Perfil: François Bayrou, la última bala de Macron en la trinchera entre izquierda y derecha
Líder del Movimiento Democrático (MoDem), este centrista escorado a la derecha será el cuarto primer ministro de Macron en los últimos dos meses. Pieza clave de la historia política gala, afrontará la compleja misión de lograr acuerdos a izquierda y derecha (y sobrevivir al intento).
François Bayrou (Bordères, Pirineos Atlánticos, 25 de mayo de 1951) afronta la difícil tarea de convertirse en el próximo primer ministro de Francia y no ser despachado en el mismo tiempo récord que acumulan sus antecesores, tras la moción de censura que derribó al conservador Michel Barnier. Este centrista regresa a la primera línea de la política francesa, de nuevo, como última bala del presidente Emmanuel Macron.
El mandatario del que la ultraderecha dice que ha optado por "bunkerizarse" se ha decantado este viernes por Bayrou para resistir en la simbólica trinchera mientras silban las balas de izquierda a derecha. Más allá de las metáforas, su mayor tarea, si esta legislatura continúa viva, será la de tender puentes y lograr acuerdos a derecha y izquierda -bajo la atenta mirada depredadora de Agrupación Nacional-, en primer lugar, los presupuestos. Y sobrevivir al intento. Si no lo hace, será el cuarto primer ministro que cae en solo dos meses.
El mismo hombre del que Le Monde, uno de los grandes periódicos franceses, aseguraba hasta hace unas horas que Macron le había propuesto ser 'número 2' del macronista Roland Lescure, actual vicepresidente de la Asamblea Nacional, como primer ministro... está detrás de otro giro político inesperado en la política gala. Una hora y 45 minutos después de ese despacho, el resultado fue más bien otro.
Tres veces candidato presidencial, exministro y alcalde de los Pirineos franceses
¿Pero quién es Bayrou? Si Macron se había decantado ya por una pieza clave de la política francesa con Barnier, esta vez no ha 'fichado' al exnegociador del Brexit -la compleja situación política en París requiere diálogos de ese nivel-, pero sí a un hombre muy conocido en la política gala. Tanto que la historia reciente francesa no se entendería sin su figura.
Bayrou no solo ha sido candidato presidencial en tres ocasiones, llegó al Elíseo como ministro de Educación en el Gobierno de Édouard Balladur -y luego en el primero de Alain Juppé- durante los últimos compases de los noventa. Concretamente, entre 1993 y 1997. Su nombre se asocia indudablemente a la oposición al proyecto de referéndum que el conservador Jacques Chirac proponía en materia de educación. Quizás por ello Juppé le premió aumentando el rango de su ministerio incluyendo la formación profesional, la investigación y la educación superior en su departamento.
También tuvo una etapa muy breve como ministro de Justicia en el Ejecutivo de Édouard Philippe, en 2017, que no duró más de un mes. Fue entre el 17 de mayo y el 19 de junio, pero un supuesto caso de corrupción con diputados de su formación le hizo salir abruptamente del Gobierno.
El centrista se enfrentó en 2002 a Chirac, en un momento en el que desde su formación, UDF (Unión por la Democracia Francesa), había voces que pedían apoyarle en la primera vuelta. Acabó con un sorprendente cuarto puesto en los comicios y apoyó a Chirac ante una segunda vuelta que le enfrentaba con el padre de Marine Le Pen, Jean-Marie. Fue uno de los díscolos que no quiso fundirse en el proyecto de Chirac para fusionar derecha y centro, la UMP, y el tiempo le dio la razón, en forma de buenos resultados en las regionales de Aquitania y después en las europeas de 2004.
En 2007, ya con Nicolas Sarkozy como el rival a abatir en la UMP y con MoDem forjado, Bayrou había dado un impulso apoyado en su idea de una 'revolución cívica'. Su planteamiento político entronca perfectamente con la situación de fragmentación política actual. En medio de una gran polarización y con la creciente amenaza de la ultraderecha francesa consiguiendo opciones reales de gobernar, hace dos décadas él proponía un Gobierno de unidad que conjugase derecha, centro e izquierda.
Logró el tercer puesto en la primera vuelta con un 18%, frente al 30% que logró Sarkozy. Lógicamente, su apoyo era el que tanto la UMP como los socialistas de Ségolene Royal -la otra candidata en liza- necesitaban para decantar la segunda vuelta. Aunque se plantó contra Sarkozy, como líder de su formación dejó un gesto más que simbólico. Libertad total, le dijo a sus seguidores que la elección era suya y no pidió el voto para nadie. El gesto dice mucho él, pero sus votantes le entregaron las llaves del Elíseo a Sarkozy.
No le fue tan bien en su última intentona en unas presidenciales en 2012. El panorama político había cambiado antes de que comenzaran a dejarlo intuir los sondeos electorales. Fue quinto entre una lista de nombres que encabezó Sarkozy, seguido del socialista François Hollande, la recién llegada Marine Le Pen y el izquierdista Jean-Luc Melenchon. Nada más conocer este viernes que Bayrou sería primer ministro, la formación que lidera este último ya ha anunciado que habrá moción de censura. Bayrou cerró filas con Hollande, de nuevo, dando libertad a sus votantes. Aquella vez no ocurrió lo mismo y los socialistas subieron al poder.
La decisión de 2017 que salvó a Macron: hacerse a un lado
Paradójicamente, Bayrou tomó de cara a las presidenciales de 2017 una decisión que influyó de lleno en la del propio Emmanuel Macron. Cabe recordar que este había sido ministro de Economía del propio Hollande antes de convertirse en una gran figura en la Francia de por aquel entonces -forjó un partido con opciones de gobierno desde el centro y mediante una candidatura muy personalista-.
En un momento que venía diluyéndose su tirón electoral, Bayrou optó por no presentarse a las presidenciales de 2017, pero no se quedó ahí. Rubricó un pacto con La República en Marcha de Macron por el que conformaron una alianza con otros partidos centristas. De esa suerte de cajón de sastre es de donde acaba de salir rebuscando el propio Macron para elegir a su próximo primer ministro.
En los últimos años, Bayrou había centrado buena parte de sus esfuerzos en la política local. Es -dejará de serlo cuando tome posesión del cargo de primer ministro- alcalde de Pau, la capital del departamento de los Pirineos Atlánticos, en Nueva Aquitania desde 2014. El pedestal regional que ya le sustentó. Catedrático de Literatura por la Universidad de Burdeos, en el plano personal es católico practicante y tiene seis hijos con su esposa, Élisabeth, que a su vez le han dado una docena de nietos.