Guerra Wagner- Defensa: Moscú intentó poner a los mercenarios bajo su manto y ha tenido rebelión

Guerra Wagner- Defensa: Moscú intentó poner a los mercenarios bajo su manto y ha tenido rebelión

El ministerio ruso planteó regularizar a los voluntarios para "aumentar la efectividad". No citó a los de Prigozhin, pero es a ellos a los que quería atar en corto. La primera respuesta: que esperen sentados. La segunda, levantarse y tomar hasta bases. 

​Guerra Rusia - Ucrania en directo: última hora de la ofensiva del Grupo Wagner

El ministro de Defensa de Rusia, Serguéi Shoigu, y el jefe del Grupo Wagner, Yevgueni Prigozhin, en sendas imágenes de archivo.Getty Images

En los dominios de Vladimir Putin hay otra guerra abierta, que no es la de Ucrania, aunque con ella tenga que ver. Es la que mantienen, a degüello, el grupo de mercenarios Wagner y el Ministerio de Defensa de Rusia. La sublevación iniciada anoche por los de Yevgueni Prigozhin ha sido la culminación a unos días de enorme tensión, la respuesta, el plante, a una decisión de Moscú que no ha gustado nada al jefe de estos buscadores de fortuna. Era la guerra abierta tras meses de roces, tensiones y pugnas. Ahora, es guerra total. 

Los adversarios venían días protagonizado un nuevo episodio que daba cuenta de que las espadas estaban en todo lo alto, de que la pelea era seria: el departamento del Gobierno ruso había ordenado que los destacamentos de voluntarios -la palabra eufemística con la que se habla de mercenarios y que están cifrados en unos 40 actualmente- debían firmar antes del 1 de julio un contrato con Defensa para tenerlos bajo su manto. O sea, bajo su mando. La excusa era lograr más orden, más coordinación, más seguridad, pero de fondo estaba la batalla personal que, al final, le ha estallado en la cara al Kremlin.

Parece que con esta jugada Moscú se movía para tomar el control directo de Wagner, aunque no lo citara ni por asomo en el comunicado en el que daba orden de esta reagrupación. El viceministro de Defensa, Nikolai Pankov, anunció hace dos sábados este paso, por lo que el tiempo corría en contra de Wagner. Su primera reacción fue no dar el brazo a torcer, esperar y criticar. Su jefe, Prigozhin, contestó un día después de la propuesta que sus fuerzas boicotearían esos nuevos contratos. Que esperen sentados en Defensa, vino a decir. 

De Prigozhin se dice que tiene ambiciones políticas claras, por lo que hay quien dice que la rebelión de las últimas horas busca directamente echar a  Putin (con el que ha tenido buena relación y cercanía). ¿Hay otra mano detrás, desconocida? ¿Busca acaso acabar con la desgastante guerra de Ucrania? Todo son preguntas, pero el carácter del empresario y la "provocación" del alistamiento bajo Defensa son suficientes, dicen algunos blogueros rusos, como para haber levantado todo este monumental lío. 

Se ha visto envuelto desde hace tiempo en una disputa dura con el ministro de Defensa Sergei Shoigu y con el jefe militar, Valery Gerasimov, y lleva meses de luchas internas con ellos y sus funcionarios, cada cual en busca de más influencia. Sus acusaciones favoritas: llamarlos "incompetentes" y decir que no les mandan armamento a los suyos precisamente para que no se luzcan en Ucrania. Los ha llegado a acusar de disparar directamente sobre los miembros de Wagner en el país, unos 50.000 uniformados según cálculos de la Inteligencia de Estados Unidos. 

Se le ha ido calentado la boca hasta que, en mayo, Prigozhin se refirió, por primera vez, directamente a Putin como un "abuelo feliz" que "piensa que es bueno", pero que a lo mejor resulta ser un "completo gilipollas". "Wagner no firmará ningún contrato con Shoigu", avisó Prigozhin al conocer la exigencia de Moscú. Y remachó: "Shoigu no puede gestionar adecuadamente la formación militar". Putin no lo ha criticado en público a él nunca, hasta que esta mañana ha comparecido y lo ha acusado de dar "una puñalada por la espalda"

Hace 10 días, Prigozhin volvió a la carga con más bilis: "Cuando la patria estaba en problemas, cuando se necesitaba la ayuda de Wagner y salimos todos a defenderla, el presidente nos prometió todas las garantías sociales", señaló en su canal de Telegram. "Tengo 20.000 muertos, ¿Deberían firmar también un contrato con el Ministerio de Defensa?", se preguntaba con sorna. "Ninguno de los combatientes de Wagner está listo para volver a recorrer el camino de la vergüenza. Y así nadie firmará contratos", abundaba.

Insistió en que nunca les avisaron de que ir a Ucrania conllevaría, luego, acogerse al Gobierno por completo y rechazó las excusas de que sus efectivos tendrán con el cambio más garantías sociales. Cree que la Cámara Baja y Putin "encontrarán una solución de compromiso" para los wagner sin necesidad de contrato alguno. 

Desde entonces, cada día se ha ido revolviendo y afirmando que su grupo estaba bien integrado con el Ejército ruso, eso sí, hablando sólo con los militares con los que se sentía cómodo, y no con la actual cúpula. Por ejemplo, la agencia Reuters situaba al general Sergei Surovikin como su principal figura de enlace. Eso no valía al Kremlin y ahora han visto la oportunidad de atarlos en corto. Una venganza por todo este tiempo de toma y daca, en frío, dolorosa. Venganza a la que está respondiendo Wagner por todo lo alto. 

Los servicios de Inteligencia de Reino Unido corroboraron la pasada semana que la retórica de Prigozhin estaba "evolucionando hacia un desafío a amplios sectores" de las autoridades rusas. No es nuevo, pero iba a más, hasta estallar en estas horas. 

Durante los casi 16 meses de "operación militar especial" en Ucrania ha habido críticas al Gobierno ruso, especialmente el pasado otoño, con la primera gran movilización; gente de dentro, diputados, mandos militares y comentaristas a sueldo cuestionaban la necesidad de extender el reclutamiento o lo contrario, entendían que ya se iba tarde, que a Ucrania había que acudir con todo, con los 800.000 soldados que entraron en Checoslovaquia en 1968. Era el reflejo de las dos almas defensivas del país, que usan el Ejército y la guerra como medios para tener más poder, y a las que el presidente tiene que contentar para mantener la calma.

Básicamente, los bandos enfrentados son el de la cúpula actual del Ejército y el Ministerio de Defensa, comandado Shoigu, y el del llamado Partido de la Guerra, compuesto por el ala dura de las Fuerzas Armadas más los mercenarios de Wagner y los luchadores chechenos que lidera Ramzan Kadirov que, pese a todo, sí que están ya firmando los nuevos contratos presentados por Defensa. Este segundo grupo suele pedir más mano dura, unos por visión militar y otros por intereses particulares, los de controlar más suelo en Ucrania y, por tanto, más recursos, y llevarse así más dinero para sus territorios o mejores contratos. Actúan de forma independiente a Defensa, se comunican con el círculo del presidente sin pasar por Shoigu (el caso más claro es Yevgueny Prigozhin, al que llaman el cocinero de Putin) y se ven tan fuertes que hasta critican en público algunas decisiones sin riesgo a acabar en la cárcel.

Los analistas llevan meses indicando que existen posibilidades de un intento de golpe interno por este grupo, para tener una cúpula militar afín que le permita influir más y llevarse más dinero. Baste un botón: Shoigu quitó a Wagner (que aporta mucho más que mercenarios, desde servicios de limpieza a manutención) contratos millonarios de los que había gozado hasta hace pocos años, casi el 90% de ellos quedaron rescindidos tras unas desavenencias a propósito de Siria. Prigozhin quiere otro ministro arriba y nuevos contratos, como mínimo. 

Para que eso suceda, se ha extendido una red de críticas, jugadas bajo cuerda y presiones que tensionan el Kremlin. Los episodios han ido escalando en gravedad hasta el punto de que semana pasada Wagner secuestró a un alto comandante del ejército de primera línea, el teniente coronel Roman Venevitin, después de acusarlo de abrir fuego contra un vehículo Wagner cerca de Bajmut, la ciudad donde se libra la batalla más larga de esta contienda. Al ser liberado, el militar dijo en diversos blogs rusos que había sido torturado en un sótano y que los milicianos están causando la "anarquía" en el frente de Ucrania. Hasta ahora, ese secuestro era lo más serio. Ahora todo es abierto e impredecible. 

Tanta tensión rompió en el puñetazo sobre la mesa de Defensa, una orden ante la que Putin no abrió la boca. El ministerio supo, de cara a la galería, explicar sus motivos para el cambio: quiere "aumentar la efectividad" de las unidades rusas que luchan en Ucrania. "Esto dará a las formaciones de voluntarios el estatus legal necesario, creará enfoques comunes para la organización de un apoyo integral y el cumplimiento de sus tareas", dijo en un comunicado. Dará estatus legal a estos grupos, que ahora mismo no tienen ese rango y actúan en la alegalidad por todos conocida, y afirma que se conseguirán "enfoques comunes", "apoyo integral" de las fuerzas y un "mejor cumplimiento de las tareas". 

Prigozhin ha pasado de todo eso, es evidente por sus palabras y sus actos. Dijo que son"absolutamente tonterías". Contraatacó insistiendo en que está listo para desplegar más tropas en Ucrania si hace falta y también en suelo ruso, como la región de Belgorod, donde han surgido grupos locales proucranianos que están atacando ocasionalmente. Un gesto de compromiso con la causa rusa, ante los que ahora especulan con si quiere acabar con su gesto la guerra iniciada hace 16 meses. 

También sacó a colación Bajmut, de nuevo. Ha sido su principal caballo de batalla, porque es la ciudad donde Wagner ha peleado en solitario, sin ayuda ni remota del Ejército ruso, logrando controlar casi todo su perímetro. De hecho, el 1 de junio comenzaron a retirar sus efectivos porque la daban por tomada, cosa que Kiev negó. Ahora, ese frente se ha recrudecido con el lanzamiento de la esperada contraofensiva ucraniana de primavera

"Son responsables ante las madres e hijos de decenas de miles de muertos y heridos -por no entregar munición-, y yo haré que rindan cuentas", dijo en alusión a los mandatarios del Ministerio de Defensa. La munición es el punto débil de Wagner, porque no tiene, depende totalmente de Defensa para ello. Así se entienden mejor los reproches... 

Cómo unos mercenarios llegan a plantar cara al Kremlin

El Grupo Wagner se describe a sí mismo como una "compañía militar privada" y eso ha sido durante años. Se ha convertido cada vez más en una herramienta para extender el poder estatal ruso en todo el mundo, con el visto bueno del Kremlin, pero sin estar bajo su tutela. Actualmente se cree que sus tropas se han desplegado en Malí, la República Centroafricana, Sudán y Libia, además obviamente de Ucrania. 

Oficialmente llamado PMC Wagner (como se ve en su logotipo), fue identificado por primera vez en 2014, cuando respaldaba a las fuerzas separatistas prorrusas en el este de Ucrania, cuando se levantaron en Donetsk y Lugansk. En ese momento era una organización secreta, que operaba principalmente en África y Medio Oriente, y se cree que tenía apenas 5.000 combatientes, en su mayoría veteranos de los regimientos de élite y fuerzas especiales de Rusia. Desde entonces, ha crecido considerablemente, hasta esos 50.000 hombres que estiman EEUU y Reino Unido. 

El Ministerio de Defensa británico afirma en sus informes que la organización comenzó a reclutar grandes cantidades en 2022, porque Rusia tuvo problemas para encontrar personas para el ejército regular. Alrededor del 80% de sus tropas en Ucrania han salido de las prisiones, según el Consejo de Seguridad Nacional de EEUU. Como las fuerzas mercenarias son ilegales en Rusia, el Grupo Wagner se registró como empresa en 2022 y abrió una nueva sede en San Petersburgo. Pero su objeto final es el que es y siempre se ha hecho la vista gorda. Hasta con vallas publicitarias o anuncios en redes sociales abiertas se publicitan. 

Prigozhin es ahora el jefe, pero lo lo fue en sus inicios. Él puede ahora hablar a rostro descubierto, convertido en un hombre con cierto acceso a Putin, aunque no sea de quienes le susurran en el oído. Puede hacer vídeos y reivindicar lo que ejecuta Wagner. No así hace unos años, cuando comandaba el grupo el exoficial del ejército ruso Dmitri Utkin, cuya identidad desveló una investigación periodística de la BBC hace dos años.

La primera operación del Grupo Wagner se cree que ayudar a Rusia a anexar Crimea en 2014. Luego ha dado ayuda puntual a los rebeldes del Donbás. En las semanas previas a la invasión rusa de Ucrania, se cree que llevó a cabo ataques de bandera falsa para darle al Kremlin un pretexto para entrar. Y así se hizo. El Grupo Wagner ha estado muy involucrado en la toma-no toma de Bajmut, desplegados en todo el este de Ucrania. Las tropas de Kiev dicen que sus combatientes fueron enviados a atacar en gran número en campo abierto, con muchos muertos como resultado. 

Prigozhin también se ha desmarcado del mensaje oficial de Rusia de que la guerra está siendo un caramelo y el mes pasado admitió indirectamente que los cálculos difundidos por Occidente y Ucrania han estado todo este tiempo más en línea con la realidad que aquellos números que Moscú da para dulcificar la contienda. En mayo, señaló que el 20% de sus reclutados inicialmente ha muerto; son unos 10.000, pues. A estas bajas se le deben añadir otros tantos, oficiales que se habían alistado voluntariamente en las filas de Wagner y que murieron también. Las Inteligencias aliadas hablan de un porcentaje alto de deserciones, también, pero el jefe de los mercenarios no afinó este dato, más doloroso para su ego que los muertos. 

En los primeros meses de esta guerra, el Ministerio de Defensa de Moscú no mencionaba que el Grupo Wagner estaba involucrado en los combates. Hacía suyos los éxitos, eso sí. Sin embargo, poco a poco empezó a elogiar a sus mercenarios por desempeñar un papel "valiente y desinteresado". No han ido a más, el odio es mayor. 

Desde 2015, los mercenarios del Grupo Wagner han estado en Siria, luchando junto a las fuerzas progubernamentales y protegiendo los campos petroleros. También hay mercenarios del Grupo Wagner en Libia, apoyando a las fuerzas leales al general Khalifa Haftar. La República Centroafricana (RCA) los ha invitado, por consejo de Moscú, a proteger las minas de diamantes, y se cree que está protegiendo las minas de oro en Sudán. El Gobierno de Malí, en África Occidental, está utilizando al Grupo Wagner contra los grupos militantes islámicos. Se cree que Prigozhin gana dinero, mucho, con estas operaciones de Wagner. El Tesoro de EEUU sostiene que usa su presencia para enriquecer a las empresas mineras, de las que es propietario, y las ha puesto bajo sanciones.

A falta de saber si hay algo más, si quiere tocar poder, esto es un negocio, por eso quiere estar aún más arriba y no tener intermediarios o, al menos, funcionarios que le chafen los planes, como los que ahora trabajan en el Ministerio de Defensa. Un negocio, sí, en el que hay pocos escrúpulos, porque Wagner arrastra acusaciones de crímenes de guerra. En enero, uno de sus antiguos comandantes solicitó asilo en Noruega después de desertar del grupo de mercenarios. Afirma haber sido testigo de violaciones de la legislación internacional en tiempo de contienda. 

Los fiscales ucranianos también han señalado ya a tres mercenarios de Wagner que mataron y torturaron a civiles cerca de Kiev en abril de 2022, junto con las tropas regulares rusas, mientras que la inteligencia alemana dice afirma que estos uniformados también pueden haber masacrado a civiles en Bucha en marzo de 2022, cuando los rusos se retiraron incapaces de hacerse rápido con la capital, Kiev, y arrasaron en su retirada. 

A la espera de las investigaciones que se están llevando a cabo en Ucrania, Naciones Unidas y el Gobierno de Francia ya han acusado a mercenarios de Wagner de cometer violaciones y robos contra civiles en la República Centroafricana y en 2020, el Ejército de los EEUU denunció que habían colocado minas terrestres y otros artefactos explosivos improvisados en la capital libia, Trípoli y sus alrededores.

No son cuatro uniformados a los que les gusta la guerra y la vorágine. Son un pilar oculto, oscuro, que se ha hecho fuerte y en el que Putin se ha apoyado a sabiendas. Ahora toca lidiar con el dragón al que se ha dado tanto y tan bien de comer. Todos esperaban hasta fin de mes para saber si Prigozhin agachaba la cabeza o apostaba por la guerra interna, hasta sus últimas consecuencias. Ahora ya tenemos la respuesta. 

MOSTRAR BIOGRAFíA

Licenciada en Periodismo y especialista en Comunicación Institucional y Defensa por la Universidad de Sevilla. Excorresponsal en Jerusalén y exasesora de Prensa en la Secretaría de Estado de Defensa. Autora de 'El viaje andaluz de Robert Capa'. XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla.