Putin y Prighozin se dan un abrazo en África
La "Marcha de la Justicia" de junio ha acabado restando poder a los mercenarios de Wagner, que han abandonado, Ucrania, pero no hay disolución ni desaparición. Son necesarios para la maquinaria de guerra e influencia global del Kremlin.
El 24 de junio pasado, el Grupo Wagner, encabezado por su líder, Yevgueni Prigozhin, intentó una asonada contra el presidente de Rusia, Vladimir Putin. Cuando todo quedó en nada pero los tanques avanzando hacia Moscú estaban muy vívidos en la retina, se esperaba un castigo severo para los mercenarios. Su fin. Sin embargo, con el paso de las semanas, se ha impuesto una especie de realpolitik poco común en un mandatario conocido por sus venganzas, de todo tipo.
Putin ha dejado vivir a Prigozhin y a Wagner, descafeinando parte de sus cometidos y mandando a su líder al exilio, pero desde allí, desde Bielorrusia, sigue dando órdenes e interviniendo en las misiones. Su gente sigue desplegada allá donde tenía contratos con Moscú -salvo Ucrania, de donde sí tuvieron que irse- porque el Kremlin aún los necesita. Parece que la necesidad es mutua y se ha impuesto a la revancha.
Poco después del minigolpe o "Marcha de la Justicia", como la llamaron los Wagner, Putin y Prigozhin se reunieron. Fue el 29 de junio. El presidente escuchó "las explicaciones de los comandantes" y les ofreció opciones de empleo después de la rebelión, según el Kremlin. Básicamente, según se ha ido filtrando más tarde, lo que se planteó es que quienes hubieran participado en el levantamiento podían renunciar o irse a Bielorrusia, que ofrecía unas viejas instalaciones para ello. Y quienes estuvieran en otras misiones que no fueran Ucrania seguían como hasta ahora. Y en eso están.
Prigozhin ha anunciado públicamente que no van a reclutar más combatientes, lo que ha difundido por grupos de Telegram afines a su causa. "Por el momento, no tenemos déficit de personal y no nos planteamos reclutar", escribió. Este parón es sine die, no hay plazos para volver a contratar este grupo. En Ucrania se calcula, según fuentes de Inteligencias occidentales, que han perdido hasta 20.000 miembros, en un grupo que estaba compuesto mayoritariamente por presidiarios y exconvictos a los que se le conmutaba la pena por servir en la invasión del país vecino. El que fuera cocinero de Putin añadía que "cuando la Patria lo requiera" volverán a crear una unidad nacional para defender los interese rusos donde sea, léase Ucrania también.
Pese a abandonar este país, el Grupo Wagner sigue siendo la principal fuerza de asalto rusa, aunque está por ver aún si los cambios impuestos por su subida a las barbas de Putin le acaban quitando este título. De momento, mantiene sus actividades en Bielorrusia (donde se calcula que hay 3.500 efectivos) y en África (donde se calcula en no menos de 5.000 su presencia, pero no hay cifras exactas). El problema era más Prigozhin que Wagner.
"Habéis hecho mucho por Rusia. Lo que está pasando ahora en el frente es una vergüenza en la que no necesitamos participar. Debemos esperar el momento en que podamos demostrar nuestra valía al máximo. Por eso se decidió que estaremos aquí en Bielorrusia por algún tiempo", dijo el líder de los mercenarios a su gente, en una arenga difundida por la redes sociales cuando se produjo su reencuentro. "Durante este tiempo, haremos del ejército bielorruso el segundo ejército del mundo. Y si es necesario, iremos a batear por ellos", dijo, bromeando que las "chicas locales" ya están cuchicheando sobre la llegada del grupo de mercenarios.
"Estamos reuniendo nuestras fuerzas y [partiendo] por un nuevo camino hacia África. Y tal vez regresemos a la [guerra en Ucrania] cuando podamos estar seguros de que no nos veremos obligados a avergonzarnos a nosotros mismos y a nuestra experiencia", avisó Prigozhin. Insistió en que "no ha habido, y no habrá, ninguna reducción" de sus programas y que, "sin duda", seguirán "trabajando en todos aquellos países donde empezamos y seguiremos realizando trabajos". Tildó a los suyos de héroes y se puso a disposición de quien lo requiera. "Si se necesita la ayuda de Wagner en algún lugar para luchar contra las pandillas y los terroristas o para proteger los intereses de los pueblos de estos países, estamos listos para comenzar de inmediato a llevar a cabo estas tareas".
Luego, de forma teatral, dirigió la atención de la multitud a Dmitry Utkin, el tenebroso comandante neonazi cuyo nombre lleva uno de los grupos de Wagner y que se cree que es uno de sus confundadores. Utkin, un exoficial de las fuerzas especiales rusas, es recibido entonces con un gran aplauso, antes de decir a los mercenarios: "Este no es el fin. Este es sólo el comienzo del trabajo más grande que se llevará a cabo muy pronto. ¡Bienvenidos al infierno!".
Toda una declaración de intenciones que se unen a los mensajes repetidos por supuestos miembros de Wagner, en grupos similares, indicando que están en fases de un "nuevo comienzo".
No obstante, esta semana, el Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW), radicado en Estados Unidos, informó de que una fuente interna rusa afirma que las fuerzas de Wagner estarían llevando a cabo su primera fase de retirada de Bielorrusia, enviando en autobús a grupos de 500 a 600 personas desde Bielorrusia a las regiones de Krasnodar, Rostov y Voronezh; la segunda fase comenzará después del 13 de agosto.
El think tank insiste en que no ha observado pruebas visuales de fuerzas de Wagner saliendo de Bielorrusia, sobre todo de la base de Osipovichi donde han sido concentrados. Es esta fuente interna la que lo indica, añadiendo que un pequeño grupo de instructores de Wagner permanecería en Bielorrusia para entrenar a las fuerzas bielorrusas.
De momento, la marcha de Ucrania de un grupo tan potente y carismático como Wagner puede ser un problema serio en el campo de batalla, pero sus consecuencias reales aún no se conocen. Se espera que haya fallos por falta de manos, por menos tecnología y armamento y por el daño que hace a la moral saber que ya no se cuenta con este puño de hierro.
Sobreviven, pese a todo
Los que esperaban veneno, soga, disparo o inyección se equivocaron. No ha habido pena de muerte para quienes osaron poner en duda el poder de la cúpula del Ministerio de Defensa y, más aún, del propio Kremlin. Al final, Wagner perdura por puro pragmatismo: Putin los necesita y ellos necesitan a Putin.
En estos días, han sido muy comentados dos informes de analistas internacionales que valoran el futuro de Wagner. En el primero de ellos, publicado en Los Angeles Times, la analista Molly Dunigan, de RAND Corporation (un tanque de pensamiento de Santa Mónica, EEUU), explica que el grupo "perdurará como una fuerza de combate paramilitar", porque sigue siendo "esencial" para los intereses rusos. Da igual, indica, si acaba cambiando de líder -lo que no ve probable porque Prigozhin tiene mucho predicamento y tampoco se conocen otros nombres fuertes en entre sus milicianos-, porque los componentes actuales quieren mantener su estatus.
Y es que "pocos (efectivos) han optado por volver a casa", ya que no están sólo impulsados por la lealtad a Putin o a Prigozhin, sino más bien por una tripleta compuesta por "finanzas, libertad y miedo". La especialista, que lleva más de 20 años estudiando a los mercenarios del mundo, insiste en que la motivación del dinero es esencial, aparte de evitar las penas de cárcel en el caso de los presos. "Salir sin acabar el contrato es difícil", constata, porque no quieren integrarse en el ejército regular ruso, que es lo que Moscú quiso hacer con su ultimátum de julio. A lo económico se suma el miedo: amenazas de muerte a desertores, torturas y hasta asesinatos de quien quiere irse en unos grupos conocidos por su comportamiento "sádico y despiadado".
Aporta datos que dejan claras las diferencias de sueldo: el propio Putin ha reconocido que se había dejado mil millones de dólares en salarios de Wagner entre mayo de 2022 y mayo de 2023. Pueden estar en los 10.000 dólares, casi tres veces más de lo que se pagaba de media en la propia Ucrania en 2014, desde luego muy por encima de los 2.500 euros de salario de un soldado ruso. A cambio, se han perdido las compensaciones por muerte. Demasiadas bajas como para salir a cuenta.
Los componentes de Wagner no tienen un retorno sencillo. Tienen, dice la experta, un nivel de estrés postraumático por encima de la media de otras personas que han entrado en guerra abierta, lo mismo que de casos de depresión. Y ya hay reportes de que los primeros regresados, que algunos hay, son un "potencial significativo de que la actividad delictiva se extienda por toda Rusia a medida que este personal regrese a casa". Hay poca rehabilitación, añade, entre quienes son asesinos, ladrones y violadores y ahora han sido expuestos a más violencia.
Sin ir más lejos, este jueves la BBC avanzaba que hay noticias de un prisionero "que fue liberado antes de tiempo para luchar con los mercenarios de Wagner en Ucrania" ha sido acusado ahora de cometer un doble asesinato en Rusia, después de regresar a casa de la guerra. Wagner ha tenido problemas en esta ocasión para reclutar a ucranianos, serbios o moldavos, que han engrosados sus filas en el pasado, porque se oponen a la invasión del país vecino, así que en vez de estos exveteranos de guerra o exmiembros de sus Inteligencias nacionales ha sido más "creativo e indulgente" y se ha ido a por delincuentes.
El otro informe destacado en estos días sobre Wagner lo firma Colin P. Clarke para el Instituto de Investigación de Política Exterior de Filadelfia (FPRI, por sus siglas en inglés). Lo primero que destaca sobre el nuevo rumbo de Wagner es que ahora se ha corrido el "velo" que había sobre las relaciones del grupo con el poder ruso, evidentes pero no confesadas. Ahora Putin lo ha reconocido como "un conglomerado operado y financiado por el Kremlin, diseñado para llevar a cabo los objetivos de la política exterior de Rusia y proyectar su influencia en el extranjero".
No todo puede quedar igual tras el golpe. La salida de Ucrania, indica, ha sido un mazazo porque ahora mismo era su mayor misión, el mayor contrato y, por tanto, la mayor fuente de ingresos. Además, Putin ha obligado a la entrega de armamento, al menos el más pesado, usado en ese conflicto, así como de su hardware, con lo que Wagner ha perdido algo de capacidad de golpeo. También se ha impuesto un mayor aislamiento a su líder, hay más rendición de cuentas al Kremlin y menos agenda propia.
Pero el autor reconoce que el grueso de la estructura y de las relaciones no se toca. Es "complicado", explica, porque los Wagner gozan de "un gran reconocimiento" en toda Rusia y porque sirven "como multiplicadores de fuerzas para el Kremlin, realizando operaciones que son esenciales" en el exterior, para mantener el peso ruso.
Ni siquiera se ha abordado aún un hipotético cambio de liderazgo, muy complicado en una compañía militar privada, con unidades dispersas por todo el mundo y menos jerarquía, mucha menos, que un Ejército. Prigozhin puede ser un líder querido, indica el analista, pero no tan amado como para "inmolarse" por él. Por eso, no es descartable que aún se produzca una "fractura o división", una atomización del grupo en los distintos países, cada cual con su cometido; ya, de hecho, se trabaja como unidades de élite, esto es, con autonomía de decisión sobre el terreno, siendo más ágiles y dinámicos, según las circunstancias.
Clarke recuerda que hay que estar pendientes, también, de esa espada de Damocles que pesa sobre los grupos de milicianos privados, a los que en junio Putin dio orden de ponerse bajo el ala de sus Fuerzas Armadas. "Técnicamente", los miembros de Wagner siguen siendo ilegales, porque formalmente no han pasado al abrigo y control de Moscú. Está por ver si se les incluye, con el tiempo, o se les deja hacer, como hasta ahora.
Hay docenas de compañías como Wagner que han pasado ya por el aro, pero no son Wagner. Ahora, al menos, no se pueden desmandar en Ucrania, a las puertas de casa. "Rusia se ha vuelto cada vez más dependiente de estas compañías privadas para funcionar como punta de lanza de su política exterior", indica, insistiendo en la idea de Dunigan. Wagner, hasta ahora, ha sido el más exitoso.
África, el refugio
Los hombres de Wagner sólo ha trabajado como pocos en el campo de batalla abierto, sino que ha cerrado y velado por contratos "altamente lucrativos" en materias como gas, petróleo, diamantes, oro, uranio... Un negocio internacional en expansión. "Estos productos han ayudado a Moscú a capear la tormenta de las paralizantes sanciones occidentales" impuestas desde que el 24 de febrero de 2022 se invadió Ucrania.
Y sin estos "flujos continuos de ingresos provenientes del corso en el extranjero, la economía rusa se verá afectada, lo que podría conducir a una mayor discordia en las filas de los oligarcas y otras élites rusas", esas que aún entienden que la intervención en Ucrania es tibia y que reclaman poner toda la carne en el asador, sean cuales sean las consecuencias. Es parte de la oposición interna a la que hace frente Putin hoy en día.
Moscú no ha superado aún el desafío de lograr la misma influencia externa y el mismo poder por otros medios, aunque lo intenta, con gestos como el grano gratis que el presidente ruso ha ofrecido recientemente a países africanos. No le valen aún frente a la "navaja suiza" que sirve para todo en se ha convertido Wagner, un imprescindible, dice el experto. Allá donde está, brinda seguridad, apuntala juntas militares, señores de la guerra y hombres fuertes.
Hace acuerdos de participación en las ganancias de los productos que persiguen y aporta además gestión de medios y redes de desinformación, de los que estas naciones carecen. Una ayuda muy valiosa, múltiple, que puede alterar también los equilibrios en la zona, de las materias primas a la energía, pasando por los flujos de migrantes y el yihadismo. Ya se han dado choques con la OTAN en este último campo.
No obstante, el norteamericano precisa que, por bien que lo hagan y respetados que sean sus hombres, los que tienen las botas sobre el terreno, los países donde están desplegados y reciben su ayuda tienen claro que el acuerdo no es con Prigozhin, sino con Putin. "Si las condiciones cambiaran", estarían con Moscú.
Donde Wagner ha encontrado refugio, donde su situación prácticamente no se ha alterado, es en África, muy olvidada por EEUU y Europa, donde Rusia ha tomado delantera. Esta misma semana se ha sabido que los golpistas de Níger han pedido ayuda a los milicianos. La petición de ayuda se produjo durante la visita de uno de los cabecillas del golpe, el general Salifou Mody, a la vecina Mali, donde contactó con un representante de Wagner, según desvelaron varios medios. Oficialmente llamado PMC Wagner (como se ve en su logotipo), se cree que el grupo está ahora mismo desplegado al menos en Malí (se cree que unos mil milicianos), la República Centroafricana (otros tantos), Sudán (al menos 700) y Libia (hacia 1.200) pero ha podido actuar hasta en una veintena de estados.
En junio, el presidente de la República Centroafricana, Faustin-Archange Touadéra, dijo al ser preguntado por Wagner una frase que resume lo que piensan los gobiernos colaboracionistas con el Kremlin: "Necesito proteger a la población. Necesito proteger las instituciones de la república. Pedí ayuda a todos, ¿y se suponía que debía rechazar la ayuda de aquellos que querían ayudarnos?".
Prigozhin, a quien Putin no le ha ordenado guardar silencio a tenor de las constantes declaraciones que hace -aunque ya no se le ha escuchado nada más contra Defensa o el propio presidente, lógicamente-, explicó en declaraciones al medio Afrique Media TV que "no ha habido y no habrá ninguna reducción" de su despliegue en países africanos.
Sobre Níger, más recientemente, afirmó: "Lo ocurrido no es otra cosa que la lucha del pueblo nigerino contra los colonizadores". Curiosa manera de hablar de un golpe. En la misma entrevista reconoció, no obstante, que a mediados de julio había tenido que vender algunos activos de Wagner para reconducir sus finanzas, una vez expulsados de Ucrania y exiliados (y limitados) en Bielorrusia.
África ha sido calificada por los expertos como el "espacio natural" actual de los milicianos, porque es donde Rusia más los necesita, en su intento de pelear por los recursos de la zona con Washington. Quedó de manifiesto en la Cimbre África-Rusia que se celebró en la última semana de julio en San Petersburgo, de la que Prigozhin estuvo dando cuenta con detalle en sus redes. Pese a las consecuencias, los países que recurren a Rusia dependen tanto de ella para mantener sus actuales estructuras de poder que sostienen la apuesta incluso aunque reciban sanciones, como las impuestas a Mali en primavera y a inicios de verano. El líder de Wagner, entre la realidad y la bravuconería, afirma: sin la asistencia rusa, "África no puede subsistir".
Parece que la reciente lucha se ha resuelto, pues, con Putin diciendo a Wagner, en gran medida, que se concentre en África, donde es un componente necesario en su maquinaria. Otra cosa es que, en los meses por venir, se transforme ligeramente, se cambie de nombre, releve a su líder, se disuelva o se quede como está.
"Hasta que Putin pueda descubrir cómo lidiar con las consecuencias del golpe abortado de Prigozhin, Moscú seguirá siendo vulnerable, ofreciendo a Ucrania su mejor oportunidad hasta la fecha de romper el estancamiento militar y poner a Rusia de rodillas", concluye en su análisis Clarke.