Prevenga el Alzheimer... y comience ya, en 2014
Si las previsiones estadísticas más recientes se van cumpliendo, de no cambiar los estilos de vida como acabo de indicar, se nos avecina una epidemia global de deterioro cognitivo y demencias en la población que va en progreso y con repercusiones de gasto social incalculables.
Casi todo lo malo tiene escondido una esperanza que nos puede llevar a encontrar lo bueno. El Alzheimer también. Esa esperanza, sin embargo, raramente se convierte en solución para algo que ya está en marcha. La enfermedad de Alzheimer cuando asoma ya es incontrolable. Es una enfermedad para la que no hay medicinas. No hay tratamiento curativo. Aquello rueda cuesta abajo, aceleradamente, sin nadie, ni nada, que pueda pararlo. Es antes de que aparezca la enfermedad cuando hay que actuar y abrazarse a la esperanza de lo bueno. Y eso es lo que nos enseña la medicina actual. Y sería bastante tonto no aprovecharlo.
Pero lo que acabo de decir no es nuevo. Y me trae a la memoria aquello que recomendaba el médico de Sancho Panza cuando fue gobernador de la isla Barataria. Cervantes, en su Don Quijote de la Mancha, nos dice que en una ocasión, Sancho Panza le escribió una carta a Don Quijote. Y en ella, y entre otras cosas, le habló de un cierto doctor llamado Pedro Recio, natural de Tirteafuera. Escribió Sancho: "Este tal doctor dice él mismo de sí mismo que él no cura las enfermedades, cuando las hay, sino que las previene para que no vengan; y las medicinas que usa son dietas y más dietas, hasta poner la persona en los huesos mondos..." Estamos hablando de 1615 cuando Cervantes publicó su segunda parte del Quijote. Es claro que ya se sabía entonces de las bondades de comer poco para mantener la salud y prevenir las enfermedades, pues poca comida y de ricos manjares "avivan el ingenio, aprovechando con ello no tanto las fuerzas corporales como las del entendimiento".
Y es curioso que la Ciencia y la Neurociencia en particular, más de 400 años después de lo escrito por Cervantes, pusieran certeza en las palabras de Sancho. Hoy sabemos bien que comer poco pero con gusto y placer, (y sin que ello vaya en detrimento de algunos excesos emocionales de la mesa producidos de vez en vez) es un instrumento con el que no solo se puede ralentizar el proceso de envejecimiento del cerebro y el progreso de las enfermedades neurodegenerativas en general, sino una herramienta para prevenir las demencias y lograr una reducción muy significativa en la aparición de tumores, cánceres y enfermedades metabólicas y cardiovasculares. Es más, hoy conocemos ya parte importante de los mecanismos celulares, moleculares y genéticos a través de los cuales estos beneficios se producen en el organismo y particularmente los que refieren al funcionamiento del cerebro y los procesos de aprendizaje y memoria.
En posts anteriores he venido señalando los beneficios sobre el cerebro y sobre la propia enfermedad de Alzheimer del ejercicio físico aeróbico tanto en sí mismo, como indirectamente a través de sus efectos sobre la reducción de las acciones deletéreas de una vida de estrés. Pero también indicaba entonces que esto solo no era suficiente. Y que, por las características muy especiales de ese órgano que llamamos cerebro, se debía también acompañar de ejercicios intelectuales, mentales y sociales todos los días. Es más, propuse también aprender un idioma nuevo, añadiendo, si posible, el aprendizaje de la música. Y señalaba entonces que, todo ello, si se acompañaba de una buena alimentación equilibrada, rica en vegetales, fruta fresca y frutos secos, según la literatura científica, debiera producir efectos beneficiosos, preventivos y sobre todo apuntando al retraso de la aparición de la Enfermedad de Alzheimer.
Pues bien, lo nuevo que quiero señalar es que todos estos efectos, estudiados individualmente hasta ahora, parecen ser convergentes en sus mecanismos moleculares en el cerebro. Datos científicos recientes, de ahora mismo, indican que todos estos estímulos actúan a través de una cascada de sustancias químicas muy similares que potencian entre sí sus efectos cuando se practican juntos. De ello se deduce que, supuesto que ya se haga ejercicio físico aeróbico y llegado ese momento de los 50 años, habría que añadir la reducción de la ingesta de alimentos y cambio en la dieta y desde luego incorporar el ejercicio mental. En otras palabras, comenzar a realizar tareas añadidas al trabajo cotidiano que debieran resultar placenteras. Y con ello romper con la rutina acomodaticia diaria y y cada día hacer cosas nuevas, es decir, comenzar con un nuevo estilo de vida.
La cultura en que vivimos está cambiando y con ello se imponen, en las nuevas generaciones, nuevos estilos de vida. Debemos pues cambiar hábitos a la luz de los nuevos conocimientos científicos si queremos adaptarnos a esa nueva cultura y vivir con menos enfermedades. Lo cierto es que hoy estamos asistiendo a un fenómeno nunca visto antes en las sociedades humanas. Y es el progresivo aumento de la esperanza de vida, al menos en el mundo occidental. Si las previsiones estadísticas más recientes se van cumpliendo, de no cambiar los estilos de vida como acabo de indicar, se nos avecina una epidemia global de deterioro cognitivo y demencias en la población que va en progreso y con repercusiones de gasto social incalculables. De hecho ya hay estudios indicando que las demencias (Enfermedad de Alzheimer) podrían triplicarse en los próximos 40 años pasando de los 44 millones de afectados que existen actualmente en el mundo, a 135 millones. Especialistas ya escriben frases como estas: "Si miramos hacia el futuro, las cifras de personas mayores afectadas por demencia aumentarán drásticamente", "La demencia se está convirtiendo rápidamente en el mayor problema sanitario y asistencial de esta generación", "es un problema muy grave que debiera ser abordado ya". "Solo retrasando la aparición de algunas de las enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer cinco años podría reducir a la mitad el número de personas que mueran con esta enfermedad, lo que tendría un impacto significativo en la vida de millones de personas".
Con el aumento acelerado de esta expectativa de vida el problema humano y económico que se nos avecina parece dramático. Se impone una nueva política activa que llegue y alerte a la población a través de una medicina preventiva, y esta es, sin duda de ningún tipo, la que conlleva un cambio en los estilos de vida de la gente. Todos podemos contribuir a ello. Y un buen momento para comenzar podría ser este nuevo año 2014.