronto se vio peligrosamente limitado y a menudo incapaz de mantener posiciones contra los ataques rebeldes. En cambio, pasó a depender en gran medida del poder aéreo ruso y de la ayuda militar iraní sobre el terreno, principalmente a través de milicias patrocinadas por Teherán. 

Alepo en sí fue uno de los campos de batalla más sangrientos, donde se ensañaron las bombas amigas de Vladimir Putin y se usó el material de Teherán, y representó una de las mayores derrotas de los rebeldes. En sus mensajes en canales de mensajería instantánea, de propaganda, las llamadas a su conquista son siempre una constante. 

El presidente sirio, Baschar Al Assad, y su homólogo ruso, Vladímir Putin; en una imagen de archivo de un encuentro en el Kremlin.VLADIMIR GERDO/SPUTNIK/AFP via Getty Images

Las conexiones

Hablamos de los aliados de Assad: Rusia, Irán... y la milicia libanesa chií prosiria de Hizbulá. No hay duda de que el revés que ha sufrido por el también partido recientemente, por la ofensiva de Israel en Líbano , así como los ataques israelíes contra comandantes militares iraníes en Siria, han jugado un papel importante en la decisión de los grupos yihadistas y rebeldes en Idlib de realizar su movimiento repentino e inesperado sobre Alepo.

En los últimos meses, Israel había intensificado sus ataques contra grupos vinculados a Irán, así como contra sus líneas de suministro, infligiendo graves daños a las redes que han mantenido a estas milicias, incluido Hizbulá, operativas en Siria. Venía de años, desde el inicio de la guerra civil. Aprovechando el contexto de descoloque, Tel Aviv atacaba objetivos despistados y se apuntaba tantos para su seguridad. Ahora esa persecución, contra intereses iraníes y de Hizbulá, se había incrementado. La debilidad de sus adversarios, han pensado en el HTS, es su fuerza. Por eso han atacado, porque había una ventana de oportunidad. 

Sin sus amigos, las fuerzas del presidente Assad han quedado expuestas. En estos años, el régimen ha seguido siendo endeble, apenas apoyado en el terror que ejerce, se ha ido tapando por otras crisis internacionales y ha confiado ciegamente en sus aliados de fuera. Con las deudas internacionales sin pagar, las sanciones y hasta la crisis bancaria del vecino Líbano lastrando su economía. No ha recuperado su autonomía, ni política ni militar, que no era pequeña, sino que ha seguido siendo dependiente. Eso lo pone en el alambre. Cualquier intento un poco firme de alterar las cosas puede fructificar en parte. 

Ha perdido el apoyo de grupúsculos locales que estaban a su lado, desintegrados, y además el desánimo y la sensación de abandono se ha colado en la base del ejército, dice el diario Financial Times, transformando sus pies en barro. Por eso, cuando los rebeldes llegan, se retrocede y no se planta batalla. 

Desde hace algún tiempo, el grupo islamista ya había establecido su base de poder en Idlib, donde es la administración local de facto, aunque sus esfuerzos por lograr legitimidad se han visto empañados por presuntos abusos de los derechos humanos hechas por grupos locales. No hay que olvidar que no son ellos, precisamente, esos sirios que salían a la calle pidiendo libertades. Estos no quieren a Assad, pero su perfil es muy distinto. Yihadista dice lo que quiere decir. 

También ha estado involucrado en algunas luchas internas amargas con otros grupos, lo que ha generado un desgaste que ha impedido en estos últimos años mayores avances. Sus ambiciones más allá de Idlib ya no estaban claras. Desde que rompió con Al Qaeda, su objetivo se ha limitado a tratar de establecer un régimen islámico fundamentalista en Siria, en lugar de un califato más amplio, como el Daesh intentó y no logró hacer.

Hasta la semana pasada, había mostrado pocas señales de intentar reavivar el conflicto sirio a gran escala y renovar su desafío al Gobierno de Assad en gran parte del país, pero hay elementos que le han llevado a dar el paso: la debilidad de Hizbulá, el retraimiento de Irán por temor a ataques mayores de Israel, el flujo de refugiados que han regresado al país con enormes necesidades. 

El aumento de los combates ha planteado la posibilidad de que se abra de nuevo otro frente violento y desestabilizador en Oriente Próximo en un momento de varios frentes abiertos (Gaza, Líbano, Irán) y también se corre el riesgo de arrastrar a Rusia y Turquía –cada una con sus propios intereses que proteger en Siria– a una lucha directa y dura entre sí. Moscú, huelga recordarlo, está enfangada hasta el cuello en la invasión de Ucrania, que es donde tiene sus medios concentrados, no puede derivar mucho hacia Siria si las cosas se complican. 

Teherán está preocupada por sus bombardeos cruzados con Israel, las represalias que pueden venir si van a más y una enorme crisis nacional, económica (por los efectos de las sanciones internacionales) y social (por la contestación a los ayatolás). Según un comunicado de la oficina de Assad, el ministro de Asuntos Exteriores iraní, Abbas Araghchi, dijo que Teherán estaba listo para apoyar a Damasco en su contraofensiva contra la insurgencia. Habrá que ver en qué cuaja. 

Turquía, uno de los principales aliados de los grupos de oposición sirios, dijo que sus esfuerzos diplomáticos no habían logrado detener los ataques del gobierno sirio contra las zonas controladas por la oposición en las últimas semanas. Las autoridades de seguridad turcas dijeron que se había planeado una ofensiva limitada de los rebeldes para detener los ataques del gobierno y permitir el regreso de los civiles, pero la ofensiva se amplió cuando las fuerzas del gobierno sirio comenzaron a retirarse de sus posiciones.

Avisos y ramificaciones

El enviado especial de las Naciones Unidas para Siria, Geir Pedersen, ha dicho que el avance de los rebeldes sirios representa un riesgo para la seguridad regional y ha pedido reanudar los esfuerzos diplomáticos para poner fin al conflicto. Lo ha hecho todos los días desde el inicio de la andanada. Sin resultado. 

Pedersen añadió que ha habido "un fracaso colectivo a la hora de lograr un proceso político genuino" para implementar la resolución 2254 del Consejo de Seguridad de la ONU, aprobada en 2015. Estableció una hoja de ruta para la paz, con el principio en el texto de que "el pueblo sirio decidirá el futuro de Siria". El objetivo era un futuro determinado por elecciones libres y una nueva constitución, pero eso implicaba que Assad y su familia renunciaran a un país que durante años habían tratado como su feudo personal. Nada de eso es real hoy. 

El asesor de seguridad nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, en una entrevista en la CNN, recordó que su país tiene unos 900 soldados en Siria, por lo que está "observando" la situación con atención. Las fuerzas estadounidenses, que están en el noreste y lejos de Alepo, están protegiéndose contra un resurgimiento del grupo extremista Estado Islámico, defiende. El grupo que lidera el avance rebelde está calificado como organización terrorista por Estados Unidos, y Sullivan avisa de que Washington tiene "preocupaciones reales sobre los designios y objetivos de esa organización". "Al mismo tiempo, por supuesto, no nos lamentamos por el hecho de que el Gobierno de Assad, respaldado por Rusia, Irán y Hizbolá, se enfrenta a ciertos tipos de presiones", añadió el portavoz. 

En una llamada con funcionarios extranjeros amigos, Assad el domingo prometió derrotar a la insurgencia. "El terrorismo sólo entiende el lenguaje de la fuerza, que es el lenguaje con el que lo destruiremos y lo eliminaremos, independientemente de quiénes lo apoyen o patrocinen", afirmó. Alepo fue en 2016 el punto de inflexión de su control, más o menos férreo, sobre el país. Nadie sabe aún de qué lo será ahora, si llega a algo la ofensiva disidente. 

Asombra por su rapidez, por cómo han sabido los islamistas leer la jugada, desde los atentados de Hamás a cada pieza del dominó que ha ido cayendo desde entonces, hasta llegar a su momento. Es demasiado pronto para descartar al régimen de Assad, que cuenta con un núcleo de apoyo genuino. Esto es el principio de un ataque, localizado, pero no una mancha de aceite por el momento. Pero si surgen otros grupos anti-Assad –y hay muchos, más o menos dormidos o desorganizados, pero movilizados ideológicamente–, su régimen volverá a estar en peligro mortal.

Medio millón de muertos después, la guerra revive. 

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Licenciada en Periodismo y especialista en Comunicación Institucional y Defensa por la Universidad de Sevilla. Excorresponsal en Jerusalén y exasesora de Prensa en la Secretaría de Estado de Defensa. Autora de 'El viaje andaluz de Robert Capa'. XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla.

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