La UNIFIL, en la diana: una misión vital a la que no se deja trabajar y se expone al peligro

La UNIFIL, en la diana: una misión vital a la que no se deja trabajar y se expone al peligro

La Fuerza Provisional de la ONU para el Líbano acumula ya 20 heridos por ataques de Israel, que sostiene que sus cascos azules son escudos humanos de Hizbulá. 

Cascos azules de la UNIFIL, patrullando en la zona de Marjayoun, el pasado 9 de agosto.Karamallah Daher / Reuters

La Fuerza Provisional de las Naciones Unidas para el Líbano (UNIFIL o FINUL) está siendo víctima de ataques repetidos por parte de Israel en los últimos días, dentro de la ofensiva terrestre que le ha llevado a invadir Líbano, iniciada el 30 de septiembre pasado, en su batalla contra Hizbulá. Tel Aviv niega que sean deliberados, pero, si no lo son, hay coincidencia entre los países que componen la fuerza en que tiene margen para ser más cuidadoso y no hacer diana en sus tropas, que justo están desplegadas para mantener la paz. 

Ya son 20 los militares heridos en andanadas de Israel, aunque sólo uno de ellos necesitó ser operado. Las consecuencias no han sido muy graves, pero el hecho de que un personal internacional destinado a un territorio para vigilar la paz sea tiroteado y gaseado ya es suficientemente grave. "Una violación del derecho internacional", en palabras del secretario general de la ONU, Antonio Guterres

El episodio más grave conocido hasta ahora es el denunciado el domingo, cuando la misión de paz de la ONU en el sur del Líbano sostiene que los tanques israelíes entraron por la fuerza en una de sus posiciones. En un comunicado, indicó que dos tanques de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) destruyeron la puerta principal de un puesto en Ramyah, cerca de la frontera israelí, y "entraron por la fuerza en la posición" para solicitarle que apagara sus luces.

Aproximadamente dos horas después de este suceso, se escucharon disparos en las cercanías de la posición, que hicieron que entrara humo en el campamento, lo que provocó que 15 miembros de las fuerzas de paz sufrieran irritaciones en la piel y reacciones gastrointestinales.

Las FDI ofrecieron una versión diferente de los hechos, diciendo que habían invadido una posición de la UNIFIL para evacuar a soldados que habían sido heridos por un misil antitanque. Dos soldados resultaron "gravemente heridos" en el ataque, mientras que otros sufrieron heridas de menor gravedad. La evacuación se hacía urgente, dicen. "Para evacuar a los heridos, dos tanques retrocedieron, en un lugar donde de otra manera no podían avanzar ante la amenaza de disparos, unos metros hacia la posición de la UNIFIL", indicaron. 

Durante el incidente, insisten, se disparó una cortina de humo para facilitar dicha evacuación y que se mantuvo "contacto continuo" con la ONU, subrayando que "no había ninguna amenaza para la fuerza de la UNIFIL por parte de las actividades" israelíes. 

El secretario general de la ONU, Guterres, no lo ve tan claro y ha advertido de que cualquier ataque contra las fuerzas de paz "puede constituir un crimen de guerra" y agregó que "el personal de la UNIFIL y sus instalaciones nunca deben ser atacados". Y nunca es nunca. "Los ataques contra las fuerzas de paz violan el derecho internacional, incluido el derecho internacional humanitario", afirmó el portugués, según un comunicado de su portavoz.

El del domingo es el último de un número creciente de enfrentamientos entre la UNIFIL y las fuerzas israelíes. Tel Aviv ha instado reiteradamente a la fuerza de mantenimiento de la paz a retirarse de las zonas del sur del Líbano donde se estaban produciendo combates. El más claro fue su primer ministro, Benjamin Netanyahu, quien no rogó o pidió, sino que ordenó a la UNIFIL que retire "inmediatamente" a sus tropas "del peligro". Fue en una declaración en video emitida por su oficina el mismo domingo, en la que afirmaba que la presencia internacional en la región los convierte en "rehenes de Hezbolá". Mucho más contundente que su primer llamamiento de que estas tropas se trasladasen cinco kilómetros más al norte, para dejarlos actuar. 

Por cada vez que Israel ha reclamado que se vayan, Naciones Unidas se ha negado. Su compromiso es con el mandato que llevó a los efectivos a la zona, la Resolución 1.701 del Consejo de Seguridad. Una postura en la que ha encontrado el aval de 40 países países, incluyendo Estados Unidos, que han defendido la vigencia de la misión. Estados con personal en la zona como España, Francia, Italia o Reino Unido han dicho que su trabajo es "vital". 

El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrel, ha reclamado a Israel que "deje de culpar" a Guterres como excusa para atacar a los cascos azules. "Es completamente inaceptable atacar a tropas de Naciones Unidas. Y quiero recordar a todo el mundo que no es el secretario general de Naciones Unidas quien decide sobre esta misión, quedarse o no quedarse, es el Consejo de Seguridad el que toma este tipo de decisiones. Así que, dejen de culpar a Guterres", dijo ayer en Luxemburgo. El Gobierno de Netanyahu ha llegado a nombrar a Guterres persona non grata

Y es que el suma y sigue ya preocupa, porque aparte del incidente del domingo, la ONU ha informado de cuatro ataques más a sus fuerzas, que se han saldado con cinco soldados heridos. "Recordamos a las Fuerzas de Defensa de Israel y a todos los actores sus obligaciones de garantizar la seguridad del personal y de los bienes de las Naciones Unidas y de respetar la inviolabilidad de las instalaciones de las Naciones Unidas en todo momento", exponen. 

Cuatro de los heridos sufrieron heridas leves por disparos de un tanque Merkava israelí (dos eran de Sri Lanka y los otros dos, de Indonesia); un quinto, que fue intervenido quirúrgicamente, por una bala cuyo origen no está claro. Netanyahu lo obvia y dice que los líderes mundiales que se quejan de lo ocurrido deberían dirigir sus críticas hacia Hizbulá, no hacia Israel.

Más aún: la UNIFIL añade que el sábado las tropas israelíes les habían impedido realizar un movimiento logístico "crítico" cerca de Meiss El Jebel, también un punto próximo a la frontera. En la primera semana de ofensiva terrestre, Israel también colocó carros de combate y blindados junto a posiciones de la UNIFIL, en una zona a cargo de Irlanda. 

Eso contrasta con la afirmación de Tel Aviv de que Hizbulá ha disparado alrededor de 25 cohetes y misiles en el último mes desde sitios ubicados cerca de las instalaciones de Naciones Unidas, acusando a los chiíes de "aprovechar su proximidad a las fuerzas de la ONU". "Esto pone en peligro tanto a sus soldados como a nuestros soldados", añadió Netanyahu. "Lamentamos que los soldados de la FPNUL hayan resultado heridos y estamos haciendo todo lo posible para evitarlo. Pero la manera más sencilla y obvia de evitarlo es simplemente sacarlos de la zona de peligro", enfatizó. 

Israel añade que la misión no ha logrado estabilizar la región ni impedir que los combatientes libaneses operen al sur del río Litani, una de las razones esenciales para la presencia de la ONU allí. Días atrás, había había dicho que estaba actuando en base a una resolución de la ONU de 2004 que pedía la disolución de los grupos de milicianos y que su reclamación de que las fuerzas de paz se retiraran era para poder enfrentarse a Hizbulá. Pero obvia de nuevo Israel que su gabinete es el que ahora ha ordenado una incursión terrestre, o sea, la invasión de un país soberano como Líbano y entrando por una zona sobre la que pesa una resolución que ahora ellos también inclumplen.

¿Pero qué es la UNIFIL y para qué sirve?

La UNIFIL es una fuerza internacional provisional que ha estado instalada a lo largo de la frontera entre Líbano e Israel para garantizar la estabilidad y la seguridad de la zona durante más de 46 años. 

Se trata de una misión de mantenimiento de la paz, no de imposición, encargada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Su meta es garantizar la estabilidad y la seguridad en el sur del Líbano desde la primera invasión y retirada de Israel de esa zona, en 1978. La zona incluye algunos de los bastiones tradicionales de Hizbulá, con enorme arraigo. 

La UNIFIL cuenta con más de 10.000 cascos azules, procedentes de 50 países, 650 de ellos de España, que junto a Francia, China e Irlanda son naciones con presencia significativa históricamente. Hasta febrero del año que viene, de hecho, el teniente general español Aroldo Lázaro es quien está al frente de todos estos cascos azules, que se despliegan en 50 posiciones. 

Esta es ahora mismo su composición:

Indonesia – 1.231

Italia – 1.068

India – 903

Nepal – 876

Ghana – 873

Malasia – 833

España – 676

Francia – 673

China – 418

Irlanda – 370

República de Corea – 294

Polonia – 213

Finlandia – 205

Camboya – 185

Serbia – 182

Austria – 165

Grecia – 131

Sri Lanka – 126

Tanzania – 125

Bangladés – 120

Alemania – 112

Turquía – 92

El Salvador – 52

Moldavia – 32

Brunéi – 29

Hungría – 15

Brasil – 11

Malta – 9

República de Macedonia del Norte – 5

Mongolia – 4

Argentina, 3

Kenia – 3

Letonia – 3

Sierra Leona – 3

Chipre – 2

Guatemala – 2

Zambia – 2

Armenia – 1

Reino Unido – 1

Colombia -1

Croacia – 1

Estonia – 1

Fiyi – 1

Kazajstán – 1

Malaui – 1

Países Bajos – 1

Nigeria – 1

Perú – 1

Catar – 1

Uruguay – 1

Traslado a Beirut del féretro del soldado cordobés Pedro Serrano Arjona, muerto en la misión de UNIFIL en agosto de 2022.Pasqual Gorriz / ONU

La UNIFIL opera en un área de 1.050 kilómetros cuadrados, delimitada por el río Litani en el norte y la Línea Azul (una frontera negociada temporalmente entre Israel y el Líbano que se extiende a lo largo de 120 kilómetros) en el sur. Entre esas líneas, tiene 50 posiciones y un cuartel general en la ciudad de Naqoura, en el sur del Líbano, donde se produjeron dos de los ataques de Israel con heridos. También cuenta con unos 800 funcionarios civiles, tanto locales como internacionales, así como con una Fuerza de Tareas Marítima a lo largo de la costa libanesa. Muchos de los no imprescindibles han sido desalojados del país en las últimas semanas por la tensión creciente. 

El 17% de las actividades de la FINUL se llevan a cabo conjuntamente con las Fuerzas Armadas Libanesas, según el propio mando de Naciones Unidas. La fuerza de mantenimiento de la paz y el ejército libanés "coordinan rutinariamente actividades, incluidas patrullas a pie y en vehículos, de día y de noche". "El objetivo a largo plazo de la FPNUL es transferir gradualmente las responsabilidades a las Fuerzas Armadas libanesas", según el sitio web de la FPNUL.

El presupuesto anual de la FPNUL es de aproximadamente 500 millones de dólares (unos 458 millones de euros, al cambio). Todos los Estados miembros de la ONU están obligados a contribuir a las misiones de mantenimiento de la paz, incluida la del Líbano. Estados Unidos es el principal contribuyente a las operaciones de mantenimiento de la paz de la ONU, actualmente. 

Su mandato y su misión actual

En marzo de 1978, el Consejo de Seguridad estableció una fuerza provisional para supervisar la retirada de Israel del territorio libanés, tras su invasión del sur del Líbano -entonces duró una semana-. Las primeras tropas llegaron sólo unos días después. Su misión era confirmar la retirada de las fuerzas israelíes, restablecer la paz y la seguridad y ayudar al gobierno del Líbano a garantizar el retorno de su autoridad efectiva en la zona.

Más tarde, durante la ocupación israelí del sur del Líbano que duró casi dos décadas a partir de 1982, la UNIFIL permaneció allí. Ya en 2000, después de que Israel invadiera y se retirara de nuevo de Líbano, las Naciones Unidas establecieron la llamada Línea Azul, que demarca extraoficialmente el Líbano de Israel. La FINUL comenzó a vigilar esa línea.

Después de la guerra de 34 días entre Israel y Hezbolá en 2006, el mandato de misión se amplió. La ONU le ordenó "adoptar todas las medidas necesarias en las zonas de despliegue de sus fuerzas y, según lo considere posible, para garantizar que su zona de operaciones no se utilice para actividades hostiles de ningún tipo". También ayudó al Gobierno libanés a proteger la frontera para evitar la entrada ilegal de armas.

Estos miembros de las fuerzas de paz son soldados en su país de origen, pero en las misiones de mantenimiento de la paz no participan en combates. Su tarea no es agredir. Deben permanecer imparciales y sólo pueden estar presentes con el consentimiento de la nación a la que están desplegados. Sus reglas permiten el uso de la fuerza sólo si es necesario para la autodefensa o para llevar a cabo sus tareas. 

Dice la ONU: "Las operaciones multidimensionales de mantenimiento de la paz actuales no sólo mantienen la paz y la seguridad, sino que también facilitan el proceso político, protegen a los civiles, ayudan en el desarme, la desmovilización y la reintegración de los excombatientes, apoyan la organización de elecciones, protegen y promueven los derechos humanos y ayudan a restablecer el estado de derecho". 

Antes del comienzo de las hostilidades entre Israel y Hezbolá en octubre de 2023 -consecuencia de los atentados de Hamás a Israel y la ofensiva aún no acabada de Tel Aviv sobre Gaza-, la misión supervisaba un alto el fuego entre Líbano e Israel que se había mantenido en gran parte desde 2006: vigilaba la zona, daba cuenta de las violaciones fronterizas, era el único ente donde las partes en litigio podían sentarse en la misma sala, mediaba si había enfrentamientos, transmitían mensajes y, por su composición multilateral, ayudaba con presiones de todas partes del mundo a calmar las cosas cuando se complicaban. Ahora no surte efecto esa presión. 

Pero después de que Hizbulá apoyase a Hamás en su campaña contra Israel y Tel Aviv fuera a por todas, el papel de la fuerza ha cambiado. Ahora, está patrullando un frente de batalla. Se lanzan proyectiles de ida y vuelta a diario. Ellos se ven obligados a guarecerse en sus búnkeres. Todavía trabajan para reducir las tensiones, transmitiendo mensajes entre los ejércitos libanés e israelí, pero el mecanismo de mediación formal ha sido suspendido. Andrea Tenenti, portavoz de la UNIFIL en el país, insiste en quedarse: "Decidimos que debemos seguir enarbolando la bandera de la ONU (...), Éste es nuestro mandato, y aunque ha sido muy cuestionado, es importante enviar la señal de que nos quedamos". 

Irse, aparte de ceder a una de las partes en conflicto, supondría para la ONU convertir en papel mojado la resolución que la sustenta, perder información de inteligencia esencian en el llamado avispero de Oriente Medio y dejar posiciones en el terreno que, pasada la tormenta, nadie sabe si se podrían recuperar.

Personal de la UNIFIL patrullando por Tiro durante la Operación Uvas de la Ira de Israel, en abril de 1996.Kaveh Kazemi / Getty

Las críticas...

Desde el Gobierno ultranacionalista y religioso de Israel se ha criticado con frecuencia a la UNIFIL por desmilitarizar de manera "ineficaz" la zona, como planteaba la resolución 1.701. A pesar de la presencia de la misión, Hizulá ha aumentado su presencia militar en la zona y ha almacenado armas cerca de la frontera con Israel, con el Ejército libanés haciendo la vista gorda buena parte del tiempo. 

El jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel, el teniente general Aviv Kochavi, dijo en 2020 que el poder de ejecución de la UNIFIL se había "vaciado por completo" y "no disuade a Hezbolá". De eso hace cuatro años. Sus críticas no han mejorado. Esta semana pasada, David Mencer, portavoz de la Dirección Nacional de Diplomacia Pública de Israel, calificó la misión internacional de "un fracaso absoluto". Su "propósito era garantizar que Hizulá no existiera entre el río Litani y nuestra frontera sur -recordó-. Y nunca han cumplido esa tarea". 

Ahora, cuando a finales de año los contingentes tienen que ser renovados, la incertidumbre es mucha por si se presiona para que se acaben marchando estos cascos azules. Es lo que quieren también los norteamericanos más proisraelíes. David Schenker, analista del Washington Institute, ya decía en agosto que si no mejoraba su efectcividad, EEUU debería plantearse su "veto" en la ONU, el "fin del despliegue" y "comenzar de nuevo". Su visión es muy negativa, dice que "ha fracasado repetidamente en su misión" y "ha desperdiciado su credibilidad". 

Asume que faltan alternativas, pero insiste en los cambios, al menos. Debe hacer un mejor trabajo de monitoreo y denunciar más las violaciones habituales de Hizbulá, dice el experto, un diplomático que sirvió en las administraciones de los presidentes George W. Bush y Donald Trump, republicanos ambos. Denuncia que el Gobierno libanés -que incluye a personal del Partido de Dios- también ha restringido los lugares donde pueden operar las fuerzas de paz, trazando una línea alrededor de áreas sensibles que "básicamente equivalen a bases operativas de Hizbulá en el sur". 

Cita, además, cosas que hace la misión que no están, dice, entre sus tareas. "Son un motor económico fundamental en el sur del Líbano, compran suministros, ayudan a la economía local, proporcionan computadoras para las aulas a los electores de Hezbolá en el sur del Líbano, construyen campos de fútbol, cosas que en realidad no están incluidas en su mandato, pero que hacen de todos modos", afirma.

... y la defensa

Esa visión oscura no la comparte Borrell, por ejemplo, quien ha defendido estos días que el papel de la misión es "fundamental para la seguridad y la estabilidad en el sur de Líbano". El español se queda con lo bueno: el papel de vigilancia y denuncia de las violaciones del alto el fuego, la asistencia humanitaria y la ayuda a reconstruir la infraestructura en el sur del Líbano, destruida por décadas de combates, el papel de diplomático entre partes que no se hablan, el papel de enlace seguro. Antes del ataque de Hamás a Israel en 2023, la UNIFIL se reunía una vez al mes aproximadamente con representantes de los ejércitos israelí y libanés para ver cómo reducir la tensión o poner en marcha mecanismos para mediar entre las partes. El contacto es diario, inmediato. 

Están sus informes trimestrales, que han ayudado al mundo a prevenir escaladas previas, o sus 6.000 patrullas al mes, asumiendo amenazas constantes. Porque la violencia de Israel de estos días de grave, pero también reciben cócteles molotov de seguidores de Hizbulá o vandalismo en sus instalaciones, sobre todo en el sistema de vigilancia, en un intento de dejarlos tuertos. 

Hace un año, Heiko Wimmen, analista del International Crisis Group, defendía que la UNIFIL es "más necesaria que nunca", pero necesita que la comunidad internacional "reafirme su compromiso" con la misión y aporte "más dotaciones". El respaldo debe llegar tanto del Consejo de Seguridad como de los estados que ponen fondos y personal, pero hay que entender que la misión no puede hacer más que aquello para lo que está autorizada. 

"Israel y Hizbulá no sólo deben brindar pleno apoyo a la UNIFIL y cooperar con ella, sino también cesar las actividades que puedan provocar a la otra parte. De no ser así, las antiguas presunciones de que ninguna de las partes quiere la guerra pueden empezar a dar paso a una nueva realidad mucho más sombría, en la que la perspectiva de un conflicto se vuelve cada vez más real", que es en la que estamos ahora. Nadie le hizo caso. 

MOSTRAR BIOGRAFíA

Licenciada en Periodismo y especialista en Comunicación Institucional y Defensa por la Universidad de Sevilla. Excorresponsal en Jerusalén y exasesora de Prensa en la Secretaría de Estado de Defensa. Autora de 'El viaje andaluz de Robert Capa'. XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla.