Israel pone al límite la cuestionada Cúpula de Hierro contra Hamás
Tel Aviv hace frente a un hito ofensivo sin precedentes por parte de Hamás, que ha saturado su armadura de defensa aérea. La protección nunca es total, queda claro.
La Cúpula de Hierro se ha convertido, desde que comenzó a usarse hace diez años, en un elemento primordial en la defensa de Israel. Sin ella, no podría interceptar, como hace ahora, más del 90% de los cohetes lanzados desde Gaza por milicias armadas como Hamás y la Yihad Islámica. Sin embargo, desde el sábado se ha visto tensionada como nunca antes.
Se enfrenta a un hito ofensivo sin precedentes, miles de cohetes -aún por cuantificar- lanzados a la vez en un ataque de saturación que ha tratado de cegar las defensas israelíes. Y lo ha logrado. Hay margen, a todo no se llega, y por eso el sistema está ahora mismo cuestionado y se estudia cómo mejorarlo. "La primer equivocación es de los servicios de inteligencia; la segunda, cómo se traspasó la frontera; la tercera, la facilidad con la que se tomaron rehenes en Gaza y la cuarta, la lenta reacción de las FDI y sus sistemas", resume por ejemplo el diario Yedioth Ahronoth. Y eso es grave teniendo en cuenta que hablamos del ejército más poderoso de todo Oriente Medio.
¿Pero de qué hablamos cuando hablamos de la Iron Dome o Kippat Barzel? Se trata de un sistema integrado de interceptación de misiles y cohetes, un escudo invisible que cubre el cielo a base de puestos fijos -grandes monolitos de hormigón que contienen la estructura de las lanzaderas de proyectiles- o móviles -una especie de enormes carretillas con ruedas que permiten transportarlos donde sea necesario-.
Son activados cuando un radar lanza un aviso y hay puntos que se encuentran desplegados sobre todo en el centro y sur del país, la zona donde alcanzan con más frecuencia los cohetes de las milicias gazatíes. Aunquen suena espectacular, la verdad es que el dispositivo más allá del centro de control, se compone de unos pocos soldados solitarios y aburridos las más de las veces, que activan el disparo y, mientras, esperan. A su lado, provisiones, sillas incómodas y los cascos para evitar el ruido en cada lanzamiento.
Durante la nueva crisis abierta entre Israel y las milicias de Gaza, en que el Ejército de Israel (IDF, por sus siglas en inglés) ha lanzado su Operación Espadas de Hierro, se calcula que cerca del 15% de lo lanzado desde suelo palestino no han superado la frontera y ha acabado cayendo en terreno palestino. Los cohetes que sí han cruzado y escapado del control de la Cúpula han matado a un número indeterminado de personas, porque por ahora las cifras de víctimas se están dado agrupadas, entre ataques aéreos y disparos de milicianos: en dos días de guerra, los muertos en Israel superan los 700 y más de 2.200 heridos.
¿Cómo funciona?
La Cúpula tiene un doble papel vital: el de la detección y rastreo de cohetes y el de aviso, porque al saber hacia dónde va uno del os proyectiles puede lanzar un aviso para que la población se ponga a salvo -Israel cuenta con refugios blindados en las calles y, también, hay orden de edificar reservando siempre una habitación en las casas particulares como shelter, revestida de chapas protectoras, con puerta y ventanas especiales-. Obviamente, con esa sensibilidad, también detecta aviones, helicópteros o drones, lo que sea.
El sistema detecta proyectiles que son lanzados en un rango de cuatro a 70 kilómetros y responde disparando un misil Tamir que intercepta los cohetes entrantes en el territorio israelí. Acelera la respuesta ante cohetes lanzados a muy corta distancia, porque obviamente la diana está más cerca y hay menos margen de maniobra, son más urgentes, y se compone de cuatro niveles o anillos que se engarzan y complementan para que la defensa sea mejor: la Cúpula de Hierro propiamente dicha ("Iron Dome"), la Honda de David, y los sistemas Arrow 2 y 3.
La Cúpula está especialmente reforzada en Tel Aviv, la capital de Israel, y sus alrededores, hasta llegar al sur y a la frontera con Gaza, pues son las zonas más expuestas por distancia y por volumen de población que albergan. Hace apenas una década, que llegase un cohete a Tel Aviv era una extrañeza. Hoy no, es más que normal, porque Hamás ha ganado en potencia, y se han registrado interceptaciones muy al norte, en ciudades como Haifa, cercanas a Líbano. También hay un despliegue especial alrededor de lugares estratégicamente importantes, como la central nuclear de Dimona, en el centro, en pleno desierto.
A la hora de activarla, primero entra en juego el radar, que detecta un misil entrante y transmite la información al lugar amenazado, alertando a la población sobre la emergencia. Ese aviso puede llegar a la población con hasta un minuto de anticipación, pero en otras ocasiones es de unos segundos apenas. Pero el Iron Dome se compone de dos elementos más: un sistema de control de armas y gestión de batalla (BMC, por sus siglas en inglés) y una unidad de disparo de misiles (MFU, por sus siglas en inglés).
"El radar detecta el lanzamiento de un cohete y transmite información sobre su trayectoria al centro de control, que calcula el punto de impacto previsto", explica el ejército israelí. "Si esta ubicación justifica una interceptación, se dispara un misil para interceptar el cohete. La carga útil del misil interceptor explota cerca del cohete, en un lugar que no se espera que cause lesiones".
Cada sistema móvil o batería está compuesto por un radar para identificar objetivos, un sistema de control y un lanzador de misiles portátil. Los misiles miden aproximadamente tres metros de largo y 15 centímetro de diámetro, y pesan 90 kilos, según la ficha técnica suministrada por el Gobierno en 2012. El sistema es fácil de transportar, y solo se necesitan unas pocas horas para reubicarlo y configurarlo. Además, funciona haga buen o mal tiempo.
Actualmente, Israel cuenta con una docena de baterías, según la prensa local. Sin embargo, medios como la CNN sostienen que, según cálculos de la Inteligencia de EEUU, el país necesitaría más de 13 baterías para mantener protegidas todas sus fronteras y sus 22.145 kilómetros cuadrados de territorio.
Los orígenes
Israel comenzó a desarrollar el sistema de defensa en febrero de 2007, completó su serie de pruebas en julio de 2010 y fue declarado operativo en 2011, con un enorme artificio mediático. Se estrenó con éxito un 7 de abril de ese año, tras la neutralización de un primer misil lanzado desde la Franja de Gaza hacía la ciudad israelí de Ashkelon. Por esas calles han estado corriendo hasta hace pocas horas milicianos de Hamás, atacando por las casas y los comercios, en una imagen completamente inédita.
En sus inicios, el sistema interceptaba el 70% de los cohetes lanzados desde Gaza, una capacidad que se puso a prueba en la primera en 2012, en la Operación Pilar Defensivo. Fue la primera demostración de que el sur y centro estaban desprotegidos ante una amenaza que era diferente a las que se podía tener en Cisjordania o Jerusalén Este, dos territorios lo que se producen son enfrentamientos con las fuerzas de ocupación de Israel, ataques con piedras, manifestaciones, choques con colonos... pero donde las milicias armadas, aún teniendo sus ramas, carecen con la capacidad de crear cohetes y lanzarlos. Gaza era el flanco a proteger.
La interceptación subió progresivamente y en 2014, en la Operación Margen Protector, ya el nivel de mejora superó el 85%, hasta el 90% actual que ratifican las IDF.
Precio y ayuda
El proyecto es "costoso pero eficaz", ha defendido siempre el primer ministro Benjamin Netanyahu. El desarrollo inicial fue realizado por Rafael Advanced Defense Systems, una empresa estatal con sede en la ciudad norteña de Haifa, referente mundial en armamento, pero, al fin, también ha contado con ayuda de EEUU, aliado firme de Tel Aviv.
La Casa Blanca ha ido aprobado planes para proporcionar dinero a la Cúpula de forma casi anual. "Este es un programa que ha sido crítico para dar seguridad y protección para las familias israelíes", dijo el entonces presidente, Barack Obama, para justificar el gasto. "Es un programa que ha sido revisado y ha prevenido ataques de misiles en Israel", añadía. Joe Biden le entregó en 2021 unos 850 millones de euros anuales para reponer las reservas del sistema antimisiles, con lo que se estima que superan los 2.500 los aportados hasta ahora para las baterías del Domo de Hierro, los interceptores, costos de coproducción y mantenimiento general, según datos del Congressional Research Service (CRS), el archivo de movimientos del Congreso de los EEUU.
No sólo es el dinero, es que EEUU pidió además ser copropietario de la tecnología y entrar en su producción en 2011, algo recogido igualmente por el Congreso norteamericano. En marzo de 2014, ambos Gobiernos firmaron un acuerdo de coproducción para permitir la fabricación de los componentes del sistema de la Cúpula en Estados Unidos, al mismo tiempo que se le proporcionaba a la Agencia de Defensa de Misiles de los Estados Unidos (MDA, por sus siglas en inglés) acceso completo a la tecnología patentada inicialmente por Rafael.
El precio actual del sistema asciende a 50 millones de dólares y lo más costoso son los misiles, porque cada uno cuesta 62.000 dólares.