La invasión rusa de Ucrania cumple mil días con el nuevo aliento de los misiles de EEUU

La invasión rusa de Ucrania cumple mil días con el nuevo aliento de los misiles de EEUU

El anuncio de Biden de que permitirá que sus proyectiles sean lanzados en suelo ruso revoluciona el campo de batalla. El momento es clave: Moscú gana terreno, Trump hará cambios en la Casa Blanca y se refuerzan los rumores de negociación. 

Una manifestante pide más protección de los ATACMS en un acto en Colonia (Alemania) de la ONG proucraniana Blue-Yellow Cross, el 24 de agosto de 2024.Thomas Banneyer / picture alliance via Getty Images

La invasión de Ucrania ordenada por Vladimir Putin no está saliendo como planeó el presidente ruso. Tras el reconocimiento de las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk, activó la "operación militar especial" que nadie creía realmente posible. El efecto de su temeridad y la sorpresa, la multiplicación de los frentes abiertos (desde su frontera, desde el Donbás, desde Crimea, desde Bielorrusia) y su rapidez en la ejecución, unido al poderío propio de la segunda fuerza militar del mundo, sumaban para que Moscú esperase algo rápido y limpio. Corría el 24 de febrero de 2022 cuando todo empezó. 

Hoy, mil días después, el escenario dista mucho de aquellos sueños del Kremlin. Rusia se ha enfrentado a una resistencia armada más firme de la esperada y a una ayuda extranjera a Kiev que, con sus retrasos y reticencias, le ha ayudado a aguantar la andanada. Moscú ha tenido y tiene problemas de reclutamiento -ha obligado a sus jóvenes manos a enrolarse, ha recurrido a expresidiarios, a mercenarios y, ahora, a amigos como Corea del Norte-, acumula bajas de récord, ha sufrido problemas logísticos y de medios que han complicado su avance, ha tenido malos cálculos de inicio. 

La invasión terrestre ha ido lenta, apenas tiene el 20% del territorio ucraniano en este instante, y se ha pasado tres años respondiendo a la resistencia con potencia de fuego, de artillería y aérea que se van acabando. Armas pesadas para destruir objetivos militares pero, también, civiles, según denuncian organismos internacionales como Amnistía Internacional o Human Rights Watch, que sirven para acumular posibles crímenes contra la humanidad -Putin ya está perseguido por la Corte Penal Internacional-. 

Kiev sigue en manos de Volodimir Zelenski, ese presidente que ha anulado hasta nueva orden las elecciones, y que ha tenido incluso la osadía de ocupar suelo ruso, en Kursk. Quien lleva sobre sus espaldas los 11.000 muertos que acumula la contienda. 

En mitad del aniversario, ha llegado una noticia muy esperada por Ucrania: el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha dado luz verde a que el país atacado pueda utilizar misiles de largo alcance suministrados por Washington para atacar el interior de Rusia. Kiev llevaba muchos meses rogándolo, porque sin ellos, defenderse es muy complicado, es "como pelear con un brazo atado a la espalda", en palabras de su presidente. 

Washington se había negado previamente a permitir ese tipo de ataques con misiles ATACMS de fabricación estadounidense porque temía que intensificaran la guerra, que se internacionalizara. Putin siempre ha dicho que entregarlos supondría "estar en guerra" con la OTAN, pero lo cierto es que EEUU los entregó en octubre del año pasado y no ha habido una reacción especialmente severa del Kremlin. Así que ahora se cruza una nueva línea roja: si en mayo la Casa Blanca autorizo  Zelenski a usar esas armas ofensivamente sólo en puntos muy concretos de territorio ruso, ahora lleva el desbloqueo completo. Kiev tiene, como quería, las manos libres. 

Himars y ATACMS para Ucrania, expuestos en una base de Polonia, en una imagen de archivo.Attila Husejnow / SOPA Images / LightRocket via Getty Images

El importante cambio de política se produce dos meses antes de que el presidente Biden entregue el poder a Donald Trump, cuya elección ha suscitado temores sobre el futuro del apoyo estadounidense a Kiev. Son justificados, dado que el republicano se ha quejado constantemente del dinero enviado en ayuda militar o financiera a Kiev -EEUU es su primer donante, con 56.200 millones de dólares en estos mil días- y ha prometido acabar de inmediato con la invasión. Sostiene que será por la vía de la negociación y, de hecho, ya ha hablado con Putin por teléfono, pero no da pistas sobre su plan maestro. Lo único seguro, por sus afirmaciones, es que no habrá en el futuro tanta ayuda a Ucrania, porque eso es perder dinero para EEUU, a su juicio. 

Donald Trump Jr, hijo de Trump, ha escrito en estas horas en las redes sociales: "El complejo militar industrial parece querer asegurarse de iniciar la Tercera Guerra Mundial antes de que mi padre tenga la oportunidad de crear la paz y salvar vidas". 

¿Por qué EEUU permite que Ucrania utilizara misiles de largo alcance dentro de Rusia? Es la gran pregunta de estas horas. Ucrania ha estado utilizando el Sistema de Misiles Tácticos contra objetivos rusos en territorio ucraniano ocupado durante más de un año, aunque no se supo que estaban en el terreno hasta el pasado abril. 

Los misiles balísticos de la firma estadounidense Lockheed Martin son unos de los más potentes suministrados hasta ahora a Ucrania, capaces de viajar hasta 300 kilómetros. Ucrania había argumentado que no permitírsele usar esas armas dentro de Rusia era llevarlos a la derrota, indefensos. En eso se han centrado los mensajes a Occidente de Zelenski en los últimos tiempos. La última vez que estuvo en EEUU, en septiembre, exprimió todos los encuentros posibles con líderes amigos para lograrlo. Al final, el permiso ha ido llegando de algunos socios europeos menos reticentes, como Reino Unido, que dio el paso aferrándose al "derecho de autodefensa" de Ucrania "contra los ataques ilegales de Rusia".

Ahora, el cambio de política se produce en respuesta al reciente despliegue de tropas norcoreanas para apoyar a Rusia en la región fronteriza de Kursk, donde Ucrania ha ocupado territorio desde agosto. Las inteligencias de EEUU y de Corea del Sur fueron las primeras en dar la voz de alarma y en informar de que ahora mismo hay al menos 12.000 uniformados en el llamado Cuerpo de Tormenta, los enviados de Kim Jong-Un a su amigo ruso. 

La medida buscaría, según fuentes oficiales de Washington citadas por la prensa del país, aumentar el riesgo para los soldados del país comunista para así disuadir a Pionyang de enviar a más soldados a Rusia.

Se sabe que han recibido formación y que parte de ellos están ya en la región de Kursk, que fue invadida en agosto pasado por Ucrania en un movimiento sorprendente que pretendía obligar a Rusia a desviarse del frente del este, donde los de Putin no hacían más que cosechar éxitos. Aunque ha llegado a controlar 1.300 kilómetros cuadrados de la citada región, Kiev ha perdido terreno y tampoco ha logrado que Moscú abandone el este. Putin ha reaccionado tarde a esta provocación, pero de forma eficaz, atendiendo los dos escenarios

Además, a eso se suma el inminente regreso de Trump al Despacho Oval, que aumenta los temores sobre el futuro del apoyo estadounidense a Ucrania. El presidente Biden aparentemente está dispuesto a hacer todo lo posible para ayudar en el poco tiempo que le queda en el cargo, unos dos meses. De ahí el cambio opinión, el sprint final. 

Se piensa que fortalecer la posición militar de Ucrania podría darle influencia en cualquier conversación de paz que pueda surgir en el futuro, además. Ante las presiones por venir de Trump, es lo que se espera: acabar en una mesa de negociaciones con Rusia. Si el invasor llega en una posición de poderío en el campo de batalla, tendrá esa misma superioridad que mostrar en el diálogo. 

Zelenski insiste en que "el plan pare reforzar a Ucrania es el Plan de la Victoria" que él presentó en septiembre a sus socios. No se quiere mover de esa posición. "Uno de los puntos clave es sobre las capacidades de largo alcance de nuestro Ejército. Hoy se ha hablado mucho en los medios de que habríamos recibido permiso para estas acciones. Pero los ataques no se hacen con palabras. Estas cosas no se anuncian. Los misiles hablan por sí solos y no hay duda de que lo harán", sostiene. 

Un empujón a Ucrania para que tenga más bazas con las que pelear en los despachos -como más poder en Kursk-, puede ayudarle a no estar en una posición desvalida, por más que sea prácticamente seguro que hablar con Putin llevará a alguna cesión de territorio, nadie sabe cuánta. Zelenski siempre había defendido que sólo firmará una paz que respete la integridad de la soberanía de su país. Hoy, con los rusos avanzando en el este y consolidando lo ya conquistado, se ve menos factible, en un Occidente cansado de ayudar "hasta que sea necesario". La fatiga de guerra, que aparece por la esquina. 

Hay una razón más para que Biden haya aceptado ahora lo que no aceptaba hace un mes: que Rusia ha intensificado notablemente sus ataques en las últimas jornadas, atacando sobre todo infraestructuras críticas para el suministro de electricidad y energía. A las puertas del tercer invierno en guerra, es muy sensible. EEUU sabe las consecuencias que puede tener para la población no tener ni calefacción. 

Es verdad que esos bombardeos ya se han dado en el pasado y no han conmovido a Washington, pero también es verdad que se están cosechando, a la paz, más víctimas civiles de lo habitual y que el contexto se ha agravado en poco tiempo, por lo ya citado. Era el momento. Zelenski ha reaccionado al anuncio con un toque de atención. "Los ataques no se hacen con palabras. Los misiles hablarán por sí solos". En román paladino: dónde está el permiso que lo veamos, Joe. Y manda más misiles. 

El grupo Platsdarm recupera los cuerpos de ucranianos muertos en combate, el pasado 19 de septiembre, cerca de Sloviansk.Libkos via Getty Images

¿Un arma decisiva?

A Ucrania se le abre un escenario nuevo con el permiso de EEUU. Ahora podrá ahora atacar objetivos dentro de Rusia, probablemente al principio alrededor de la región de Kursk, la más cercana, y donde aún tienen por proteger 1.000 kilómetros cuadrados de territorio invadido. Los funcionarios ucranianos y estadounidenses esperan una contraofensiva de las tropas rusas y norcoreanas para recuperar territorio en Kursk, que ya se está fraguando. 

Ucrania podría utilizar ATACMS para defenderse de ese ataque por venir, apuntando a posiciones rusas, incluidas bases militares, infraestructura y depósitos de municiones. Pero es probable que el suministro de misiles no sea suficiente para cambiar el curso de la guerra. En previsión de una decisión de ese tipo, ya se han trasladado en estos meses equipos militares rusos -como por ejemplo aviones a reacción- a aeródromos más al interior de Rusia. Moscú ha reforzado sus líneas, ha cobijado a personal y medios esenciales y, ante la negativa de EEUU a dar luz verde al permiso, ha tenido un tiempo precioso para reorganizarse. 

El teniente coronel español en la reserva José García explica que "estas nuevas armas pueden otorgar a Ucrania cierta ventaja, en un momento en que las tropas rusas han estado ganando terreno en el este del país y la moral es baja", pero "no las llamaría decisivas". "Biden ha dado un paso de enorme simbolismo, confirmando su compromiso con Kiev en un momento en el que está en tela de juicio, a modo de herencia demócrata. No obstante, es una medida que llega tarde, se podría haber evitado daño antes, pero ha primado la visión conservadora, ante las amenazas de Putin", indica. 

García constata que, "sin duda, el uso de estos misiles va a aumentar el coste de la guerra para Rusia", lo que le puede obligar a poner aún más al límite la maquinaria de defensa, que es la que mejor mueve hoy la economía nacional. Sin embargo, eso lleva un coste que puede "dañar" esa economía y la asistencia social, "causando problemas internos". 

"Lo primero es ver si Rusia responde a este paso y cómo. Si no lo hace, cuando fue una línea roja pintada por el Kremlin, su credibilidad estará cada vez más a la baja", indica. Mientras eso pasa, está por ver dónde y cuándo golpean, por su parte, los misiles norteamericanos. "Pueden servir para que Rusia aleje sus bases o campamentos o puestos de mando en zona ocupada, también suponen un desafío a su logística y puede ver debilitadas sus defensas. El grado será el que marque la gravedad de su agresión", sostiene el militar. 

Destaca que hay dudas, también, sobre el número de proyectiles que va a mandar EEUU, que es la otra gran incógnita. "Sólo a base de presiones ha aceptado, primero, mandar tanques avanzados. Luego, el Patriot (de defensa aérea) y los F-16 de combate. Ahora levanta este veto, pero se necesita material para alimentar los ataques", avanza, recordando que el Pentágono ya ha informado de que su arsenal no es infinito. 

García apunta a que los ATACMS podrían tener un impacto "psicológico" positivo en Ucrania si se utilizan para atacar objetivos como el puente Kerch, que une Crimea con la Rusia continental. La península fue anexionada por Rusia en 2014, aunque es internacionalmente reconocida como suelo ucraniano. Zelenski se niega a renunciar a ella, pese al proceso de rusificación intenso al que se ha sometido a sus habitantes.

La autorización estadounidense tendrá, además, otro efecto secundario bueno para Ucrania: podría permitir que el Reino Unido y Francia concedan a Ucrania permiso para utilizar misiles Storm Shadow y los SCALP dentro de Rusia. Hablamos de unos misiles de crucero franco-británico de largo alcance, con capacidades similares a las del ATACMS estadounidense -su alcance es de 250 kilómetros-, que llegó a Ucrania en mayo de 2023 pero con la condición de que no se atacarían objetivos rusos con ellos. 

Varios expertos, consultados por la Agencia EFE, también se muestran escépticos sobre el impacto que tendrá en la guerra la decisión de EEUU, sobre todo si el permiso se limita a blancos situados en Kursk. Por supuesto que sería un sinsentido”, dice el ucraniano Mijailo Samus. "Esto significaría que si los soldados rusos están en Kursk los podemos atacar, pero si se trasladan a Briansk ya no", señala el experto haciendo referencia a otra región rusa fronteriza con Ucrania desde la que Rusia lanza ataques contra territorio enemigo.

Samus considera indispensable que Ucrania pueda atacar con todo el armamento del que dispone todos los objetivos militares enemigos en su rango de acción. "En esos 300 kilómetros hay infraestructura logística, puestos de mando, depósitos de munición, unidades con personal y por supuesto bases aéreas, además de misiles como los Iskander, lanzaderas, etcétera", dice.

En una línea parecida se ha pronunciado el Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW) de Washington, que explica en su análisis de este lunes que "centenares de objetivos militares" rusos que están al alcance de los misiles ATACMS desplegados en Ucrania quedarían a salvo si Kiev sólo puede utilizarlo contra la citada región. Dentro del radio de acción de los ATACMS había en agosto pasado unos 250 objetivos militares situados en territorio de la Federación Rusa, afina. El Ejército ruso puede alejar más del frente algunos de estos objetos, lo que conllevarían nuevos gastos en dinero y otros recursos, además de dificultades logísticas.

Imagen del último encuentro en la Casa Blanca entre el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, y el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, el pasado septiembre.Chip Somodevilla / Getty

Lo que puede hacer Rusia

La Administración Biden se había negado durante meses a autorizar a Ucrania a atacar a Rusia con misiles de largo alcance, por temor a una escalada del conflicto. Vladimir Putin ha advertido contra el uso de armas occidentales para atacar a Rusia, diciendo que Moscú vería eso como una "participación directa" de los países de la OTAN en la guerra en Ucrania.

"Esto cambiaría sustancialmente la esencia misma, la naturaleza del conflicto", dijo Putin en septiembre. "Significará que los países de la OTAN, Estados Unidos y los estados europeos lucharán contra Rusia", insistió.

Rusia ya ha establecido "líneas rojas" en el pasado. Algunas, como la de proporcionar tanques de guerra modernos y aviones de combate a Ucrania, se han cruzado desde entonces sin que se desencadenara una guerra directa entre Rusia y la OTAN. Por ahora, la prensa amiga de Moscú habla de acciones "provocativas e imprevisibles", que "pueden tener consecuencias catastróficas", los diputados del partido de Putin avisan de respuestas "a gran escala" y de "un paso sin precedentes hacia la Tercera Guerra Mundial". 

¿Pero y la versión oficial? El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, ha dicho a la prensa que, "si se ha tomado tal decisión, significa una nueva espiral de tensión y una situación completamente nueva con respecto a la participación de EEUU en este conflicto". Peskov acusó al Gobierno de Biden de "echar leña al fuego y seguir avivando la tensión en torno a este conflicto". Leña al fuego, le lleva diciendo semanas Occidente, es meter a soldados de Corea del Norte en su territorio. 

Puede que el propio Putin aún no haya hecho comentarios al respecto de las novedades, pero ya ha dicho bastante en el pasado. En los últimos meses, el Kremlin ha dejado muy claro su mensaje a Occidente: no lo hagan, no levanten las restricciones al uso de sus armas de largo alcance, no permitan que Kiev ataque profundamente territorio ruso con estos misiles. En septiembre, Putin advirtió que si se permitía que esto sucediera, Moscú lo vería como una "participación directa" de los países de la OTAN en la guerra de Ucrania. El mes siguiente, anunció cambios inminentes a la doctrina nuclear rusa, el documento que establece las condiciones previas bajo las cuales Moscú podría decidir usar un arma nuclear. El paso fue ampliamente interpretado como otra indirecta poco sutil a EEUU y a Europa para que no permitan a Ucrania atacar territorio ruso con misiles de largo alcance.

Nadie sabe qué tiene Putin en su cabeza y cómo va a actuar ahora, pero nos quedan las pistas que ha dejado, como migas, en el camino. En junio, en una reunión con los jefes de agencias de noticias internacionales, le preguntaron cómo reaccionaría si se le diera a Ucrania la oportunidad de atacar objetivos en territorio ruso con armas suministradas por Europa. "En primer lugar, por supuesto, mejoraremos nuestros sistemas de defensa aérea. Destruiremos sus misiles", respondió, calentando motores. 

"En segundo lugar, creemos que si alguien piensa que es posible suministrar tales armas a una zona de guerra para atacar nuestro territorio y crearnos problemas, ¿por qué no podemos suministrar nuestras armas de la misma clase a esas regiones alrededor del mundo donde atacarán instalaciones sensibles de los países que están haciendo esto a Rusia?", dijo señalando también la posibilidad de armar a sus adversarios occidentales para que ataquen objetivos occidentales en el exterior.

El bielorruso Alexander Lukashenko confesó recientemente a la BBC que no tendría problemas en ayudar desde su territorio a Rusia y avisó de que Putin podría movilizar a aliados en muchas partes del mundo. Citó expresamente a los hutíes de Yemen, que pueden aterrorizar a los barcos que comercian en el Mar Rojo. 

Soldados de Ucrania muestran su bandera nacional a las puertas de un supermercado de Sudzha, en Kursk (Rusia), el pasado 10 de septiembre.Oleg Palchyk / Global Images Ukraine via Getty Images

Así están las cosas

A los mil días del inicio de la guerra, la realidad en el campo de batalla es que Rusia sigue ganando terreno a diario en el este del país, pese al alto número de bajas, y con las fuerzas ucranianas necesitadas de más soldados, más allá del enorme cambio que supone el anuncio hecho ayer por EEUU. 

Desde que hace más de un año Rusia recuperó la iniciativa en el frente al apagarse sin los resultados esperados la segunda contraofensiva ucraniana, las fuerzas rusas no han dejado de avanzar en la región de Donetsk, en el este de Ucrania, aunque Moscú sigue lejos de su objetivo de controlar todo el territorio, informa EFE. 

El principal logro de Rusia en los últimos meses fue la toma a principios de octubre de la ciudad de Vugledar, en la parte sur de Donetsk. Desde allí las fuerzas del Kremlin empujan hacia el norte para rodear a las tropas ucranianas que hay al sur de Kurájove, que es junto la ciudad de Pokrovsk el principal objetivo de la ofensiva rusa. Las fuerzas lanzan al día alrededor de cien ataques en los ejes de Kurájove y Pokrovsk.

Además, Ucrania ha advertido de los planes rusos de activar una ofensiva también en la provincia suroriental de Zaporiyia, lo que pondría aún más presión sobre la línea defensiva de Kiev. Está por ver, sin embargo, si Rusia tiene capacidad para apretar a la vez en otro frente adicional.

Según datos del Instituto para el Estudio de la Guerra, el Ejército ruso se hizo con el control de 414 kilómetros cuadrados este mes de octubre, lo que supone la mayor conquista de territorio en un mes por parte de Moscú desde el verano de 2022.

Aunque reconoce estos avances rusos, Kiev insiste en que tienen lugar a un precio récord de pérdidas humanas y de material, y se aferra, como llevan haciéndolo desde el segundo año de la guerra, a la esperanza de que el Kremlin se quede sin hombres y equipamiento para suplir estas bajas.

Los combates también continúan en la región rusa de Kursk, donde más de tres meses después de que las tropas ucranianas cruzaran la frontera, el Ejército ruso aún no ha podido expulsarlas de su territorio. En ese contexto, llegaron los soldados norcoreanos, una posibilidad contemplada por el acuerdo de asistencia mutua en caso de agresión firmado entre Moscú y Pionyang.

Los analistas no creen que los inexpertos militares norcoreanos puedan cambiar la suerte de la guerra en Kursk, donde las unidades ucranianas se han hecho fuertes y apenas han cedido terreno. Pero la participación de fuerzas extranjeras sí podría sentar un peligroso precedente de internacionalización de la contienda que allane el camino para una mayor implicación de la OTAN.

La operación ucraniana en Kursk buscaba distraer a Rusia de su campaña en el este de Ucrania y ralentizar su ofensiva, algo que no ha ocurrido hasta el momento.

El apoyo de la UE, clave en la resistencia

Pese a la difícil situación en el frente, la ayuda financiera, militar y humanitaria de la UE y el apoyo sin fisuras también de la OTAN explican en parte la capacidad de Ucrania de plantar cara a Rusia durante estos mil días.

Altos diplomáticos comunitarios señalan que ahora hay que apoyar más que nunca a Ucrania, en un momento de incertidumbre a causa de la vuelta de Trump, en enero. Desde el inicio de la invasión rusa, la UE ha puesto a disposición de Ucrania cerca de 108.000 millones de euros en ayuda financiera, humanitaria y militar, así como para atender las necesidades de los 4,3 millones de ucranianos que se han acogido a la protección temporal ofrecida.

La OTAN, por su parte, impulsó en su cumbre de Washington en julio un nuevo mando desde una base militar en Alemania para coordinar toda la ayuda militar y las misiones internacionales de formación de soldados ucranianos, así como un apoyo militar a Ucrania por valor de 40.000 millones de euros este año. 

Mil días después, el mundo se ha dado la vuelta, la seguridad y la defensa son otras y las incertidumbres se han multiplicado. A la espera del mago Trump y su plan infalible de 24 horas, no se ven salidas en el horizonte. 

MOSTRAR BIOGRAFíA

Licenciada en Periodismo y especialista en Comunicación Institucional y Defensa por la Universidad de Sevilla. Excorresponsal en Jerusalén y exasesora de Prensa en la Secretaría de Estado de Defensa. Autora de 'El viaje andaluz de Robert Capa'. XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla.