¿Toda la carne en el asador?: cómo afecta la guerra cronificada en Ucrania al arsenal de Rusia
La Inteligencia británica desvela que uniformados rusos pelean cuerpo a cuerpo apenas con unan pala, pero en la misma semana se usan nuevos misiles hipersónicos.
Una pala. Modelo MPL-50. Diseñada en 1869 y sin apenas cambios desde hace dos siglos. Es el arma con el que reservistas rusos se están enfrentando con militares ucranianos en el este del país invadido. Lo ha desvelado esta semana la Inteligencia de Reino Unido. Según sus fuentes, es el complemento que se le da a los uniformados forzosos, junto a un arma de fuego de pequeño calibre.
La lectura que hacen de este detalle los especialistas de Londres es que los combates cuerpo a cuerpo aumentan y que la infantería desmontada rusa tiene menos apoyo de fuego de artillería, porque hay escasez de municiones. El uso de la pala "como arma destaca la lucha brutal y de baja tecnología que ha llegado a caracterizar gran parte de la guerra" no es nuevo, pero se incrementa. Denota alarma.
En esta guerra vieja de un año, se multiplican las preguntas sobre el coste que está teniendo para los efectivos y los medios rusos, sobre el arsenal que ha usado ya y el que le queda, sobre los medios a los que aún puede recurrir para ganar, porque no está haciéndolo, claramente. También sobre los aliados que le quedan y a cuya puerta llama en busca de ayuda. Lo que sigue es un repaso, a falta de fuentes rusas, de las capacidades reales rusas a día de hoy.
Los efectivos
Desde el inicio de la guerra, se repite la falta de información fidedigna sobre las bajas de efectivos en el terreno, ucranianos o rusos. Ninguna de las dos partes afina, que nadie quiere asumir el daño y amedrentar a la tropa. Sin embargo, los centros de estudios independientes y las Inteligencias occidentales y de países fronterizos al conflicto señalan que son centenares las bajas diarias en los dos bandos.
La "operación militar especial", como la bautizó Putin el 24 de febrero de 2022, no ha durado dos días y no tiene visos, aún, de acabar pronto y los muertos y heridos de gravedad se multiplican. Se cree que Rusia, en estos 13 meses casi, ha perdido 200.000 soldados entre heridos y muertos, según fuentes militares de Estados Unidos. Sin embargo, está lejos de agotar su capacidad de reclutamiento de tropas. En septiembre pasado, Putin anunció la llamada a filas de 300.000 hombres. Entonces se entendió como la guerra total, aunque no se declaró, pero se calcula que la mitad de esos soldados aún está recibiendo instrucción militar, porque hablamos de civiles que en su día, ya lejano, se enfundaron el uniforme sólo temporalmente.
Sin embargo, analistas de centros como el Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW) o el Instituto Hudson sostienen que, encubiertamente, los reclutados por esta vía han podido superar los 500.000, aunque el grueso del sobrante sobre los datos oficiales aún no habrían entrado en combate, esperando a la avisada gran ofensiva de primavera. Rusia cuenta con 30 millones de hombres en edad militar (entre los 18 y los 50 años), pero sólo unos 10 millones tienen alguna experiencia militar adquirida en su paso por el servicio militar obligatorio. Unos 500.000 jóvenes en edad militar han huido del país, según demógrafos rusos citados por el diario Financial Times. El país ha quedado en un estado de “movilización parcial”, como lo llamó Putin, pero no todas las familias se han visto afectadas, y para muchos rusos de clase media, la vida ha continuado como antes.
Más allá del número, Reino Unido ha desvelado igualmente que estos reservistas han tenido que llevarse hasta material de primeros auxilios de casa, ante la falta de medios en las trincheras rusas. En general, su formación es inadecuada y su equipamiento, deficiente.
Rusia no da cifras de muertos en sus filas desde un mes después de iniciar la invasión. Quedan los datos ucranianos, que se suponen poco fiables porque siempre se engordan las estadísticas para levantar la moral. Según sus datos, los muertos superarían los 150.00 "o incluso el doble", dice Defensa. No es el dato que maneja Occidente: EEUU y Reino Unido creen realista la cifra de 100.000 muertos al año de la contienda. Eso supondría casi siete veces el número de bajas oficiales en su conflicto de una década en Afganistán, que hasta ahora pesa en el alma de los rusos como la mayor losa sobre sus Fuerzas Armadas. También es casi el doble de las bajas estadounidenses en la guerra de Vietnam.
Antes de comenzar la invasión, Rusia contaba con 840.000 efectivos, sin contar reservistas, frente a los 219.000 de Ucrania, según datos de Janes, uno de los medios especializados en Defensa más reputados del mundo. La Inteligencia ucraniana calcula que hay unos 320.000 soldados enemigos en su territorio, menos del 20% del cual está en manos rusas.
Los medios
El daño es también notable en lo material. Un punto débil por lo perdido y por las complicaciones con que se topa el Kremlin para reponer lo destrozado. Cuesta mucho, obvio, pero es que además necesita de componentes y microprocesadores occidentales para sus armas más sofisticadas y las sanciones, esas que muchos dicen que no funcionan para nada, asfixia la cadena de producción.
Rusia ha perdido 2.300 carros de combate en Ucrania, según estima el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Londres (IISS). Actualmente, se calcula que tiene desplegados unos 1.800 y le quedan otros 5.000 en la reserva, pero la mayoría son carros de la era soviética con un mantenimiento deficiente. Según el ministerio de Defensa británico, Rusia ha perdido en total 4.500 vehículos blindados, 63 aviones, 70 helicópteros, 12 buques de guerra y más de 600 piezas de artillería. También ha consumido la mayor parte de sus misiles de largo alcance. A ello se suman las informaciones de Reuno Unido, como la de las palas, del uso de material antiguo. Valgan de muestra dos botones: los blindados T-62, de los que hay unos 800 en uso y que tiene más de 60 años, y los blindados para el transporte de tropas BTR-50 (en una cantidad no desvelada), desplegados por primera vez en 1954.
El inventario ha ido bajando con los años y no tiene tantas puertas a las que tocar si quiere piezas de repuesto o equivalentes compatibles. Es por eso que Putin está tratando de lograr armamento y repuestos en mercados amigos, como China, Corea del Norte o Irán. En este último caso, hace meses que ya cuenta con los drones de Teherán. Hay informaciones de EEUU de que China estaría "estudiando la posibilidad" de dar lo que se le pide, pero sus autoridades insisten en que su relación con Rusia "no es una amenaza para ningún país". Hasta ahora, sólo le ha vendido ayuda no letal y busca la moderación en el conflicto. "No estamos involucrados directamente ni hemos proporcionado armas. Hemos publicado un documento con propuestas para la paz", dijo el pasado 7 de marzo el ministro de Exteriores chino, Qin Gang.
El teniente coronel español José García, en la reserva, entiende que es "imposible recuperar el potencial militar de Rusia", más en material que en manos. "El Ejército estaba en el pico más alto de su fuerza entre los años 2020 y 2021 y no volverá allí rápidamente. Las sanciones, poco a poco, van lastrando su economía, pero intenta alargar su agonía. No se puede permitir una derrota, tiene que forzar al menos una negociación ventajosa", indica. La técnica es y será, dice, "la del enquistamiento, la pelea territorial concentrada". "Siguen pensando en que la guerra larga cansará a Occidente, el flujo de ayudas cesará o bajará en algún momento. Aunque no se ha salido como esperaba, aunque la comunidad internacional no ha actuado tibiamente como en 2014, aún confía en aguantar con sus medios hasta sacar una salida ventajosa, como podía ser el Donbás", explica.
Añade que hasta ahora Moscú ha tratado de suplir con nuevos efectivos la pérdida "masiva" de equipamiento, pero no es suficiente. De ahí que haya tenido que recurrirse en puntos clave como Soledar o Bajmut al Grupo Wagner. "Pero han utilizado el invierno, al menos, para reconstituir sus fuerzas armadas", afina. Ahora hay prisa, porque Kiev se refuerza con ayuda exterior, como los tanques, y hay que actuar.
Lo que le resta
García remarca que el golpe es "formidable", pero Rusia, recuerda, no está poniendo aún toda la carne en el asador. La inteligencia ucraniana calcula que hay unos 320 000 soldados en la Ucrania ocupada. "Cuentan con proyectiles de artillería, en número menguante pero importante, tienen tanques y vehículos blindados, no necesariamente los más modernos, pero muchas capacidades. No hay que desdeñar nada de eso", indica. Janes publicó que Rusia, hace un año, tenía partía con 5.613 piezas de artillería para autopropulsión y armamento contra aeronaves.
"Es realmente poco probable que se queden sin equipo básico. Donde sí se están quedando más cortos es en los sistemas postsoviéticos más avanzados de cohetes y vehículos blindados avanzados, donde se han producido muchos menos en los últimos años, porque las necesidades eran otras. No estaban directamente en el Donbás, con los prorrusos, ni los necesitaban en Crimea, por ejemplo. Los daños son mayores porque a Rusia le resulta más difícil reemplazarlos", enfatiza a su vez el Instituto Alemán de Asuntos Internacionales y Seguridad.
"La batalla se concentra esencialmente en la cuestión de si Rusia va a tratar de utilizar su abrumadora cantidad de recursos, en particular sus uniformados, para romper las líneas ucranianas sin usar necesariamente un armamento más sofisticado", ahonda. "Eso va a requerir muchos recursos". avisa también. Se está viendo en la batalla por Bajmut, en la que están lanzando oleada tras oleada de soldados y sufriendo muchas bajas, desde hace ocho meses ya.
Tampoco hay que olvidar que gracias a su presencia con botas sobre el terreno tras hacerse con Crimea en 2014, Rusia ha florecido en la zona con bases aéreas renovadas y activos navales adicionales en el mar Negro, que incluyen submarinos diésel y pequeñas corbetas. Cada una de estas plataformas tiene una capacidad de ataque de largo alcance, señala la CNN, y esa es una de las grandes diferencias reales en el Ejército ruso.
En las últimas semanas, se han dado pasos intimidantes que evidencian que el poderío de Rusia sigue siendo importante. Gestos como el despliegue de armas nucleares en su flota del norte por primera vez en 30 años, que recuerdan que el arsenal atómico sigue muy vivo. Todas las cifras de armas nucleares del mundo son estimaciones, pero, según la Federación de Científicos Estadounidenses, Rusia tiene 5.977 ojivas nucleares -los dispositivos que desencadenan una explosión nuclear- aunque esto incluye alrededor de 1.500 que están retiradas y listas para ser desmanteladas. Otras estimaciones hablan de 6.375 ojivas, frente a las 5.800 de EEUU, por comparar. Por más que esa baza siga sobre la mesa y el Kremlin amenace con ella, lo real es que se ha duplicado la guerra convencional, que ha amplificado a través de la movilización y los ataques aéreos masivos en la infraestructura ucraniana.
También se ha producido una andanada que ha puesto en alerta a toda Ucrania, incluyendo Kiev, la capital, con misiles hipersónicos Kinzhal (daga, en ruso), de alta precisión y con un alcance de más de 2.000 kilómetros y una velocidad diez veces mayor que la del sonido. Es al menos la tercera vez que se emplea en esta guerra, cuando antes sólo se había ensayado, y aunque Washington no cree que sea un punto de inflexión en la contienda, supone una presión notable para la población civil, la que sufre las consecuencias.
Y está, al fin, el aviso de Putin de que esto no acaba aquí: "Vamos a introducir todas las tecnologías modernas para aumentar el potencial militar. Ya trabajamos en el desarrollo de armas militares que, por sus características, son superiores al armamento militar occidental. Estamos desarrollando la producción enserie de todos estos mecanismos", anunció en las vísperas del aniversario de la invasión.
Una estrategia "deliberada"
En un análisis viralizado estos días, los investigadores Andrei Soldatov y Irina Borogan, que trabajan en Agentura.ru. (un organismo de control de las actividades de los servicios secretos rusos) dicen en la revista Foreign Affairs que Rusia aún no ha ido a por todas. Hablan de "enfoque parcial" de la guerra. "No es fortuito ni es simplemente el resultado de una ejecución fallida", defienden, sino que es una "estrategia deliberada". "Al adoptar una postura maximalista sobre la guerra, el Kremlin puede sugerir a Occidente que está preparado para hacer lo que sea necesario para ganar en Ucrania, sin tener que cumplir necesariamente sus amenazas. Mientras tanto, en casa, el Gobierno ruso puede transmitir a los rusos de a pie que tiene la opción de apretar más las tuercas, pero que no se esfuerza por alienar a la población. En ambos casos, la estrategia ofrece a Putin un camino abierto hacia una mayor escalada, pero sin los costos inmediatos", añaden.
Su estrategia, dicen, no ha sido por ahora una mayor oleada de reclutas, como le pedían parte de sus colaboradores, la guerra total. Ha recurrido a Wagner, incluso. "De esta forma, en lugar de llevar a cabo una movilización a gran escala, el Gobierno ruso ha optado por el momento por utilizar otros recursos manteniendo la movilización sólo parcial. La táctica parece estar cumpliendo su propósito: en las últimas semanas, Wagner ha sido la única unidad que estuvo a la ofensiva, y aunque ha sufrido muchas bajas, sus pérdidas no preocupan a los militares", certifica. Putin no es Stalin, aclaran.
Por ahora, la estrategia "le ha servido bien" a Rusia. "Le ha permitido mantener la estabilidad política mediante una combinación de intimidación e indiferencia", dicen de forma muy gráfica los dos autores. "A nivel nacional e internacional, lo ha ayudado a preparar a Rusia para una guerra muy larga sin hacer el tipo de sacrificios que en última instancia podrían hacer que la población se rebele. Y sobre todo, le ha dado flexibilidad. Las opciones más radicales, incluida la nacionalización económica y la movilización total, siguen abiertas y la burocracia del país ya está preparada para ponerlas en marcha".
La llegada de material occidental para Kiev, la evolución del frente de Bajmut y la llegada o no de ofensivas y contraofensivas marcarán las semanas por venir.