Putin planea su venganza a fuego lento
El presidente ruso tiene que tomar una de las decisiones más complicadas desde que está en el cargo de primer ministro.
Los reveses que Rusia está sufriendo en las últimas semanas han avivado el ruido acerca de una posible renovación de parte del gobierno. Si bien Vladimir Putin parece haber salido perjudicado de lo ocurrido el pasado sábado, hay alguien que parece estar herido de muerte en el Ejecutivo de Rusia, el ministro de Defensa, Serguei Shoigu.
Muchas son las voces que apuntan a una destitución de su cargo no inminente pero sí muy cercana. No la catalogan de inmediata ya que el presidente ruso no suele caracterizarse por tomar decisiones en caliente y sin meditarlos durante al menos, unos días, por lo que esa opción pierde fuerza.
Además, Shoigu es uno de los grandes -y pocos- amigos verdaderamente fiables de Putin. De hecho, muchos han sido los veranos en los que ambos han viajado juntos de vacaciones, por lo que se puede considerar que Shoigu es uno de esos hombres que se podría catalogar como "de confianza" del líder del Kremlin.
Shoigu y Putin, muy desgastados
Es por ello por lo que una destitución, además de ser una decisión complicada a nivel personal para Putin, también lo es a nivel político, ya que podría ser considerado como síntoma de debilidad de Putin y más tras haber acusado a Prigozhin de traidor por demandar el relevo de Shoigu de su cargo.
Todo esto hace que sea muy complicado para Putin tomar una decisión tan trascendental y que puede hacer temblar los cimientos de su gobierno, fuertemente criticado entre los sectores más nacionalistas por el camino que ha tomado la guerra tras año y medio así como los motivos que empujan al gobierno a seguir con su campaña en el frente ucraniano.
Pese a ello, no es nada descartable que Putin esté maquinando una estrategia para poder deshacerse de Shoigu de la forma más inesperada pero efectiva posible, reubicándolo en algún otro puesto de menor exposición.
Shoigu, por su parte, ha estado en muchas de las quinielas como posible sucesor de Putin, algo que no parece que tenga mucho recorrido teniendo en cuenta la edad que tiene (68 años), que Putin estará al frente del país -a priori- hasta 2036 y que no cuenta con el apoyo público necesario para ser considerado 'el elegido'.