Good Luck Susan
En la era de las posverdades ha quedado instalado que, pese a estar inmerso en una de sus peores crisis en democracia y no tener liderazgo, el partido del puño y la rosa ha frenado su caída, recuperado la centralidad del tablero político y marcado la agenda parlamentaria. Todo en detrimento de un Podemos que no termina de encontrar su lugar en el Parlamento.
Dato: el PSOE tiene una dirección interina desde hace dos meses.
Dato: el PSOE sigue tercero en las encuestas.
Dato: el PSOE tiene un problema de credibilidad ante sus votantes (léase última encuesta de My Word para la Cadena Ser).
Dato: la actividad en el Congreso de los socialistas recoge cifras de desaprobación superiores al 60% (Metroscopia para El País).
En la era de las posverdades ha quedado instalado sin embargo que, pese a estar inmerso en una de sus peores crisis en democracia y no tener liderazgo, el partido del puño y la rosa ha frenado su caída, recuperado la centralidad del tablero político y marcado la agenda parlamentaria. Todo en detrimento de un Podemos que no termina de encontrar su lugar en el Parlamento, aunque desde el primer día de Legislatura se autroproclamase referente único de la oposición a Mariano Rajoy.
Más despacio. Una cosa es que los primeros acuerdos entre PP y PSOE sean un necesario ejercicio de responsabilidad y todo un ejemplo de oposición útil, y otra muy distinta es que los socialistas vayan a sacar rédito de ello. Es pronto para aventurar conclusiones, más allá de que a ambos partidos les interesan en este momento los acuerdos. A los de Rajoy porque les proporciona estabilidad, además de una imagen de moderación alejada del rodillo de la mayoría absoluta que aplicó en la anterior legislatura. Y a los de la gestora que preside Javier Fernández, tiempo hasta la reconstrucción de su proyecto en un congreso federal para el que aún no hay fecha.
En medio de ambas estrategias y a la vista de lo publicado, uno diría que los partidos de la nueva política han quedado desdibujados y fuera del foco parlamentario. Ciudadanos porque, siendo socio preferente del Gobierno, ha sido excluido del acuerdo que Fernández y Rajoy tejieron entre bambalinas sobre el techo de gasto, el déficit de las Comunidades Autónomas y las nuevas reglas de gasto para los ayuntamientos. Y Podemos porque ha visto cómo el PSOE le arrebataba su iniciativa para subir el SMI cerrando un pacto con el Gobierno para aplicar de inmediato un incremento del 8%.
No obstante, nada es como parece. A juzgar por la demoscopia, los nuevos partidos han llegado para quedarse y España tardará lustros en que vuelvan las mayorías absolutas. Rajoy sabe que necesita a los de Rivera tanto como el PSOE tiene interiorizado que el espacio electoral que Podemos le achicó por sus errores no se recupera ni en dos meses ni en dos años.
El ninguneo con el que el PP ha despachado a Ciudadanos en la negociación sobre el techo de gasto y el desprecio que Rajoy siente por Rivera no significa que los naranjas se hayan convertido en un partido invisible para los electores, y tampoco para los populares. Rivera sigue siendo el líder mejor valorado y, además, su marca mejora en las encuestas para desesperación de los populares.
Lo mismo ocurre con Podemos en el espacio de la izquierda que, pese a no capitalizar la crisis de los socialistas, desde octubre ha consolidado el sorpasso demoscópico con una ventaja de hasta cinco puntos sobre el PSOE. La falta de experiencia, sus disputas internas y la política espectáculo ni se han traducido en un menor apoyo ciudadano ni van a suponer que la dirección se replantee su estrategia. Más bien lo contrario.
Si el PSOE ve en Iglesias y en su decisión de hacer política en la calle y no en las instituciones una oportunidad para su remontada, el secretario general de Podemos sostiene que la senda por la que transitan los socialistas le garantizan el éxito y la primacía del espectro ideológico que comparten. Primero porque sus pactos con el PP sitúan a su principal adversario en protagonista de una gran coalición encubierta. Y segundo porque Susana Díaz -a quien todo el mundo da ya por próxima secretaria general del PSOE- no compite por la izquierda, sino que puede quitarle votos al PP, como ya ocurrió en Andalucía.
Es la reflexión que Pablo Iglesias, tras los primeros acuerdos PP-PSOE. "Good Luck Susan", dice el líder de Podemos, para quien la presidenta de Andalucía es "una bendición" para los intereses de la formación morada.
Iglesias está convencido de que el PP dará oxígeno al PSOE a cambio de acuerdos y que, en el ámbito parlamentario, lo tienen todo acordado. A diferencia de los "errejonistas" que defienden la debilidad de un gobierno en minoría, el secretario general de Podemos cree en la fortaleza de Rajoy frente a un "Rivera que ha decidido no hacer oposición y un PSOE que necesita tiempo hasta que Díaz se haga con el liderazgo" del partido.
Por eso el secretario general de Podemos cree estar en el camino correcto, en la de la "oposición social y la paciencia", ya que está seguro de que el trabajo de su partido en el Congreso será un éxito siempre que se vincule la actividad parlamentaria a la calle para que "las victorias sean de la gente, y no de ningún partido".
De momento, el acuerdo de los socialistas con el Gobierno sobre el techo de gasto y la subida del SMI ha permitido que Podemos haya trazado ya un camino con los sindicatos para los próximos meses del que el PSOE ha quedado excluido, pese que los secretarios generales de UGT y CC.OO se reunieron en Ferraz la semana pasada con Javier Fernández, Una cita en la que nadie les informó sobre el pacto que ya se fraguaba con el PP.
El malestar de los sindicatos con el PSOE por haberles ocultado una negociación que pertenece al ámbito del diálogo social juega en beneficio de Podemos, cuya dirección ya ha empezado a tejer complicidades tanto con CC.OO. como con UGT, cuya relación con los morados se vio resentida tras la negativa de Iglesias a apoyar el pacto PSOE-Cs que cerraron Pedro Sánchez y Albert Rivera tras las elecciones de diciembre de 2015.
Lo dicho: no conviene confundir posverdades con realidades.