Varios expertos se están llevando las manos a la cabeza tras conocer que la Comunidad de Madrid impondrá una cartilla Covid-19, similar a una cartilla vacunal, y que tendrá réplica en la tarjeta virtual, para que aquellos ciudadanos que hayan pasado la enfermedad y tengan anticuerpos, o se hayan realizado pruebas PCR, puedan aportar esa información en la cartilla.
El objetivo, según ha asegurado Isabel Díaz Ayuso, es “evitar confinamientos”, y que estas personas puedan acceder a gimnasios, museos, cines o a cualquier recinto cerrado y puedan “seguir su vida normal” al tiempo que extreman las precauciones hacia los más vulnerables.
La medida ha generado una enorme polémica y, por ejemplo, el epidemiólogo Pedro Gullón se ha mostrado perplejo por que “pueda estar en el debate público todavía la posibilidad de pasaportes serológicos”. “Generador de desigualdades y efectividad nula ante las dudas de la inmunidad”, ha advertido.
No me creo de verdad que pueda estar en el debate público todavía la posibilidad de pasaportes serológicos. Generador de desigualdades y efectividad nula ante las dudas de la inmunidad https://t.co/5XarCItavk
“En la mitad de una tormenta de incertidumbre epistémica sobre la inmunidad, no parece la mejor idea del mundo intentar individualizar las medidas poblacionales de Prevención y Control y menos cuando no hay una forma de profilaxis voluntaria”, ha subrayado.
En la mitad de una tormenta de incertidumbre epistémica sobre la inmunidad, no parece la mejor idea del mundo intentar individualizar las medidas poblacionales de Prevención y Control y menos cuando no hay una forma de profilaxis voluntaria.
Ese mismo experto califica la medida como un “error del pasado” que supone la “discriminación por razón de salud”.
“La Salud Pública fue la excusa para establecer cuarentenas draconianas a poblaciones vulnerables y discriminación en el acceso a puestos de trabajo y a la vida en sociedad, cuando no actos mucho más terribles”, ha advertido.
La intrahistoria de este ejercicio de ciencia normal en plena pandemia daría para una novela, pero teníamos algo relativamente claro. Una cosa era rescatar soluciones del pasado (higiene y mascarillas) y otra los errores del pasado (discriminación por razón de salud).
Con la justificación de la Higiene Social, disciplina de la cual es heredera la Higiene y Sanidad y por lo tanto nosotros, se han cometido terribles injusticias y violaciones de los DDHH. Los conocemos todos, están en los libros de texto y siembran aun una niebla de desconfianza
hacia la Salud Pública en no pocos países. La Salud Pública fue la excusa para establecer cuarentenas draconianas a poblaciones vulnerables y discriminación en el acceso a puestos de trabajo y a la vida en sociedad, cuando no actos mucho más terribles.
En ese mismo sentido, el médico Javier Padilla ha calificado la medida de “disparate” y ha alertado de que va a suponer “un negociazo para las clínicas privadas, porque recordemos que no se hacen anticuerpos en la pública de forma rutinaria”.
El disparate.
(y el negociazo para las clínicas privadas, porque recordemos que no se hacen anticuerpos en la pública de forma rutinaria). https://t.co/hnQ31GpDqf
En un vídeo, este mismo sanitario asegura que el pasaporte serológico ha quedado desacreditado a nivel internacional porque “no sabemos cuánto dura la inmunidad, los anticuerpos”.
“Los anticuerpos sabemos que no son la única inmunidad, sino que también estaría otra mediada por células T principalmente”, ha asegurado Padilla, quien ha insistido en que no se puede vincular la existencia de anticuerpos a la capacidad de no poderse volver a contagiar.
Por eso, ha insistido en que desde el punto de vista científico es “un disparate” y también a nivel social es “una barbaridad”: “Haber pasado una enfemedad no nos puede servir como un estratificador para ver quién accede a las actividades o no”.
Vuelve el aumento de casos de #COVID-19 en la Comunidad de Madrid y vuelve el disparate político.
🩸 No podemos insistir en la idea del pasaporte serológico (disfrazado de "cartilla COVID").
Valery Giscard d'Estaing, presidente de Francia entre 1974 y 1981, falleció por complicaciones derivadas por el covid en su casa de Loire-et-Cher, a los 94 años.