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Europa ante el terremoto Trump: es la hora de la unidad y es la hora de la acción

Europa ante el terremoto Trump: es la hora de la unidad y es la hora de la acción

El presidente de EEUU golpea a Bruselas imponiendo aranceles y obviándola ante conflictos como el de Ucrania y Gaza. Tras el desconcierto inicial, llega la hora de apostar por la contundencia o la prudencia, con el atlantismo muerto de fondo. 

Antonio Costa, Donald Trump y Ursula von der Leyen.Getty Images / Reuters

"Un día, Estados Unidos abandonará al Viejo Continente". La profecía del que fuera presidente de Francia, Charles de Gaulle, parece que se ha convertido en realidad en 2025. Washington, con el retorno de Donald Trump a la Casa Blanca, ha dado un portazo al atlantismo de décadas, poniendo por delante los intereses particulares, más parece que los de su mandatario incluso. 

La cooperación reforzada entre los antiguos aliados queda en un segundo plano porque el republicano quiere hacer las cosas a su modo y de inmediato, sin esperar a aunar posturas comunes ni a debates graduales. Trump es puro instinto, puro ordeno y mando y cree que no necesita a Bruselas para lograr lo que quiere, aunque sea cambiando el mundo y las rutinas y lazos establecidos tras la Segunda Guerra Mundial. Lo que parecía inmutable no lo es en el nuevo Despacho Oval. Al precio que sea. 

En las dos últimas semanas se han acumulado los casos en los que Trump ha dado la espalda a Europa, se ha negado a informarle de sus pasos o a escuchar su opinión en asuntos de una enorme relevancia: la imposición de aranceles, las negociaciones con Rusia para detener la guerra en Ucrania y los planes para sacar a los gazatíes de la franja palestina. 

El europeísta belga Matthias Poelmans denuncia que estamos ante un "ostracismo buscado, no fortuito" por parte de Trump, quien ya planteó una guerra comercial con la Unión Europea (UE) en su primer mandato y "elevó seriamente sus exigencias de más fondos para la OTAN", hasta el 2% del PIB nacional. "Ha llegado a la conclusión de que para que haya una América más grande, como suele reivindicar, es necesario que los demás nos hagamos pequeños, o más pequeños, incluso si entre las dos orillas del océano hay relaciones muy intensas de largo tiempo", dice. 

Para el magnate, además de la debilidad es importante "la división" entre los Veintisiete estados miembros y por eso "elude el debate con el bloque y potencia el bilateralismo, el intento de tener contactos, contratos o acuerdos país a país, en función de los intereses de Washington y la otra capital en cuestión". Eso, añade, "alienta la competencia interna", porque todo el mundo quiere llevarse bien con EEUU. Entre lo que marquen los negocios y lo que le jaleen sus correligionarios de derecha extrema, de la italiana Giorgia Meloni al húngaro Viktor Orbán, tendrá "los aliados que le interesen". 

A su entender, las primeras medidas de Trump -que apenas tomó posesión del cargo el 20 de enero- generan en Europa un "lógico desconcierto", que es "entendible por el grosor y calado de las medidas planteadas". "Son un terremoto y es complicado hacerle frente de forma serena y consistente", asume. Sin embargo, la UE está ahora en una "encrucijada vital": "tiene que asumir sus nuevos deberes, en un nuevo mundo; debe demostrar el peso de la tercera economía del mundo, de la segunda moneda; ha de superar el encogimiento del primer puñetazo y levantarse de la lona con ideas y propuestas que amortigüen el daño", propone Poelmans. 

Es optimista, porque dice que "en Bruselas se trabaja más de lo que a veces se cuenta" y cree que se han preparado bien los planes económicos por si los aranceles regresaban. Otra cosa son los conflictos armados. "En Oriente Medio no somos un actor esencial, como EEUU, pero sobre todo preocupa Ucrania. No puede pactarse una paz sin contar con el continente donde está enclavada, con el bloque al que quiere pertenecer y donde hay otros estados amenazados por el imperialismo de Vladimir Putin". 

La mejor baza para hacer frente a Trump y los retos que plantea se llama "unidad" y "voluntad política". "Trump, en 24 horas, ha dado un amplio giro respecto al comercio, a la OTAN y a la UE. Tenemos que demostrar que nuestros valores son mucho más firmes que eso", insiste el analista, que reclama una especie de "asunción de que somos mayores y tenemos que hacer valer lo que somos y queremos". "No es una cuestión de cortar lazos o de romper lealtades, sino de apostar también por la autonomía y el interés propio".

Es la misma receta que el miércoles defendió el exalto representante de la UE para Asuntos Exteriores y de Seguridad, Josep Borrell al ser ser investido Doctor Honoris Causa por la Universidad Pontificia Comillas. Urgió a Europa a que actúe "con más unidad y compromiso" para poder hacer frente ante "cualquiera que pretenda construir un mundo que no esté basado en reglas", Trump o Putin entre ellos. Europa, dijo ha evitado la Tercera Guerra Mundial durante 70 años. "Pero no sé si seremos capaces de seguir evitándolo si no estamos más unidos", remachó, según informa EFE.

El exalto representante de la UE para Asuntos Exteriores Josep Borrell, investido doctor 'honoris causa' por la Universidad Pontificia Comillas, el 12 de febrero de 2025.Fernando Villar / EFE

"Si el mundo no está regido por normas, estará regido por la fuerza", así que hay que saber "cómo organizarse" para afrontar este mundo tan complejo que se niega a aceptar: "Tenemos que defender nuestra identidad y poner límites" y estar preparados para dar una respuesta "si la pax americana se acaba y EEUU ya no quiere ser el gendarme del mundo". 

No fue condescendiente, como es costumbre: la UE, denunció, prefiere refugiarse "en los pensamientos piadosos cuando el mundo necesitaría una Europa con más realidad y compromiso" ha insistido, subrayando que el resto del mundo necesita a Europa y quiere evitar la dualidad "China-Estados Unidos". 

En una entrevista con La Matinale Européenne, el socialista catalán denuncia que "los europeos tenemos la capacidad de hacer frente a la actitud imperialista de Trump" pero añade un claro "si queremos". De nuevo, la voluntad política por delante. "Contamos con muchos recursos y actores en Bruselas para hacerlo (...) La Unión Europea debe intervenir y estoy seguro de que lo hará. Su gran fuerza es su unidad. Debemos trabajar por esta unidad. (...) Porque si dos o tres Estados miembros apoyan la posición de Trump, la UE ya no será una unión", advierte.

"Contramedidas firmes y proporcionales"

En el caso de los aranceles, el presidente de Estados Unidos firmó el jueves pasado una orden para imponer aranceles recíprocos" a los países que gravan productos estadounidenses. El fin es igualar las tarifas que esas naciones aplican a las exportaciones de Estados Unidos. La Unión Europea es uno de los principales afectados si finalmente los aranceles acaban entrando en vigor -porque por ejemplo Trump los ha pausado en Canadá y México tras sacarles contrapartidas en materia de lucha contra el narcotráfico-. Los Veintisiete se verán obligados a subir los precios de sus exportaciones a EEUU, lo que restará competitividad a los productos comunitarios.

Antes de estos recíprocos, el republicano ya anunció que dentro de un mes, el 12 de marzo, entrarán en vigor aranceles del 25% sobre todo el acero y aluminio importados a EEUU. Actualmente no hay exenciones para la UE o el Reino Unido.

La presidenta de la Comisión Europea (CE), Ursula von der Leyen, ha prometido que habrá "contramedidas firmes y proporcionales" como respuesta. Este viernes, con tono duro, dijo que esas tasas son "un paso en la mala dirección". "La UE sigue comprometida con un sistema comercial global abierto y predecible que beneficie a todos los socios (...). Europa sigue teniendo algunos de los aranceles más bajos del mundo y no ve justificación para que Estados Unidos aumente los aranceles a sus exportaciones", dijo.

Fue la más seria de las intervenciones de los líderes europeos, en unos días en los que el silencio de la propia dirigente alemana ha sido llamativo, como el del presidente del Consejo, el portugués Antonio Costa, y la jefa de la diplomacia del bloque, la estonia Kaja Kallas. 

Por el momento no se han anunciado medidas concretas pero funcionarios de la CE insisten en que hay planes de contingencia redactados y que se estaba a la espera de ver qué pasos daba Trump para pulirlos y anunciarlos. Pero hay división de opiniones sobre cómo actuar. Van del "tenemos que responder" y el "no podemos quedarnos de brazos cruzados" al "negociar siempre es lo mejor", como le explican varios altos funcionarios a POLITICO. "El riesgo de responder a los gritos es claramente que antagonizará aún más al líder inconformista de MAGA, mientras que el riesgo de esperar es que se le alentará a ir más allá", constatan.

Hasta ahora, el mantra en Bruselas ha sido el de esperar y ver qué pasa, y los funcionarios insistían en que no había nada que ganar con reaccionar con indignación cada vez que el presidente hacía ruido. Esa línea cedió el martes cuando la presidenta de la CE emitió su primer reproche a las proclamaciones de Trump sobre el acero y el aluminio. "Los aranceles son impuestos: malos para las empresas, peores para los consumidores", afirmó Von der Leyen. 

Al día siguiente se vio en París con el vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance, en el contexto de una cumbre sobre Inteligencia Artificial, pero no trascendió nada más sobre si habían hablado del asunto y en qué términos. Tampoco de si se ofreció Bruselas a comprar más gas y más armamento a EEUU, que son las dos materias con las que se especula que podría jugar para ablandar a Trump: si te compro más, no me castigues tanto. 

Por cierto, tres semanas le ha costado a Europa que la nueva Administración norteamericana se reúna con alguno de sus dirigentes a un alto nivel. La presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, habló esta semana con el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson y acordaron reunirse pronto.

Bernd Lange, eurodiputado del SPD alemán, sostiene que "quienes dicen que la UE no está bien preparada se equivocan" porque durante el último mandato se ha preparado "precisamente para un escenario que se está desarrollando en este momento". Bruselas, por ejemplo, podría volver a imponer aranceles (que actualmente están en pausa) por valor de 2.830 millones de euros a productos estadounidenses, como las motos de Harley Davidson, los vaqueros de Levi's y el zumo de arándanos. 

Sin embargo, está por ver si la Comisión prefiere esperar por no enfadar a la Casa Blanca, porque hay una cosa clara: la amenaza por parte de Trump de que podrían estar en camino aún más aranceles no es un farol y la industria automovilística europea está en la mira. Eso duele. Cuanto más tiempo se espere también se corre el riesgo de que EEUU negocie con países europeos de manera recíproca y haga excepciones o rebajas a estados que le caigan bien o le interesen. De nuevo, alimentando la división. 

Barbara C. Matthews, miembro del Atlantic Council y exagregada del Tesoro de Estados Unidos ante la Unión Europea, expone que "el gran éxito del proyecto de la UE es que Europa ya no es un socio menor de los Estados Unidos en el escenario global", pero hay que ver ahora cómo se "redefine" la "relación estratégica especial" que tanto los ha beneficiado a ambos. Augura desequilibrios que irán a más "una vez que se implemente plenamente el Mecanismo de Ajuste Fronterizo de las Emisiones de Carbono de la UE y una vez que Europa alcance su objetivo estratégico de eliminar la dependencia de las importaciones de gas natural licuado", un añadido a la respuesta a los aranceles. De ahí también lo que unos llaman prudencia y otros, cobardía. 

El impacto de estas medidas, añade, puede ser grave porque "las economías europeas enfrentan desafíos considerables: un crecimiento mediocre, costos crecientes de la transición energética y dificultades económicas resultantes de la guerra en Ucrania. La interrupción de la cadena de suministro transatlántica creará presiones y tensiones adicionales en un momento delicado para Europa (...). El impacto económico en Europa puede ser considerable", concluye. 

El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en una visita a Kiev de la alemana.EU Commission / Pool/Anadolu Agency via Getty Images

La conquista de Putin

Especialmente doloroso ha sido el gesto de Trump de iniciar negociaciones con Rusia para que acabe su "operación militar especial" en Ucrania. El republicano no llamó de inicio a Volodimir Zelenski, presidente del país agredido y aspirante a la membresía en la UE, sino al agresor, a Putin. Luego ya se puso en contacto con Kiev, pero con más brevedad y con hechos consumados. 

El secretario de Estado norteamericano Henry Kissinger, en los años 70 del pasado siglo, solía burlarse de la construcción comunitaria diciendo que no sabía a quién llamar en Europa cuando quería hablar con Europa. Ahora las cosas están claras porque hay una estructura institucional mucho más robusta, pero Trump tampoco ha llamado, porque no ha querido. Ha dejad fuera de los primeros contactos a Bruselas, convirtiendo el proceso en bilateral con un Putin que, en segundos, rompió tres años de aislamiento mundial, los que viene durando la guerra. 

A la UE no se la toman en serio en Washington en materia de seguridad y defensa y Trump se ha limitado a pedirles más esfuerzo en la OTAN, dedicando un 5% de su PIB a la materia. De sus planes, nada. Trabajar en alianza no es el estilo del mandatario norteamericano y sus asesores han llegad a decir que es "angustioso" trabajar con Europa para coordinarse. Lo que ocurre es que, en este caso concreto, pasar de la UE "sólo beneficiaría a Moscú y sería un flaco favor a Washington y Kiev". 

Lo afirman Jörn Fleck y James Batchik, también analistas del Atlantic Council, que entienden que eso justo es lo que buscaba Putin: negociar directamente con Trump, un igual en su manera de ver el mundo, y evitarse condiciones de la UE, que de seguro reclamará -si la dejan sentarse al fin a la mesa- cesiones que Moscú no quiere conceder, como garantías de seguridad para el resto de la Ucrania que no se lleve el invasor o para los países comunitarios fronterizos con la Federación, como Finlandia y los bálticos (Estonia, Letonia y Lituania). 

"Europa sí importa para Ucrania. La UE y sus miembros (por no hablar del Reino Unido, que también ha dado un paso adelante) son los mayores donantes totales a Ucrania, con una ayuda de 145.000 millones de dólares. El apoyo militar de EEUU sigue siendo fundamental, pero Europa ha proporcionado 52.000 millones de dólares en apoyo militar y es el mayor proveedor de entrenamiento militar a las tropas ucranianas", recuerdan los autores del artículo. "El apoyo de la UE también ha ayudado a mantener en funcionamiento los servicios de emergencia, los hospitales, las escuelas, los servicios públicos y los servicios gubernamentales ucranianos. Europa debe hacer más, pero Ucrania no estaría en la posición en la que se encuentra hoy sin el apoyo europeo".

Tener a la UE negociando sería más que de justicia, bueno hasta para EEUU, porque "se beneficiará de la coordinación con los partidarios de Kiev en Europa", sin olvidar que "la gran mayoría de los activos estatales congelados de Rusia siguen en jurisdicciones de la UE, y el futuro de esos activos en las negociaciones será una cuestión que Bruselas deberá decidir". Están también las sanciones, muchas decididas en sintonía atlantista, y habría que pactar igualmente "cualquier esfuerzo por reducir el precio del petróleo ruso para depreciar los ingresos", para que sea significativo. 

En cambio, no ponerle una silla a la UE hará que Putin esté más "envalentonado" y revisionista en cuanto a la historia reciente del Viejo Continente, y eso puede ser catastrófico. Los ecos de Adolf Hitler en 1938 resuenan en la Europa actual. EEUU se vería "arrastrado" a la ola de inseguridad y crisis. 

Los expertos piden a Bruselas que actúe "rápido" ante este bloqueo. "La UE y los líderes europeos en todos los niveles, especialmente con el equipo negociador de Trump y con el propio Trump, deben defender la colaboración en las negociaciones y mostrar su voluntad de intensificar la cooperación. Esto significa preparar nuevos paquetes de ayuda militar de inmediato y, lo más importante, participar en el debate sobre el despliegue de tropas europeas en el terreno", indican. 

Ese despliegue puede incluir asistencia de "respaldo" por parte de Estados Unidos, una frase que su secretario de Estado, Marco Rubio, ha utilizado repetidamente para describir cómo debería funcionar la alianza de la OTAN en términos de reparto de cargas. Pero la fuerza militar tendría una composición predominantemente europea y serviría como núcleo de una garantía de seguridad para Ucrania. 

La ventana de oportunidad se está cerrando rápido, como demuestran los pasos de Trump, que parece decantarse por un fin de guerra injusto e inestable, apremiado por el cortoplacismo, los intereses propios (como las tierras raras que anhela de Ucrania) y la calma que da estar en otro continente. Hay poco margen en los puntos ya difundidos: Ucrania no entrará en la OTAN; tampoco volverá a las fronteras anteriores a 2014; las tropas europeas se encargarán de dar las garantías de seguridad, sin presencia de tropas americanas; estas tropas europeas no estarán cubiertas por el artículo 5 del Tratado de Washington (la cláusula de defensa colectiva de la OTAN), y el apoyo financiero a Ucrania vendrá de manera fundamental de los europeos.

Más allá de Ucrania en sí, Europa debe mirar a su propia seguridad para cuand acabe, como sea, esta guerra. Hay un creciente interés por una mayor autonomía del sector de defensa europeo, per todavía no se ha visto acompañado de un aumento del gasto militar y de la producción de armamento necesaria. De hecho, un nuevo informe del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos indica que el gasto militar ruso es actualmente superior al de todos los países europeos juntos, si se calcula en términos de paridad de poder adquisitivo. La respuesta de Europa a esto revelará mucho sobre el futuro papel del continente en un mundo cada vez más multipolar.

El desamparo de Palestina

La crisis de Ucrania y la de los aranceles se suma a la que se arrastraba de días atrás, desde que a finales de enero Trump anunció por primera vez su plan para "limpiar" Gaza. Luego se ha explayado más: quiere "comprar" la franja costera palestina para convertirla en una "Riviera", pero para ello tiene que sacar antes a sus actuales y legítimos pobladores. Los quiere llevar a Jordania y a Egipto, países que ahora mismo se niegan porque sería traicionar la causa palestina, pero que el magnate está convencido de que accederán poniéndoles dinero sobre la mesa. 

En este caso de política exterior, la nueva Administración de EEUU no ha hablad tampoco con Bruselas. Llama menos la atención, por su escaso peso en Oriente Medio, así que aquí lo que más sorprende es el silencio de la UE y l descafeinado de sus escasas declaraciones. No ha habido pronunciamientos ni de primer nivel ni de verdadera crítica, cuando hasta Naciones Unidas ha denunciado la "limpieza étnica" por venir. 

A través de comunicados o portavoces, se ha defendido aún la solución de dos estados, para la que Borrell hasta diseñó una hoja de ruta la pasada legislatura, pero poco más. "No se puede mover a la gente por la fuerza", dijo Kallas el miércoles, 16 días después y sin citar a EEUU. La presidenta del Parlamento Europeo, Metsola, ha ido algo más allá, visitando Gaza el pasado jueves, pero para hablar de ayuda humanitaria. Del plan de Trump, no.

La comisaria europea para el Mediterráneo, Duvravka Suica, ha anunciado que la UE quiere "reavivar" la solución de dos Estados para Israel y Palestina con sus socios del G7 y de la región, aunque no dio más detalles o plazos. "Gracias a su compromiso financiero duradero, la Unión Europea está bien situada para desempeñar un papel de liderazgo en la estabilización posconflicto y la recuperación temprana, la reconstrucción, la seguridad y el apoyo a la futura gobernanza en Gaza", enfatizó durante un debate dedicado a Oriente Medio en el pleno del Parlamento Europeo.

Los tiempos que vienen obligarán a más claridad y movimiento o se perderá esa apuesta por la "Europa de la geopolítica" que defiende Von der Leyen.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Licenciada en Periodismo y especialista en Comunicación Institucional y Defensa por la Universidad de Sevilla. Excorresponsal en Jerusalén y exasesora de Prensa en la Secretaría de Estado de Defensa. Autora de 'El viaje andaluz de Robert Capa'. XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla.