¿Por qué Marruecos no acepta la ayuda de Francia tras el terremoto?
La mano tendida es rechazada por geopolítica: las relaciones París-Rabat se han resentido por el espionaje a Macron con Pegasus, el acercamiento del Elíseo a Argelia, las restricciones de visados y, claro, por el conflicto en el Sáhara.
El número de víctimas por el terremoto de entre 6,8 y 7 grados que azotó varias provincias del sur de Marruecos el pasado viernes alcanza ya los 2.862 muertos y 2.562 heridos. Al menos, hasta la noche de ayer. Los servicios de emergencia se afanan en buscar supervivientes en unos pueblos hechos harina, de construcciones pobres, con escasos servicios diarios y también ahora, en momentos de crisis, y a veces poco accesibles también.
En este contexto, se puede entender que toda ayuda es poca pero por ahora se mantiene la decisión del rey de Marruecos, Mohamed VI, de rechazar la ayuda humanitaria de algunos países. Una postura muy polémica que, oficialmente, se intenta explicar indicando que prefieren tener controlada la ayuda, que no suponga una oleada de demasiadas manos. Argumenta Rabat también que prefiere hacer primero una evaluación de las que tienen en cada momento. Según Marruecos, la falta de coordinación con la ayuda de otros países podría ser "contraproducente". Y, sin embargo, sí ha permitido la entrada de personal de España, Reino Unido, Qatar y Emiratos Árabes.
En la noche del domingo, Marruecos emitió un comunicado en el que decía que sólo aceptaba la ayuda de sus aliados. Y entre ellos no estaba Francia, metrópoli en el pasado, posiblemente el país europeo -junto con España- con el que más intensas han sido las relaciones en la historia reciente y, sin duda, más cercano y con mejores equipamientos que otras naciones sí aceptadas. ¿Por qué, entonces, Rabat dice no? La clave está en la geopolítica.
En 2021, el Gobierno francés denunció que Marruecos había espiado a su presidente, Emmanuel Macron, y a su Ejecutivo con el programa israelí Pegasus. Francia redujo entonces a la mitad los visado expedidos a los ciudadanos marroquíes, por más que, por ejemplo, el propio rey se encontrase en su territorio cuando ocurrió el seísmo, como casi siempre, por otro lado. La antigua potencia colonial, con una gran diáspora marroquí, no ha roto, porque hay demasiado en juego, pero sí ha rebajado las relaciones.
Tampoco ha gustado que Macron buscase estrechar lazos con Argelia, que rompió relaciones diplomáticas con Rabat en 2021, acusada de "actos hostiles". Francia, con la guerra de Ucrania y la necesidad de buscar alternativas energéticas a Rusia, ha puesto sus ojos en este país norteafricano para tener acuerdos preferentes de suministro.
Las restricciones de visado a los marroquíes, levantadas el pasado diciembre, también habían tensado las relaciones, recuerda AFP. Desde hace meses, no hay embajador marroquí en Francia.
A esta crisis de hondas consecuencias hay que sumar el choque entre los dos países por el Sahara Occidental, toda vez que Macron no ha apostado claramente por la hoja de ruta de Rabat en la zona, o sea, por avalar la soberanía marroquí sobre el Sáhara y afirmar que su propuesta de autonomía es la única "seria, creíble y realista", términos con los que Estados Unidos reconoció el ascendente de Marruecos ya en 2020. Dicho movimiento hizo que luego otras naciones hicieran lo propio, como España e Israel, dando a Mohamed VI un espaldarazo nunca visto sobre este conflicto.
Rabat se impacienta con París, insiste en que se sume a ese reconocimiento, pero la respuesta del presidente centrista es la misma: alega que su visión sobre Sáhara Occidental ya es "claramente favorable" y no va más allá.
El presidente Macron afirmó ya el domingo que Francia está dispuesto a intervenir "en el segundo" en que las autoridades marroquíes lo soliciten. No hay noticias, pero sí mano tendida.
También Alemania
El de Francia es el caso más sangrante del veto marroquí, por lo que los dos países han sido, pero no es el único país vetado. Rabat ha rechazado también la ayuda de Alemania, aunque Berlin asegura que sus relaciones en estos momentos son buenas. En tiempos de Angela Merkel también chocaron las dos capitales por el Sáhara, Berlín no ha cambiado su postura al respecto pero ha engrasado las relaciones para activar, sobre todo, proyectos comerciales ventajosos para las dos partes.
Para países como Estados Unidos, Argelia, Turquía, Italia y Portugal por ahora no hay contestación oficial de Marruecos en cuanto al envío de ayuda, muy necesaria, sobre todo, en los primeros días de la catástrofe. Tras unas primeras horas de inmovilidad, la prensa internacional desplazada a la zona del epicentro, a unos 70 kilómetros de Marrakech, dice que está empezando a llegar material y medios gubernamentales.
Estas polémicas políticas ya se han dado antes ante cataclismos de la naturales. El último ejemplo, el reciente terremoto en Turquía y Siria, donde la ayuda tenía problemas para llegar a Siria por problemas con el régimen sirio. Pasó con el terremoto en Indonesia en 2018, que expulsó a las ONG internacionales o con el terremoto de Sichuan, en China, que rechazó la ayuda de Japón.