Qué hay sobre el supuesto final de Cumbre Vieja: respuestas tras 50 días de erupción
Los técnicos consultados por 'El HuffPost' ven "cambios positivos" pero piden tiempo porque "aún no hay una tendencia consolidada".
De final nada. A Cumbre Vieja aún le queda tiempo de actividad y varios de los trabajadores en La Palma advierten del peligro de mandar mensajes demasiado optimistas: “Si empiezas a predecir finales hay que tener cuidado”. Con alrededor de 7.000 evacuados, casi 3.000 casas consumidas y 1.000 hectáreas arrasadas, la cautela está más que justificada mes y medio después de que el volcán arrancase a expulsar lava y ceniza.
Los técnicos “tenemos muchas ganas” de dar la noticia del final de la erupción, pero “hoy no se puede”. Hay señales positivas, pero si son definitivas solo lo dirá el tiempo. “Empezaremos a pensar que finaliza cuando haya una tendencia sostenida decreciente y aún no la hay”.
De hecho, sostienen que no sería extraño que Cumbre Vieja parase de echar lava y de pronto retomase su actividad. Lo hizo hace semanas y podría repetirse. Por ello, las emergencias insisten en “no bajar la guardia” ante el peligro de normalizar una situación que ya se cronifica.
¿Las señales de ‘agotamiento’ son síntoma de un final cercano, como ya se apunta?
“No, es muy difícil ahora mismo decir que estamos cerca del final. Queremos dar esa noticia pero no se puede dar”, apunta Stavros Meletlidis, geólogo del Instituto Geográfico Nacional (IGN). “Hemos confirmado que hay ciertas cosas positivas, hay cambios, pero lo positivo se confirma pasado el tiempo, no en un momento”.
“Aquí se mezcla el deseo de que esto acabe, pero con las evidencias de hoy ni diría que va a durar meses ni que se va a agotar en una semana”, añade Vicente Soler. vulcanólogo del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). “Hay una sensación de que la lava no avanza, de que parece salir menos lava o que el tremor y la emisión de gases han bajado... pero empezaremos a pensar que finaliza cuando haya una tendencia sostenida decreciente y aún no la hay”.
¿Cuáles son esas buenas señales?
Son la reducción del tremor y de la emisión de gases recogidas hace días, pero por sí solas no son significativas porque podrían estar enmascaradas por otros elementos. “La disminución del tremor podría indicar un decaimiento de la energía, pero quizás porque no quede magma, haya menos gases o haya cambiado la geometría interna del conducto. Tampoco la puntual menor emisión de gases, al deberse quizás a un taponamiento”, explica Meletlidis.
“Contrariamente a las últimas semanas, es muy difícil precisar si sale más o menos cantidad de las bocas, porque no se ve. El canal lávico es tan grande que parece que no hay más magma, que no avanza. Todo esto contribuye a la sensación de agotamiento de la erupción, igual que la bajada del tremor. Pero no se puede dar como síntoma confirmado hasta que no veamos un descenso sostenido en unos cuantos días”, expone Vicente Soler.
¿Cuánto tiempo habría que esperar para saber si el volcán ha finalizado su actividad?
“Unas cuantas semanas o unos pocos meses sin que salga lava ni ceniza, por eso se habla del parón siempre a posteriori, porque no sería la primera vez que el volcán para y a los días vuelve”, añade Meletlidis citando la experiencia reciente del propio Cumbre Vieja.
Otro de los problemas que apunta el geólogo es que el volcán no tiene una cámara magmática definida. “Esto dificulta saber si podría estar llegando a su límite porque no tenemos una estimación del volumen de magma implicado, algo que sí ocurriría en otros casos”.
En términos similares, Soler añade que “el sistema no obedece a una gran cámara magmática como un reservorio activo hasta que se agote. Hay una realimentación; el magma no asciende como una gran bolsa gigante, sino como un conjunto de bolsas pequeñas que dan lugar a enjambres y estas realimentaciones elevan la sismicidad”.
Retoma Meletlidis, que cita el caso del volcán de El Hierro en 2011. “Aquella erupción duró cinco meses y nosotros estuvimos allí año y medio. En sitios con población hay que seguir mucho tiempo para evitar problemas. Si empiezas a predecir finales hay que tener cuidado con esas cosas, porque la gente tiene que asumir que el volcán puede reactivarse en cualquier momento”.
¿Cuáles son los riesgos inmediatos?
La situación de emergencia está ahora más en el aire que en el suelo. La presencia de ceniza hace casi imposible moverse por las zonas afectadas. Lo cuentan vecinos de El Paso o Los Llanos, que explican a El HuffPost “que no hay nadie por las calles porque no se puede respirar”.
Hay cinco municipios especialmente afectados: Los Llanos de Aridane, El Paso, Puntagorda, Tijarafe y Tazacorte. Las autoridades han lanzado un mensaje de advertencia a personas con enfermedades respiratorias o cardíacas previas, como asma, bronquitis crónica y enfisema, además de niños, mujeres gestantes, ancianos y personas que realizan una actividad física intensa para que eviten la estancia al aire libre.
Los síntomas probables son tos, irritación de ojos, nariz o garganta, dificultad para respirar profundamente, molestias torácicas, palpitaciones, fatiga y agravamiento de síntomas en personas con cuadros clínicos respiratorios o cardíacos.
¿Qué pasa con las coladas?
“Ahora mismo hay 11, pero lo más importante no es el numero sino la zona de afectación de cada una. Lo ‘bueno’ es que no hay frentes avanzando apenas. La del sur, que era la más preocupante porque podía afectar a la carretera de Puerto Naos y toda la zona de cultivo, parece que está frenada, al menos de momento, porque todo puede cambiar de golpe”, retoma Meletlidis.
Inquieta ahora la lluvia. “Ningún tejado está pensado para que se le acumulen 20 cms. de ceniza encima y con el agua esta va a atrapar mucho peso que en algunos casos puede provocar derrumbes”.
¿Hay riesgo de ‘normalizar’ la situación?
Sí, responde el teniente coronel Juan Carlos Lafuente, Jefe de Operaciones de la Comandancia de la Guardia Civil en la provincia. “Ya van 50 días y hay quien se puede relajar. Y debemos recordar que los fallecidos en el último volcán, en 1971, fueron dos y ambos por inhalación de gases”.
Su equipo está conformado por 280 agentes: los 120 destinados en la isla y 160 desplazados para atender la emergencia. Trabajan en turnos de ocho horas para “dar los descansos pertinentes”.
Las tareas del operativo de emergencia consisten en la vigilancia de las zonas de seguridad terrestre y marítima —ante la posible formación de nuevas fajanas y la presencia de “curiosos”—, la custodia de zonas deshabitadas para evitar saqueos y las labores de ayuda a la población y los animales en peligro.
¿Cómo es el día a día con la población?
“Se trabaja mucho, pero sentimos cierta desolación de no poder hacer nada ante la lava y nos preocupa a todos que no se ve el final. La población está más desanimada, porque llevamos mes y medio y esto no para”, explica el teniente coronel.
Añade que “cuando nuestros agentes vienen aquí todo les impacta, porque verlo en persona no tiene nada que ver con verlo por la tele. Sobre todo ese acercamiento, ese trato tan directo con los afectados. Aquí no solo hablamos con ellos, regamos sus cultivos, limpiamos sus tejados...”.
¿Hay temor de que aparezca otro ‘Equipo A’ como el que rescató por su cuenta a unos perros abandonados?
“Es un riesgo. No es bueno que surjan más acciones unilaterales como aquella. Que entrasen por su cuenta fue peligroso, para ellos y para los rescatadores que hubieran tenido que acudir a por ellos. Y que sepan que la Guardia Civil también trabaja en rescatar o auxiliar a los animales que siguen en las zonas sin acceso, a través del Seprona”.