¿Cómo será el mundo en 10 años? 300 expertos tienen la respuesta
El tanque de pensamiento Atlantic Council publica una macroencuesta sobre el futuro de la geopolítica, la economía o los derechos sociales que pinta un planeta cada vez más complejo y avanzado, pero no necesariamente más justo.
Nadie tiene una bola de cristal para saber lo que vendrá. Más aún, en un mundo tan agitado como el actual, donde parecen acumularse crisis como nunca, de una hondura y a una velocidad desconocidas. Siempre ha habido malos y buenos tiempos, claro, pero la sensación de avalancha no parece exagerada.
Guerras y amenazas, hambrunas y desastres naturales, fuerzas que cambian, alianzas que se rompen, derechos que se pisotean, nuevas necesidades, intereses en liza. Muchas cosas y muy cambiantes, desde un populista en la Casa Blanca a un país que abandona la Unión Europea, desde un grupo terrorista que pone en jaque al mejor ejército de Oriente Medio a las principales vías de comercio amenazadas con una chispa.
El Centro Scowcroft para Estrategia y Seguridad del Atlantic Council, un tanque de pensamiento con sede en Estados Unidos, acaba de publicar Bienvenidos a 2034, una macroencuesta hecha en noviembre en la que han participado casi 300 analistas y expertos que tratan de adelantarse y explicar cómo será el planeta en el futuro cercano, dentro de una década. Los exactamente 288 encuestados, nacionales de 48 países distintos, del sector privado y el público, de universidades, consultoras y ONG, pintan con sus respuestas un planeta cada vez más complejo y avanzado, pero no necesariamente más justo.
Puede haber centros de poder en competencia, una Rusia que se adentra en la incierta era post Vladimir Putin, un Irán con armas nucleares, unas Naciones Unidas incapaces de llevar a cabo sus funciones esenciales y un cambio climático desbocado, que nadie contiene. No suena bien: hasta el 60% de los consultados piensan que el mundo estará peor en 10 años. Suena aplastante pero, yendo a la letra pequeña del sondeo, también se encuentran betas de esperanza y progreso.
Estas son sus conclusiones a diez preguntas esenciales para el mundo que veremos.
Israel, Palestina y Oriente Medio: unas mejores previsiones
¿Podrían las actuales convulsiones en Oriente Medio presagiar grandes transformaciones en la próxima década? Un porcentaje notablemente alto de encuestados por el think tank piensa que sí, dado que la encuesta se realizó después de los ataques terroristas de Hamás del 7 de octubre contra Israel y en medio de la guerra en Gaza iniciada por Tel Aviv como respuesta.
El estallido de las hostilidades ha asestado un duro golpe al progreso que los líderes sauditas e israelíes habían estado logrando hacia un pacto histórico para normalizar las relaciones entre sus países, en el marco de los Acuerdos de Abraham. Justo uno de los principales objetivos de los ataques del 7 de octubre era descarrilar el acuerdo.
Sin embargo, una clara mayoría de los entrevistados (alrededor del 60%) espera que Tel Aviv haya normalizado en 10 años sus relaciones diplomáticas con Arabia, con el patrocinio de EEUU, "lo que sugiere que las condiciones subyacentes que habían estado uniendo a los dos países antes de la guerra que asoló la región podrían durar más que los combates", indica el dossier.
Pero más impacto tiene la siguiente conclusión: casi uno de cada cinco encuestados cree que para 2034 Israel habrá normalizado sus relaciones diplomáticas con un Estado palestino, ya creado, independiente y soberano. Aunque se trata de una opinión minoritaria, señala una lectura alternativa a la devastación de los últimos meses: a largo plazo, "la violencia que hace que la paz parezca una posibilidad tan remota podría, en última instancia, revitalizar los llamados a una solución de dos Estados para la crisis israelí-israelí", indican los expertos.
Un porcentaje ligeramente menor de encuestados también anticipa relaciones normalizadas entre Israel y el Líbano dentro de una década. Ahora mismo, lo que llueven son los cohetes de Hezbolá sobre el norte de Israel y la réplica de sus Fuerzas Armadas en el sur del vecino. Sin embargo, incluso si toda esta estabilización diplomática y cadena de reconocimientos ocurriera, los entrevistados no esperan que estalle la paz en toda la región. Pocos expertos creen que Israel habrá normalizado sus relaciones con Siria (4%) o Irán (2%).
Taiwán y China: la guerra pierde fuerza
Los encuestados están más convencidos de la estabilidad política actual en China que en otras potencias mundiales. Por ejemplo, el 86% cree que el Partido Comunista Chino seguirá en el poder en 2034, mientras que sólo el 3% espera lo contrario. Un encuestado, sólo uno, piensa que el gigante se convertirá en un estado fallido en la próxima década.
Este consenso de expertos va en contra de la especulación entre algunos observadores de que acontecimientos recientes como las luchas económicas del país y las protestas que pusieron fin abruptamente a la política de covid cero de Xi Jinping podrían amenazar al régimen. Será agua pasada.
Sin embargo, los resultados de la encuesta también arrojan dudas sobre otra narrativa sobre China -más prominente a principios de este siglo- como la futura potencia hegemónica global imparable. Las percepciones sobre Pekín podrían estar empezando a cambiar en ese punto.
Sobre una de las cuestiones más apremiantes en el horizonte, si China intentará retomar Taiwán por la fuerza en los próximos años, los encuestados expresaron un "escepticismo notable". "Si bien la mitad espera que esto ocurra dentro de los próximos diez años, la proporción que prevé una operación militar de este tipo ha disminuido sustancialmente desde el 70% de los encuestados cuando hicimos la misma pregunta en la encuesta del año pasado", indican las conclusiones. También es "significativo", añaden, que uno de los grandes cambios de 2022 a 2023 es un aumento en el porcentaje de expertos que afirman que "no saben" si China intentará la reunificación por la fuerza.
Una posible explicación para estos cambios es que los expertos están reevaluando las intenciones de China o sus capacidades con respecto a Taiwán, a la luz de los acontecimientos del año pasado. "Las dificultades que ha enfrentado Rusia en su guerra contra Ucrania o los problemas económicos de China, por ejemplo, podrían hacer que Pekín sea más reacio a asumir los riesgos de una acción militar importante", señala el Council.
Los casi tres centenares de analistas también parecen divididos sobre si China va a tener un papel global más amplio en la próxima década. Por ejemplo, el 44% piensa que el mundo se dividirá en gran medida en bloques alineados con China y con EEUU durante ese período, dando paso a un mundo bipolar. Pero no son pocos, otro 39%, que no está de acuerdo con esas conclusiones. Un 33% está de acuerdo con la afirmación de que Pekín y Moscú se convertirán en aliados formales para ese 2034, consolidando la asociación menos formal "sin límites" que los dos países tienen actualmente, pero el 37% dice lo contrario. Hay, pues, división de opiniones sobre si estaremos, entonces, en una nueva Guerra Fría como la del siglo pasado.
Rusia y el aguante de Putin
"En algún momento de la próxima década (...) es probable que un nuevo líder asuma el control de Rusia, en circunstancias desconocidas y en medio de una posible agitación", concluyen los expertos consultados. En diciembre, Putin, que ha dominado la política rusa desde 1999, anunció planes para hacer posible aquello para lo que modificó dos veces la constitución de Rusia: buscar más tiempo en el poder. Se espera que gane las elecciones presidenciales de marzo en el país, pero los analistas no esperan que su Gobierno dure toda la década: el 71% afirma que Putin no seguirá siendo presidente de Rusia en 2034 -entonces tendría 82 años, además-, y otro 22% no está seguro.
¿Será sólo la edad la que acabará con su poder o intervendrán los acontecimientos políticos? Un gran número de encuestados espera que en Rusia se produzcan "grandes disturbios" durante la próxima década. El 35% cree que el país se dividirá internamente en los años que quedan hasta entonces, debido a acontecimientos como una revolución, una guerra civil o la pura desintegración política. Para quienes piensan que Putin ya no será presidente, esta cifra se eleva al 40%. Incluso entre aquellos que estiman que el actual mandatario seguirá gobernando Rusia en 2034, casi una cuarta parte espera que el país se desintegre, directamente.
Alrededor del 11% de los encuestados citó a Rusia como la nación que, aunque actualmente no es un estado fallido, tiene más probabilidades de convertirse en uno dentro de los próximos diez años, un porcentaje ligeramente mejor que un año atrás, cuando estaba más reciente la invasión de Ucrania.
Sólo el 6% de los encuestados cree que Putin podrá lograr su objetivo de guerra de convertir a Ucrania en un "estado cliente"o "satélite" de Moscú en la próxima década. Aún está por verse cómo los fracasos en suelo ucraniano afectarán a la longevidad del presidente. Incluso la marcha de junio sobre Moscú realizada por el comandante del Grupo Wagner, Yevgeniy Prigozhin, en última instancia no pareció poner en peligro el control de Putin sobre el Kremlin, dada la rápida represión del motín y la muerte-asesinato de Prigozhin dos meses después en un accidente aéreo.
Aquellos que esperan que Rusia se desintegre son más propensos a prever que Moscú participará en actividades "preocupantes": el 38% cree que el país y la OTAN librarán una guerra en los próximos diez años, en comparación con el 25% de los que no lo estiman. Y otro 20% cree que que Rusia utilizará un arma nuclear en la próxima década, en comparación con el 11% de los que lo niegan.
El poderío de EEUU permanece
Estados Unidos es el país más poderoso del mundo, lo fue en el siglo pasado y lo seguirña siendo en la década por venir. Para 2034, según una gran mayoría de los analistas (73%), el mundo será multipolar, con múltiples centros de poder, en contraste con el momento unipolar que siguió al colapso de la Unión Soviética, dejando a Washington como la última superpotencia llamada así por derecho propio. Pero, a la vez, la mayoría también espera que EEUU mantenga una preponderancia de poder en varias dimensiones clave.
Al detalle: el 81% cree que EEUU seguirá siendo la potencia militar dominante del mundo en una década y una mayoría igualmente amplia (79%) anticipa que las alianzas y asociaciones de seguridad de la Casa Blanca en Europa, Asia y Medio Oriente, forjadas en el transcurso de aquella Guerra Fría van a perdurar, "una expectativa notable dado que estas alianzas y asociaciones podrían ser un tema importante de debate durante las elecciones presidenciales estadounidenses de 2024".
En particular, una mayoría más pequeña (pero de un importante 63%) cree que EEUU será la fuente dominante de innovación tecnológica para 2034 y poco más de la mitad (52%) dice que será la potencia económica dominante. Con permiso de China, que aprieta en la competición, claro. Este nivel de confianza en la longevidad del poder estadounidense es, de hecho, mayor que el nivel que expresaron los encuestados un año antes. Con una excepción: el ámbito diplomático, donde sólo un tercio de los encuestados espera que sea la potencia diplomática predominante en el mundo dentro de diez años. Hay más competencia y muchos focos.
Incluso los expertos que esperan que el dominio militar global estadounidense perdure no creen que eso sea suficiente para mantener un estatus de superpotencia única. Aquellos que imaginan a EEUU como la potencia militar dominante en 2034 tienen la misma probabilidad de anticipar que el mundo será multipolar ese año (73%) que aquellos que no creen que el dominio militar estadounidense durará toda la década (72%). Sostener las alianzas y asociaciones actuales también requiere el tipo de influencia diplomática estadounidense que los encuestados no ven tan clara en el futuro.
Lo que haga EEUU nos afecta, mucho, en Europa, donde se ha apostado por la llamada "autonomía estratégica", una política que busca menos al lazarillo de Washington y apuesta más por la asunción de decisiones y apuestas propias en política exterior y en seguridad y defensa, aún manteniendo sus compromisos con aliados como la OTAN. En este punto, sólo el 31% de los encuestados cree que el viejo continente habrá alcanzado esa autonomía para 2034. Incluso los propios europeos están en gran medida divididos: el 40% de los entrevistados que proceden de la UE cree que tendrá esa autonomía, pero el 36% no está de acuerdo. Entre los encuestados no europeos, la mitad no cree que esto suceda, mientras que sólo el 29% sí lo cree. La nueva legislatura comunitaria será un buen momento para ver por dónde van los tiros.
Más allá de lo exterior, volviendo a EEUU, el sondeo masivo pregunta sobre las divisiones y retos internos del país, especialmente puestos de manifiesto desde la llegada del populismo de Trump al poder. Casi el 12% de los encuestados espera que el país, cuando para China se espera en un 7% y para India, en un 6%. Alrededor del 5% de los encuestados identificaron a EEUU como el estado que actualmente no es fallido pero que tiene más probabilidades de convertirse en uno dentro de los próximos diez años; menos que aquellos que señalaron a Rusia (11%) y Pakistán (8%) pero aproximadamente a la par con el porcentaje de encuestados que citaron Afganistán, Argentina y Líbano. Eventos como el asalto al Capitolio de hace tres años, cuyos ecos perduran, avalan estas afirmaciones.
El gris futuro de la ONU
Ya hemos comentado que muchos de los expertos sondeados esperan que el mundo dentro de diez años sea multipolar, pero aún así prevén desafíos para las organizaciones internacionales en las que todos los estados del planeta se dan cita y trabajan y se enfrentan y que, sobre todo, pueden ser centros de poder en competencia.
Las instituciones multilaterales establecidas después de la Segunda Guerra Mundial - es el caso de las Naciones Unidas (ONU), el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), entre otras- fueron diseñadas en parte como lugares para que las potencias rivales discutieran sus diferencias sin recurrir a medios militares o a la fuerza. Sin embargo, los expertos afirman que no esperan que estas instituciones sean plenamente capaces de desempeñar este papel durante la próxima década. De hecho, el debate ya está sobre la mesa, especialmente en el caso de la ONU, bloqueada por vetos y repartos de poder de hace más de 75 años.
La falta de esperanza más llamativa se da justo en el organismo que comanda Antonio Guterres. Sólo el 2% de los encuestados dice que para 2034 la organización en su conjunto será completamente capaz de resolver los desafíos centrales de su misión y otro 23% afirma que será "algo" capaz de hacerlo. En cuanto al Consejo de Seguridad, la madre del cordero en cuanto a toma de decisiones, nadie, ni uno de los casi 300 interrogados, cree que será completamente capaz de trabajar bien, y sólo el 17% espera que lo sea en cierta medida. Esto contrasta con el 68% que piensa que el Consejo de Seguridad mostrará diversos grados de incapacidad. Transparente el diagnóstico.
Al menos hay cierta confianza en el Consejo se reformará y cambiará: el 76% de los que piensan que el Consejo de Seguridad será en cierta medida capaz de ejecutar su misión en diez años también cree que al menos un nuevo miembro permanente se agregará al organismo en ese periodo; los candidatos más probables son India, Alemania y Japón. Entre quienes dicen que el Consejo de Seguridad será incapaz de llevar a cabo sus funciones, sólo el 53% ve esta ampliación.
Menos drásticos son los encuestados respecto a otros organismos. Más de la mitad creen que el FMI, el Banco Mundial o el G7 serán al menos en cierta medida capaces de hacer la tarea que se les encomendó al nacer. La confianza, en este caso, está muy clara en el mapa: viene de Occidente y poco más. África o América Latina, que están más al margen de esos bloques de poder, no creen que sean tan válidos.
El nuevo escenario nuclear
"La próxima era nuclear será ingobernable: con más armas, menos barreras de seguridad y la amenaza renaciente del terrorismo nuclear". Alentador, ¿no? "Parece que estamos entrando en una tercera era nuclear después de las que ocurrieron durante la Guerra Fría y los períodos posteriores a la Guerra Fría. Y es probable que la falta de gobernanza internacional sea una de las características definitorias de la nueva era nuclear, a medida que la competencia geopolítica se intensifica y los tratados de control de armas nucleares se deshacen", constatan en el Atlantic Council.
Una gran mayoría de los encuestados prevé una proliferación de este tipo de armamento: el 84% dice que al menos un Estado actualmente no nuclear lo será en una década. El país que más probablemente se sume a la lista, citado por el 73% de los expertos, es Irán, pero un número considerable también espera que den el paso Arabia Saudí (40%), Corea del Sur (25%) y Japón (19%). Los expertos ahora creen que las armas nucleares se propagarán más rápidamente, un 21% más rápido.
Cuando se les preguntó a los analistas qué actores esperan que empleen realmente un arma nuclear en los próximos diez años, el 20% apostó por un grupo terrorista, un miedo que ha crecido 17 puntos en apenas un año. "Alarmante", "preocupante", como lo califican en el resumen del estudio. También alrededor del 14% de los encuestados espera que Rusia utilice un arma nuclear para entonces, mientras que aproximadamente el 15% pronostica que lo hará el régimen de Corea del Norte. Una nota más positiva: más del 60% de los encuestados cree que no se utilizarán armas nucleares durante la próxima década, por parte de nadie.
Ahondando en el papel a la baja de las instituciones internacionales, sólo el 3% de los analistas piensa que la mayor expansión de la cooperación global en los próximos diez años se producirá en el ámbito de la no proliferación nuclear. No hay avances en ese campo.
Ucrania: sin victoria total, pero en la UE y en la OTAN
Es probable que ni Rusia ni Ucrania logren todos sus objetivos bélicos, al menos Kiev consiga estar dentro de la Unión Europea y la OTAN en una década. La principal meta de lo de Volodimir Zelenski es recuperar todo el territorio invadido por Moscú, ahora y en 2014, por lo que incluye la parte oriental del país y la península de Crimea. Mientras que apenas el 12% de los encuestados esperan que Ucrania recupere el control de su territorio anterior para 2034, poco menos de la mitad (48%) anticipa que reafirmará la autoridad sobre el territorio ucraniano que tenía antes de la invasión a gran escala de Rusia en 2022. No todo, sí parte.
En cuanto al esfuerzo de Vladimir Putin por subyugar a Ucrania en su sueño de "mundo ruso", las perspectivas a largo plazo para Moscú no parecen buenas: apenas el 6% de los encuestados piensa que Ucrania terminará dependiendo de Rusia o estando bajo su órbita en 2034.
Campo de batalla aparte, hay un motivo doble que lo hace prever: la intención de Kiev de unirse a la OTAN y a la Unión Europea como medio para integrarse con Occidente y garantizar su seguridad futura. Una ligera mayoría de los encuestados (54%) espera ver a Ucrania en la UE en los próximos diez años, tras un proceso que, de hecho, que Kiev y Bruselas ya han puesto en marcha, aunque aún quedan muchos obstáculos. El 44% también anticipa que Ucrania se habrá unido a la OTAN durante este período y es probable que esta perspectiva se debata en la próxima cumbre de la Alianza en Washington, este verano.
Cambio climático, asignatura pendiente
El cambio climático es y será la mayor amenaza para la prosperidad global, según un 37% de los sondeados. Una posible guerra entre grandes potencias preocupa menos, en un 25% de los casos. La disminución drástica de las emisiones aún podría estar lejos y las perspectivas no son especialmente buenas para quienes vivan en este planeta en 2034. Falta conciencia, como ahora.
El cambio climático es también, con diferencia, el campo citado con más frecuencia en el que los encuestados esperan la mayor expansión de la cooperación global en los próximos diez años (49%), muy por delante de la gobernanza tecnológica y la salud pública (aproximadamente un 14% cada una). El pico de preocupación por la salud generado por la pandemia del coronavirus parece haber pasado, por más que se auguren nuevas amenazas en el futuro.
En un aspecto interesante de los datos, los encuestados que trabajan en el sector privado, el que tendrá que crear o comercializar la tecnología necesaria para mitigar el cambio climático, parecen menos preocupados por su impacto potencial en la prosperidad global: sólo el 23% o lo identifica. como el mayor riesgo, en comparación con el 32% que apunta a una guerra entre grandes potencias.
El relativo optimismo sobre la capacidad de los países para trabajar juntos para abordar el cambio climático "se ve atenuado por el relativo pesimismo sobre cuánto se logrará con esa cooperación en términos de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero". El 53% no cree que las emisiones hayan alcanzado su punto máximo y hayan comenzado a disminuir para 2034, en comparación con el 44% que cree que sí lo harán.
El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, de Naciones Unidas) dice que las emisiones globales de gases de efecto invernadero deben alcanzar su punto máximo antes de 2025 para limitar el calentamiento global a 1,5 grados por encima de los niveles preindustriales. Cuanto más tarde las emisiones alcancen su punto máximo, más bruscamente tendrán que caer si los países quieren cumplir los objetivos establecidos en el Acuerdo de París de 2015 para limitar el calentamiento a 2 grados, meta afianzada en 2023 en Dubai. "Quizás en reconocimiento de estas consideraciones, más de la mitad de los encuestados piensan que para 2034 los humanos habrán iniciado la geoingeniería deliberada y a gran escala del planeta para reducir los impactos del cambio climático o lograr otros objetivos", dicen las conclusiones.
Las redes y la IA, progreso y dudas
Los encuestados, en general, tienen una visión muy negativa de las redes sociales y una visión algo más positiva de la inteligencia artificial (IA) y su evolución. Todas las lecturas de este punto son complejas y tienen muchos matices, porque muchas son las dudas de lo que está por venir en una materia tan cambiante que es imposible augurar lo que viene no en diez, sino en un año.
La cautela hacia las redes sociales que los expertos llevan tiempo expresando está más extendida que nunca: ocho de cada diez encuestados (81%) dicen que las redes sociales tendrán, en general, un impacto negativo en los asuntos globales durante los próximos diez años. En cuanto a la IA, los encuestados ven las cosas razonablemente bien, incluso tras un año de enorme debate sobre Chatbot, su utilidad o su capacidad de robar el trabajo a los humanos. El 51% cree que la IA tendrá un efecto algo o muy positivo en los asuntos globales en la próxima década, en comparación con el 38% que dice lo contrario.
Los hombres y, sobre todo, los procedentes del sector privados, son los que ven el vaso medio lleno. Llama la atención que los expertos de mediana edad son los más optimistas (65% creen que la IA tendrá buenos efectos), frente a un 39% de jóvenes; en esa franja de edad, con un 52%, ganan los que esperan malas consecuencias.
"¿Por qué podría existir esta brecha en las percepciones entre grupos de edad? No queda claro a partir de los datos, pero es posible que los nativos digitales sean más capaces de ver los peligros de las nuevas tecnologías. O tal vez, dado que los jóvenes tienden a tener niveles más bajos de antigüedad en el lugar de trabajo, pueden estar más preocupados de que la automatización ponga en peligro sus propias oportunidades laborales", explica el think tank.
Pesimismo versus esperanza
Este año, por primera vez, la encuesta planteó una pregunta general: "¿Crees que dentro de una década el mundo estará mejor o peor que hoy?". Y ha tenido una conclusión general: los que saben están más preocupados que esperanzados. El 60% dice que el mundo estará peor en 2034, mientras que el 40% espera que esté mejor.
Esta reacción es "sorprendentemente generalizada" y no se aprecia ninguna diferencia estadísticamente significativa al clasificar la muestra por género, edad, país de ciudadanía o campo de empleo. "Es una evaluación aleccionadora", constatan.
Es, con diferencia, la mayor de las certezas en sus pronósticos a diez años vista. Mientras, queda ir viviendo para ir viendo si aciertan o no en su visión de nuestro mundo.