Yo decreto mi confinamiento
No ha sido una medida fácil de tomar, pero me he visto en la obligación de hacerlo.
Buenos días. Comparezco ante todos ustedes para informarles de que, en reunión mantenida conmigo mismo esta misma mañana, he decidido decretar mi confinamiento personal a partir de las 00:00 horas de mañana lunes. Como parte de la ciudadanía, deberé quedarme en casa sin salir al exterior, más que para realizar las compras imprescindibles, visitas a farmacias o consultas médicas que sean inaplazables, actividades éstas en las que deberé seguir respetando en todo momento el uso de mascarillas y guardando las distancias de seguridad prescritas. Todo el resto de mi actividad externa queda suspendida durante las próximas dos semanas, sin perjuicio de que este plazo pueda prorrogarse en función de la evolución de la pandemia.
No ha sido una medida fácil de tomar, pero me he visto en la obligación de hacerlo dadas las alarmantes cifras que se están alcanzando en esta tercera ola, así como la negativa de la administración central a decretar un confinamiento similar al que se realizó en el mes de marzo pasado y que consiguió detener en buena medida la difusión de la enfermedad. El gobierno presidido por Pedro Sánchez no sólo se niega a decretar tal confinamiento, sino que impide que pueda ser decretado por las comunidades autónomas. No soy jurista, así que cruzo los dedos y espero que mi decreto de confinamiento personal no sea anticonstitucional ni vaya más allá de las competencias que me concede la ley.
Sé que no tiene sentido invocar a la responsabilidad individual en una sociedad sumergida desde hace décadas en la apología de la impulsividad, la insolidaridad y el hedonismo. Lo hemos visto estas navidades. Los valores que potencian el consumo individual no siempre son los más deseables cuando se trata de actuar como si fuéramos una sociedad. Y si algo nos ha enseñado esta pandemia es que los límites entre la dimensión individual y social del comportamiento personal son borrosos. Cuando las cosas se ponen complicadas en un país, pero complicadas complicadas de verdad, apelar a la libertad individual es tan eficaz como pedir a cada ciudadano, ante la inminencia de un huracán, que sople muy fuerte en la dirección contraria. Sin embargo, en este momento es el único recurso del que dispongo.
Tengo la inmensa suerte de que mi trabajo no mueve de un sitio para otro fruta, medicinas o ladrillos, sino palabras e ideas, lo que me permite hacerlo totalmente de forma telemática. No todo el mundo tiene esta ventaja, y no parece que el gobierno vaya a darles la posibilidad de la que yo sí disfruto, para poder autodecretar su confinamiento sin gravísimas repercusiones económicas. A este respecto, se recuerda aquí el artículo 128 de nuestra Constitución: “Toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general”. La oposición entre economía y salud sólo tiene sentido a corto plazo; a largo plazo haríamos mejor en oponer situaciones reversibles e irreversibles, penurias y duelos, o solidaridad y muerte.
Muchas gracias por su atención. Quedo a disposición de las preguntas que quieran plantear.