¿Puede Occidente dejar de ayudar a Ucrania?

¿Puede Occidente dejar de ayudar a Ucrania?

Cuando la guerra cumple un año y el mundo arrastra sus consecuencias la respuesta aún es "no". Hay margen de gasto y hace falta un impulso, al menos, para llevar a Kiev a una mesa de negociaciones. 

Kamala Harris y Nancy Pelosi sostienen una bandera ucraniana firmada por soldados y regalada por Volodimir Zelenski en su visita al Capitolio, el pasado diciembre.LAPRESSE

Los aliados occidentales de Ucrania, desde la Unión Europea a Estados Unidos, pasando por Reino Unido, han entendido que permitir que Rusia logre sus objetivos estratégicos en el país vecino a sangre y fuego socava la seguridad en todo su mundo. La amenaza es global, no local. Con la mayor contienda en suelo europeo desde 1945, se están violando los principios de la vida dados en la postguerra mundial, por los que las fronteras no se cambian por la fuerza ni se puede impedir que un país elija a sus gobernantes. También existe la práctica certeza de que si no se le paran los pies ahora a Vladimir Putin, tras Ucrania puede venir cualquier cosa, y el entorno postsoviético tiembla.

Por eso, la ayuda de los amigos de Ucrania no ha faltado desde el primer momento, en una reacción en cadena muy rápida y sólida, más de lo esperado -de hecho, el Kremlin confiaba en que su invasión dividiera, más que uniera-, que ha plantado batallas paralelas a las del campo de batalla igualmente decisivas: la de las ayudas en armamento y fondos, la del daño a la economía rusa a base de sanciones y la de la construcción de alianzas geoestratégicas nuevas, dentro del remolino general que la guerra está causando en el planeta. Mucho dinero, muchos medios. 

Ahora, pasado un año, se plantea la pregunta de si Ucrania puede seguir adelante sin muletas, de si es posible que Occidente deje de ayudarle o rebaje el impulso. La respuesta común de los expertos es "no". Es justo el momento de lo contrario o la amenazada estructura levantada en estos 12 meses colapsará. "No dejéis que el mundo cambie de tema", rogaba el presidente Volodimir Zelenski en mayo, ante el temor de que una guerra cronificada cansase a sus aliados, que dejaran de arrimar el hombro o forzaran a una negociación no ventajosa para sus intereses sólo para poder estabilizar los mercados, rebajar la inflación, acallar a la población que paga las consecuencias económicas de la invasión. 

Lo que se ha hecho

La plataforma Statista ha recopilado todos los datos relacionados con el apoyo que Ucrania ha recibido lo largo del 2022 por parte de distintos países del mundo y así se intuye, a golpe de vista, la importancia de lo movilizado hacia Kiev y sus intereses:

  Apoyo recibido por Ucrania en 2022Statista

En lo que respecta a apoyo financiero, la UE es la que más ayudó a Ucrania durante el 2022, con fondos por valor de 12.300 millones de euros. Le siguen EEUU, con 10.300 millones y Reino Unido, con 2.100. Canadá, Alemania, Noruega, Polonia y Francia ocupan del tercer al séptimo puesto, en ese orden. Las sanciones han sido múltiples, profundas, llegando a afectar al gas, el petróleo, el carbón o las finanzas, pero en ese punto los resultados no son los esperados, porque Putin se había preparado bien para ese castigo. Según datos del Stimson Center de Washington, el PIB de Rusia en 2022 se contrajo alrededor de un 2,2 % y podría crecer un 0,3 % en 2023, afirma citando las estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI). La inflación es mala (alrededor del 12%), pero las proyecciones iniciales indicaban que sería mucho peor, cerca del doble. El dolor económico no ha desviado a Putin de su misión resuelta de conquistar una parte o la totalidad de Ucrania.

Teniendo en cuenta que la guerra ruso-ucraniana es un enfrentamiento bélico, el apoyo militar ha sido, obviamente, de extrema importancia. Washington es el país que encabeza el índice de Global Firepower, esto es, es la potencia militar del mundo, y teniendo en  cuenta su enfrentamiento con Moscú y su acercamiento a Kiev no es de extrañar que, en este punto, sea también el país que más apoyo ha brindado en la materia, con diferencia. Ya llegado a entregar 25.000 millones de euros en apoyo militar, mientras en estos dos primeros meses del año ya se han empezado los trámites para entregar otros mil. Le sigue el Reino Unido, con 4.000 millones de euros, y la UE, con 1.500 millones. Polonia, Alemania, Canadá, Noruega y Francia ocupan los siguientes, puestos en ese orden.

En este caso, buscando la supervivencia de Ucrania, el dinero ha ido destinado a 160 piezas de artillería moderna, 38 sistemas de cohetes HIMARS de mediano alcance, cientos de vehículos blindados y decenas de miles de municiones avanzadas de todo tipo, por ejemplo, por parte de EEUU. Polacos y checos (que, en términos absolutos han hecho aún más Kiev que los norteamericanos) han proporcionando cientos de tanques de modelos soviéticos, una variedad de sistemas de artillería modernos y todo tipo de apoyo no letal. Incluso la vacilante Alemania ha enviado una veintena de cañones avanzados y lanzadores de misiles, algunos sistemas antiaéreos y más, a la espera de hacer lo propio con los tanques Leopard, tan reclamados por Zelenski. En total, Occidente ha enviado más de 320 tanques, otros 2.400 vehículos blindados, 450 piezas de artillería y más de 135 sistemas de defensa aérea a Ucrania, más todo lo que hay en camino, que es mucho. 

Por ejemplo, Israel anunció en enero que entregará tecnologías inteligentes con el fin de alertar misiles y drones, promesa que ya llevaba meses de retraso. Reino Unido y Polonia tienen previsto, por su parte, entregar próximamente tanques blindados Challenger 2 y Leopard a Ucrania (tras el visto bueno de Berlín). Y en diciembre, la Casa Blanca anunció que se presupuestan otros 45 millones de dólares para armamento, ayuda humanitaria, logística e incluso entrenamiento. A eso hay que añadir las labores de entrenamiento pasadas y en curso, por las que miles de soldados ucranianos han viajado a suelo europeo a recibir formación para usar las armas aliadas. 

Hay que ser prudentes, no sólo por lo amenazante que estos gestos pueden ser para el Kremlin, sino porque el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, ha expresado su preocupación de que las existencias de municiones occidentales se están agotando pasado un año. 

En materia humanitaria, EEUU vuelve a encabezar la lista con 9.210 millones de euros en ayuda, seguido de la UE con 1.420 millones y Alemania, en concreto, con 750 millones. Reino Unido, Canadá, Francia, Polonia y Noruega son quienes le siguen en la lista. Los Veintisiete tienen el añadido de que son los que más han recibido refugiados ucranianos, sobre todo Polonia, que tiene frontera con Ucrania. La Comisión Europea informa de que hay 4,8 millones de refugiados ucranianos registrados como beneficiarios de protección temporal o sistemas similares en la UE, a diciembre de 2022. Bruselas ha extendido por lo menos hasta marzo de 2024 la protección temporal otorgada a dichos refugiados, a los que abrió las puertas de forma ilimitada al inicio de la invasión y que pueden estar hasta tres años en la Unión sin necesidad ni de pedir asilo. El hito no sólo es el dinero, sino la política, como tantas cosas que ha cambiado la guerra. 

El pasado 18 de enero la UE anunció que su presupuesto de ayuda humanitaria aumentará 49 millones de euros respecto al año pasado, por lo que en el 2023 el presupuesto contará con 1.700 millones de euros, de los cuales 207,8 millones estarán destinados para mitigar el conflicto ruso-ucraniano.

Lo por venir

¿Pueden ir a más los países occidentales en su ayuda a Kiev? Los analistas lo ven factible porque, por voluminosas que sean las cifras, suponen un porcentaje asumible por estas naciones, fuertes y poderosas. El dato clave lo ha aportado Martin Wolf, el analista económico jefe del Financial Times, en un análisis que corre estos días como la pólvora por las redes sociales. "En última instancia, la guerra es una cuestión de recursos y motivación. Y es lo que tiene Ucrania: es más pequeña que Rusia, pero ha demostrado una motivación mucho mayor; y sus aliados tienen los recursos. El producto interno bruto combinado de Estados Unidos, la UE, el Reino Unido y Canadá es unas 22 veces superior al de Rusia. Incluso un apoyo fiscal de 60.000 millones de dólares al año próximo costaría solo el 0,1% de los ingresos totales de los aliados", señala. "¿Quién podría argumentar que esto es inasequible? ¿No es mucho más inasequible dejar que Putin triunfe?", se pregunta. 

El momento es complicado. La inflación como hace 40 años que no se veía aprieta a los Gobiernos, con los precios de los alimentos o los carburantes y la energía por las nubes. Hay contestación social, como se ve en Francia (donde Emmanuel Macron ya no tiene mayoría parlamentaria ni paz) o en Reino Unido (con un Rishi Sunak recién aterrizado). EEUU tiene el año que viene elecciones y Joe Biden ha perdido la Cámara de Representantes. Países como Italia, con el nuevo Gobierno de Giorgia Meloni, son una incógnita, y también España afronta año de comicios. "Rusia está jugando con nuestro cansancio", reconoce Kaja Kallas, la primera ministra de Estonia.

Rusia está jugando con nuestro cansancio
Kaja Kallas, primera ministra de Estonia.

¿Podrán y querrán seguir poniendo dinero? El editor diplomático de The Guardian, Patrick Wintour, recuerda de forma muy gráfica que Occidente, con un nivel de atención similar al que requiere TikTok y una tendencia a la gratificación instantánea, carezca de determinación para un sacrificio de años que podría ser necesario para derrotar a Rusia en esta guerra, o incluso simplemente para detener la ofensiva militar en los pueblos del este de Ucrania.

Por ahora, hay coincidencia en los analistas en que no es una cuestión de elección. Es lo que hay que hacer, en el terreno de la defensa, la reparación de infraestructuras básicas, el apoyo presupuestario, las sanciones contra Moscú y la reconstrucción, ya en marcha en algunos lugares y, sobre todo, la futura. 

The International Crisis Group defiende como acertada la doble vía de apoyar a Ucrania por múltiples frentes y, a la vez, intentar debilitar a Rusia con sanciones. Aconseja, sobre todo desde la UE, que se siga "brindando" al mismo tiempo que gestiona el riesgo de una escalada, "evitando la participación militar directa, asegurando que los aumentos de capacidad sigan siendo incrementales y cuidadosamente calibrados (para no provocar a Putin), e implementando mecanismos para la supervisión de la asistencia para que no se usa mal", ante algunos casos de corrupción detectados en Kiev. 

Pero también propone, en paralelo, que se "señale al Kremlin la voluntad de levantar algunas sanciones impuestas en respuesta a la agresión rusa y actos relacionados y proporcionar otros beneficios si se llega a un acuerdo aceptable para Ucrania, por improbable que parezca en este momento". Es una nueva fase, porque las cosas cambian y se puede presionar con ello. 

Puerta abierta a la vez que, indica, hay que tapar las lagunas que "permiten a Rusia obtener tecnología y componentes occidentales para la producción de armas". Es el siguiente flanco por el que apostar, al entender de este tanque de pensamiento con sede en Bruselas, que también recomienda que esta inversión en Ucrania, más allá de su justificación propia, sirva para abrir un debate interno en Occidente, y especialmente en Europa, sobre cómo podría ser una arquitectura de seguridad "de próxima generación". "Si bien las perspectivas de un fin negociado de la guerra por ahora parecen remotas, si eso sucede, la UE y otras potencias occidentales deberían estar preparadas", señala el documento. Es un motivo clave para seguir estando: de Ucrania depende el modelo de seguridad del mundo cercano a largo plazo.

Eso hace que Taras Kuzio, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Nacional de Kiev y hoy en Londres, afirme en otro think tank, el Atlantic Council, que "Occidente obtiene múltiples beneficios al respaldar a Ucrania contra Rusia". "Los críticos del apoyo occidental a Ucrania tienden a ver esta ayuda a través de una lente unidimensional. Solo ven costos y riesgos mientras ignoran una serie de ventajas obvias", señala. Y pasa a enumerarlas. La primera y fundamental es que "Ucrania está destruyendo constantemente el potencial militar de Rusia" en el campo de batalla, y eso "reduce drásticamente la amenaza que representa para el flanco oriental de la OTAN". "Con el tiempo, debería permitir que el mundo occidental centre su atención en China", remarca; ese es el gran dolor de cabeza de EEUU y objeto de preocupación mundial.

La segunda, de la mano de la anterior, es que Rusia estará así debilitada ante un choque futuro. “La forma de evitar una confrontación con Rusia en el futuro es ayudar a Ucrania a hacer retroceder al invasor ahora". Es estrategia, no estará fortalecido para aventuras posteriores. Porque, en un discurso repetido por innumerables analistas, si Putin gana, lo que se espera es un mayor ansia expansionista de Rusia y amenazas a la integridad de otros países de la antigua URSS, incluso si hoy son parte de la Unión Europea o la OTAN -Finlandia o Polonia, las primeras-. 

La tercera es un intangible de enorme importancia: el peso en el mundo. "La respuesta internacional a la invasión rusa de Ucrania también ha remodelado el panorama geopolítico lejos del campo de batalla. Desde febrero de 2022, ha revitalizado a Occidente como fuerza política", indica Kuzio. La guerra le ha dado a la OTAN moribunda "un propósito renovado" y ha provocado una mayor ampliación de la alianza militar en Escandinavia, con las recientes solicitudes de membresía de Suecia y Finlandia, en trámite. "La UE también está más unida que nunca y ahora ha superado una prolongada crisis de confianza provocada por el auge de los movimientos nacionalistas populistas", ahonda.

La forma de evitar una confrontación con Rusia en el futuro es ayudar a Ucrania a hacer retroceder al invasor ahora
Taras Kuzio, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Nacional de Kiev

En lo militar, hay otra ventaja: mientras que los socios occidentales proporcionan a Ucrania inteligencia vital en el campo de batalla, "Ucrania le devuelve el favor ofreciendo inteligencia igualmente valiosa sobre la calidad y eficacia de las tropas rusas"; ahora saben mucho más de las capacidades verdaderas de Moscú, por más que sea sabido que Putin aún no ha puesto toda la carne en el asador en esta "operación militar especial". "Claramente, existe un fuerte argumento moral para apoyar a Ucrania, pero vale la pena subrayar que el argumento estratégico es igualmente convincente", defiende el profesor.

En el sector de la energía, finalmente, la invasión ha obligado "a una Europa profundamente renuente a enfrentar su debilitante dependencia del petróleo y el gas rusos", de una vez por todas. "Esto ha mejorado mucho la seguridad europea y le ha robado al Kremlin su capacidad para chantajear a Europa con exportaciones de energía armada. Ahora parece probable que la era de la colaboración corrupta del sector energético con el Kremlin esté llegando a su fin, al menos en Europa", constata.

El FMI calcula que, si todo va bien, Ucrania necesitará 40.000 millones de dólares de ayuda fiscal externa el año presente, más 8.000 millones para reparar su infraestructura, únicamente. Y si todo va mal, necesitará unos 9.000 millones más. Se espera que la UE comprometa 18.000 millones de euros en ayudas fiscales para el año. La Administración estadounidense ha solicitado al Congreso 14.500 millones de dólares hasta septiembre de 2023, al menos. Aun así, el apoyo presupuestario externo sólo será suficiente si todo va bien. Es evidente que las cosas podrían empeorar de manera significativa si los rusos logran causar muchos más daños a la economía local de los que ya han causado, con un terrible daño personal, para los civiles. De lo militar, imposible calcular por anticipado. 

La guerra aún puede durar un tiempo y lo está transformando todo. Entre las dudas, queda una certeza: que Occidente no puede soltar de la mano a su aliado si no desea la descomposición total del este del continente europeo. La mella de todo ello en los propios aladis y en Rusia determinará los siguientes pasos. 

MOSTRAR BIOGRAFíA

Licenciada en Periodismo y especialista en Comunicación Institucional y Defensa por la Universidad de Sevilla. Excorresponsal en Jerusalén y exasesora de Prensa en la Secretaría de Estado de Defensa. Autora de 'El viaje andaluz de Robert Capa'. XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla.