Las maniobras chinas en Bielorrusia abren la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial
Una "escalada sin precedentes", el "regalo de cumpleaños de Pekín por el 75º aniversario de la OTAN".
Desde el lunes pasado, tropas chinas participan en unas maniobras militares en Bielorrusia, a las puertas de la Unión Europea y de Ucrania, el país invadido por el mutuo amigo ruso. Aunque los dos Gobiernos lo venden como un sencillo gesto de cooperación entre países que se llevan bien, es un mensaje apenas velado destinado a los occidentales.
"Este es el regalo de cumpleaños de Pekín por el 75º aniversario de la OTAN", destaca un análisis publicado por el grupo mediático Groupe Centre-France, quien destaca que el lugar donde se llevan a cabo los ejercicios, Brest, está "a sólo cinco kilómetros de la frontera polaca", y por tanto la OTAN y la Unión Europea. "En plena cumbre de la Alianza Atlántica en Washington, donde los occidentales reafirmaron su apoyo a Kiev, el evento, con el evocador nombre de Ataque del Águila, marca una escalada sin precedentes", dice.
"El espectro de una posible Tercera Guerra Mundial", destaca, surge en este contexto como algo realista, porque una chispa en la zona puede suponer la internacionalización del conflicto ucraniano, tan cercano y sensible. La pregunta de si la OTAN entrará o no en liza. Desde su cuartel general de Bruselas lo repiten insistentemente: no habrá intervención armada en Ucrania y no se facilitará tampoco una zona de exclusión aérea, como reclama Kiev. Pero amenazas de este tipo complican las cosas.
La Alianza entiende no hay previsión en sus informes de que el presidente ruso, Vladimir Putin, vaya a intentar algo contra alguno de los países cercanos que son parte de la OTAN, por más que se remita el “nadie sabe lo que pasa por su cabeza”. No obstante, reconocen que existe el “riesgo” de “incidentes” que agraven la situación. Una chispa, como puede ser la caída de un misil ruso por accidente o mal cálculo, puede prender. Y entonces tocaría actuar “con todas sus fuerzas”, dice el presidente norteamericano Joe Biden.
En la frontera polaca con Bielorrusia surgen otros focos de tensión, con nuevas restricciones a la entrada de mercancías y unas maniobras militares conjuntas entre bielorrusos y chinos que inquietan a Polonia.
De momento, desde el miércoles Varsovia ha prohibido por tiempo indefinido la entrada de vehículos pesados por carretera procedentes de Bielorrusia, una decisión introducida sin previo aviso y que dejó colas de cientos de vehículos que se vieron sorprendidos por esta medida.
Además, los bielorrusos temen que en cualquier momento se materialicen las amenazas polacas de cerrar también el tráfico ferroviario entre ambos países, sobre todo después de las meticulosas inspecciones aduaneras que impuso Polonia como "demostración de poder" -palabras del ministro polaco de Exteriores, Radoslaw Sikorski-.
La pequeña ciudad polaca de Małaszewicze (este), de unos 4.000 habitantes, alberga uno de los principales nudos ferroviarios internacionales de Europa y, con un volumen de tráfico superior a los 82.000 contenedores anuales -cifra que se ha doblado durante cuatro años consecutivos-, es el punto de entrada en la Unión Europea de la mayoría de los trenes de mercancías chinos.
Presión china sobre Bielorrusia
Todas estas medidas hacen, según los expertos, que aumente la presión de Pekín sobre el presidente bielorruso, Aleksánder Lukashenko, para que solucione un problema que podría afectar gravemente a las exportaciones chinas a Europa.
Bielorrusia depende fuertemente de las inversiones chinas, y según el diario polaco Gazeta Prawna han tenido lugar varias reuniones entre los gobiernos de ambos países para encontrar una solución urgente.
Por otro lado, la situación no es mucho mejor para los ciudadanos bielorrusos que tratan de entrar en Polonia y que, ahora mismo, solo pueden usar el cruce de Terespol-Brest, donde las colas y los trámites hacen necesario esperar hasta 35 horas, como explicó a los medios polacos Aleś Zarembiuk, presidente de la fundación "Casa Bielorrusa" de Varsovia.
El ministro Sikorski ha dejado claro que su país exige que Bielorrusia ponga fin a la "guerra híbrida" en la cual empuja a miles de inmigrantes a tratar de entrar ilegalmente en Polonia, la liberación de los presos políticos de etnia polaca que hay en Bielorrusia, como Andrzej Poczobut, y que se entregue al responsable de la muerte de un soldado polaco apuñalado en la frontera bielorrusa en junio.
Desde 2020 Varsovia acusa a Minsk de auspiciar una "guerra híbrida" fronteriza en la que el régimen bielorruso organiza rutas de migración ilegal masiva con el objetivo de desestabilizar la zona y que ha llevado a Polonia a construir un muro de 400 kilómetros y a mantener un contingente militar de 6.000 soldados y varios miles más de policías y guardias fronterizos.
Hasta ahora la respuesta de Lukashenko se ha limitado a lo que llamó "una amnistía parcial humanitaria", que en la práctica se tradujo en la excarcelación de tres mujeres que estaban gravemente enfermas, pero se cree que puede haber aún más de 1.400 personas encarceladas por motivos políticos en Bielorrusia.
El presidente bielorruso descartó, por otra parte, cualquier medida encaminada a controlar el flujo de migración ilegal hacia Polonia.
"No tengo intención de dar órdenes de que se vigile la frontera entre Bielorrusia y Polonia; habéis decidido estrangularnos y encima nos pedís que os 'protejamos' de esta pobre gente", dijo Lukashenko hace unos días.
¿Hacia la militarización del conflicto?
En este contexto, las maniobras conjuntas sino-bielorrusas, que comenzaron hace una semana, y las imágenes de miles de soldados chinos a pocos kilómetros de la frontera polaca, han hecho saltar las alarmas en el país del Vístula y han dado una nueva dimensión a lo que hasta ahora se consideraba un conflicto bilateral.
Los líderes de Polonia, Estonia, Letonia y Lituania, recientemente pidieron a la Unión Europea la creación de un sistema de defensa europeo y "medidas extraordinarias" en la frontera con Bielorrusia, como dedicar fondos al fortalecimiento de los medios, tanto militares como logísticos, de sus fronteras con un vecino al que consideran impredecible y que cada vez se muestra más agresivo.
Mientras se valora esta petición, el Gobierno polaco ya ha anunciado que destacará un nuevo contingente militar de 2.000 soldados a la frontera y que en agosto se creará un cuerpo de 9.000 reservistas que deberán estar listos para actuar en menos de 48 horas.
El jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Polonia, el General Wieslaw Kukula, declaró el miércoles que su país debe prepararse "para un conflicto a gran escala, no un conflicto de tipo asimétrico", como el existente hasta ahora.