Ya es oficial: no hay vínculos entre la campaña de Trump y Rusia... ¿Y ahora qué?
Esto puede ser sólo el principio: los demócratas piden la palabra.
“La investigación del fiscal especial no encontró que la campaña de Trump o nadie asociado a ella conspirara o se coordinara con Rusia en los esfuerzos para influir en las elecciones presidenciales de 2016 (...) El fiscal especial no encontró que la campaña de Trump, o nadie asociado a ella, conspirara o se coordinara con el gobierno ruso en estos esfuerzos, pese a las múltiples ofertas de individuos asociados a Rusia para ayudar a la campaña de Trump”. Ni en sus mejores sueños el presidente de EEUU se hubiera imaginado una conclusión tan contundente con la que borrar de un plumazo la que ha sido su pesadilla desde que ganó las presidenciales: la sospecha de los vínculos entre su triunfal campaña electoral y Rusia.
Han sido dos años de investigaciones, de acusaciones, de desconfianza...Y Trump lleva diciendo desde el principio que se hizo con las victoria frente a Hillary Clinton sin la ayuda de Rusia, que todo ha sido una “caza de brujas”. Ahora el informe Mueller le da la razón. Trump 1- Enemigos de Trump 0.
Desde que el pasado viernes el fiscal especial Robert Muller le entregó el fruto de su larga investigación al fiscal general, William Bar, EEUU contenía la respiración. Lo que hubiera en esas páginas tenía el poder de decidir el futuro del líder de EEUU: cabía la posibilidad de que con ellas se le echara de la Casa Blanca, pero ha sido justo lo contrario. De la investigación de Mueller han salido 34 personas y entidades imputadas: siete del entorno del presidente, que se han declarado culpables o han sido ya condenados, pero ninguno por conspiración con Rusia. Ahora se sabe que el presidente tampoco está implicado en esta aspecto.
Pero esta victoria, como la vida misma, tiene una doble lectura. Si Trump ha conseguido alejar el espectro del fantasma rusa, otra cosa es lo relativo al potencial delito de obstrucción a la justicia por el que también se le investiga. Este se podría haber producido si se comprueba que mintió a los investigadores durante la investigación de la trama rusa, o si presionó al exdirector del FBI James Comey, al que además despidió, para que cerrase el caso.
Según la carta de cuatro páginas enviada por Barr a los comités judiciales de la Cámara de Representantes y del Senado, “si bien este informe concluye que el presidente no cometió un delito, tampoco lo exonera”. De este modo, el documento hecho público este domingo deja “sin resolver si las acciones y la intención del presidente podrían verse como una obstrucción” a la Justicia, según el fiscal general.
Los demócratas, en alerta
Esto último es clave y hay que leerlo con detenimiento, porque encierra la base de lo que puede suceder a continuación. Cada cual llevará las conclusiones del informe Muller a su terreno y el juego ya ha comenzado. La pelota ha pasado primero al tejado del Departamento de Justicia, encargado de interpretar la descripción de los actos de Trump hecha por el fiscal especial. Según el criterio de Barr, y de su número dos, Rod Rosenstein, las pruebas “no son suficientes para establecer que el presidente haya cometido una falta de obstrucción a la justicia”.
La Casa Blanca ya ha reaccionado, pletórica, para celebrar que lo conocido este domingo supone una “completa exoneración” y los afines al presidente piden pasar página. Otra cosa es lo que han hecho (y pueden hacer a partir de este momento) los demócratas.
Para empezar, exigir, como han hecho hasta ahora -votación incluida en el Congreso por abrumadora mayoría absoluta-, que el informe Muller se haga público. No sólo las conclusiones, sino todo el trabajo del fiscal general, incluidas las pruebas, los testimonios… A través de los comités de Inteligencia, Exteriores y Supervisión del Congreso, los demócratas han pedido cualquier documento relacionado con la investigación. Lo quieren absolutamente todo. ¿Por qué? Porque si Trump lleva más de un año diciendo que de trama rusa nada, ellos llevan lo mismo insistiendo en que el informe de Mueller es sólo el principio. Por eso lo quieren, para desgranarlo desde el Congreso, donde tienen la llave para iniciar comparecencias, investigaciones…
Porque en el informe Mueller no imputa a nuevas personas, pero hay un dato importante: la tradición de la justicia estadounidense establece que los presidentes en ejercicio no son imputables sin un proceso de destitución (o impeachment) previo. Entonces, si los hallazgos de Mueller revelan un delito grave, ese camino se puede abrir en el Congreso. En caso contrario, resulta muy complicado que los propios demócratas quieran impulsarlo.
Para el presidente del Comité Judicial, el demócrata Jerry Nadler no hay duda: “Mueller clara y explícitamente no exonera al presidente” e insiste en que “solo” han visto una “breve sinopsis” del informe.
Las palabras de Nadler han abierto la veda este domingo, pero previamente su partido ya había dejado claro que tanto Trump como su equipo aún se enfrentan a riesgos legales: los negocios del presidente, su organización benéfica y la operación de transición presidencial “siguen bajo investigación”, en palabras del senador Chris Coons, miembro del Comité Judicial del Senado. Otros fiscales han trabajado en aspectos de la investigación de Mueller, en particular la Oficina del Fiscal Federal para el Distrito Sur de Nueva York, que investiga las prácticas comerciales y las transacciones financieras de Trump.
Por lo tanto, hoy Trump dormirá tranquilo, pero el mensaje demócrata está claro: que no cante victoria tan rápido... Porque ellos se van a encargar de que esto sólo sea el principio.