Los diez negritos

Los diez negritos

EFE

Y van tres. Tres lunes negros, tres semanas infaustas, tres intentos por levantar cabeza y no hay manera. Fue llegar septiembre y el Gobierno más progresista, más feminista, más europeísta y más "molón" de la democracia entró en fase menguante. Tanto que uno diría que lleva camino de protagonizar una nueva versión de Los diez negritos. Sus ministros van cayendo como en la novela de misterio más vendida de la historia. Una tras otro hasta no quedar ninguno.

Primero fue Màxim Huerta por sus líos con Hacienda, después Carmen Montón por su máster y su plagio, más tarde la tesis del presidente... Y ahora, cuando todo estaba escrito para que el foco volviera sobre los Presupuestos y sobre el buenrollismo con Cataluña, aparece la titular de Justicia bajo la lupa de la opinión pública y publicada por sus encuentros con el ex comisario Villarejo cuando era fiscal de la Audiencia.

  La ministra de Justicia, Dolores Delgado.EFE

El caso tiene todos los ingredientes para el mejor de los thriller: los audios, un juez inhabilitado, un ex comisario, varios mandos policiales, una sobremesa de cuatro horas y conversaciones grabadas que denotan el grado de confianza que mantenían los comensales. En este país todo aquel que haya desayunado, almorzado o cenado con el comisario, hoy en prisión por presuntos delitos de cohecho y blanqueo de capitales, está bajo sospecha, y además puede tener la seguridad de que ha sido grabado. Una de ellas fue Dolores Delgado, que ha cambiado la versión sobre su encuentro con el policía hasta en tres ocasiones desde que se supo de una de sus citas con el ex comisario hace nueve años. Mal comienzo. Lo de la comunicación en La Moncloa no es más que un epígrafe en las tarjetas de visita. Cuando hay crisis, sus responsables no emiten y cuando no la hay, sólo difunden naderías.

El caso es que las alarmas de La Moncloa han vuelto a encenderse porque el temor a que pueda caer otro miembro del Gabinete Sánchez es algo más que una mera hipótesis. Y, aunque hay quien sostiene que la sangre no llegará al río, en el PSOE recuerdan que cuando al presidente se le cruzó el nombre de Delgado para hacerle ministra de Justicia ya hubo quien le avisó de que la fiscal traía consigo una "bomba de relojería".

Las alarmas de La Moncloa han vuelto a encenderse porque el temor a que pueda caer otro ministro es algo más que una mera hipótesis

Es pronto para saber hasta dónde llegará la onda expansiva de los audios que demostrarían la estrecha relación entre la ministra y el ex comisario de Policía que más sabe de cuantos secretos de Estado acumula esta democracia. Pero hay jueces, fiscales, políticos e incluso periodistas a quienes estos días no les llega la camisa al cuello con lo que pueda salir a la luz de las miles y miles de grabaciones que acumuló el ex comisario. Y no sólo durante sus años de servicio, sino también ya jubilado. El retiro no le impidió acceder al menos en 121 ocasiones a información sensible de la base de datos de Interior para sus presuntas extorsiones, según información adelantada por el periodista Oscar López-Fonseca.

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El caso Delgado ha entrado como un tiro en los medios y en el Parlamento, y de momento la ministra, que ya ha anunciado que comparecerá en el Congreso a petición propia, será reprobada mañana por la mayoría del PP en el Senado. Lo que venga después no está escrito, pero si Sánchez considera que el asunto puede lastrar su agenda y su futuro den por seguro que dejará caer a esta ministra como hizo con Montón y previamente con Huerta. De momento, sigue de viaje por Canadá y EEUU, lejos del ruido nacional y entregado a la política exterior.

Todo esto coincide además con la decisión de la Mesa del Congreso de bloquear la vía que el Gobierno había encontrado para eliminar el veto del Senado a la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado. Quédense con que estamos ante un nuevo choque institucional entre la Cámara baja y el Gobierno porque los detalles sobre enmiendas, mesas y fintas parlamentarias no son más que una derivada más de la inestabilidad política resultante de un Parlamento fraccionado, un Gobierno de minoría y una oposición que no acaba de encontrar su lugar en el mundo.

Si Sánchez considera que el asunto puede lastrar su agenda y su futuro den por seguro que dejará caer a esta ministra

Lo dicho. Que no hay lunes bueno para el Gobierno y tampoco para el PSOE, que por tercera semana consecutiva se ha visto obligado a desconvocar la reunión del Comité Electoral que sustituye a la Permanente de la Ejecutiva hasta las elecciones de mayo ante la ausencia de un mensaje que trasladar sobre el caso Delgado y las consecuencias que éste pueda deparar en el futuro inmediato.

Para eso está el CIS y sus encuestas, que recuperará después de 22 años la intención de voto en todos sus trabajos mensuales. Parece que a falta de Gobierno que pueda gobernar, Sánchez se conforma con un buen sondeo. El que este martes se conocerá aún mantiene al PSOE en cabeza, y a una notable distancia del PP. Y mientras así sea, el presidente no disolverá. O sí. A saber. Él dijo hace una semana que no aguantaría otro año con unas cuentas heredadas de la derecha, versión que ha sido corregida por su vicepresidenta para sostener lo contrario. Lo normal en Carmen Calvo y en un Ejecutivo que carece de relato, más allá de algún que otro anuncio genial, improvisado e imposible de aprobar, pero que sirve para tapar el escándalo semanal, como pasó con la supresión de los aforamientos. Es la política.