Una nueva extensión de los ERTE, muy beneficiosa para la economía
Los ERTE han permitido hibernar nuestra economía, protegiendo el empleo de una pandemia que devastaba todo negocio a su paso.
El pasado sábado 9 de mayo, a media noche, finalizó el estado de alarma, el cual ha estado vigente en nuestro país desde el 13 de marzo. Con la llegada de las vacunas, y en tanto en cuanto vamos recuperando la normalidad y reanudando la marcha de aquellos sectores que se encontraban inoperativos por las medidas de distanciamiento social, el Gobierno ha comenzado la retirada gradual de ayudas que permitieron hibernar la economía en momentos en los que la crisis del covid impedía operar a la economía. Todas salvo una, los ERTE. Y es que, ante el buen comportamiento de esta medida, el Gobierno plantea su ampliación hasta pasado el mes de septiembre.
A lo largo de estos meses, hemos hablado mucho sobre el éxito de los ERTE, así como de la necesidad de que estos sigan prorrogándose hasta que la situación vuelva a la normalidad; aunque ello incluya modificaciones como la de implementar los criterios de solvencia. Y es que, cabe destacar que, pese a que los ERTE hayan funcionado bien, lo cierto y verdad es que existen muchos riesgos que ponen en peligro el retorno de una inversión que, ante el escenario vigente, podría convertirse rápidamente en un gasto. Pues, con un 30% de las empresas de este país en situación de quiebra técnica, y en un momento en el que los concursos empresariales y los ERE están a la orden del día, existe la posibilidad de que muchos ERTE, cuando la medida quede extinta, acaben en despido.
Sin embargo, esta necesidad a la que hacemos alusión se debe a lo que muestran los datos cuando observamos la destrucción del PIB y la evolución de la tasa de empleo durante esta crisis, y hacemos el contraste con crisis pasadas. Pues, aunque incluyendo los ERTE hablemos de una tasa de paro efectiva del 21%, lo cierto es que, con una contracción de hasta el 11% de nuestro PIB, siendo la mayor contracción registrada por una economía durante esta crisis, la tasa de desempleo ha mostrado un menor acoplamiento, o lo que es lo mismo, se ha destruido menos empleo del que debía haberse destruido con una contracción de la dimensión de la que hoy se registra.
En esta línea, y observando la pasada crisis, mientras el PIB caía a ritmos del 3,6% en 2009, la tasa de paro en España pasó de estar en el 14% en 2008, a estar en el 18% en 2009, incrementándose hasta el 20% un año más tarde, en 2010. En la presente crisis, con una contracción que se sitúa en el -11% del PIB, la tasa de paro ha pasado de estar en el 14% en el año 2019, a estar en el 16,2% en el año 2020.
Como vemos, una notable diferencia entre la presente crisis y la pasada que podría estar explicada por la presencia de los ERTE. Unos ERTE que han permitido hibernar nuestra economía, protegiendo el empleo de una pandemia que devastaba todo negocio a su paso.
Y es que, de no ser por esos ERTE, hablaríamos de una tasa de paro superior al 22% en estos momentos. Además, los últimos datos que se han ofrecido del impacto de los ERTE en la recaudación del Estado muestran otra noticia que celebrar, esta vez sobre el beneficio logrado a través de esta herramienta. Volviendo a la crisis de 2009, con el PIB cayendo un 3,6%, la recaudación del Estado sufrió un desplome del 17%. En esta, aun habiendo caído los ingresos notablemente, el desplome ha sido del 8,8%, con una economía que se hundía a un ritmo del 11%. Y esto queda reflejado en un IRPF que incrementó su volumen de recaudación en un año más que catastrófico para la economía.
Por esta misma razón, pocos son los expertos que cuestionan la eficacia de esta medida en su aplicación. Los datos nos muestran que, mientras España debía haber destruido más empleo, mostrar una recuperación más lenta del empleo, a la vez que debía mostrar una caída de la recaudación, lo que muestran los indicadores tras su análisis nos dice todo lo contrario. En este sentido, que España ha destruido menos empleo del esperado, que la economía se está recuperando más rápidamente que en crisis pasadas, y que, de la misma forma, la recaudación, debido a la presencia de estos ERTE, se ha mantenido relativamente bien, pese a haber registrado las empresas, así como muchas familias, un notable deterioro de su renta.
Por esta razón, no cabe la posibilidad de no extender la presencia de unos ERTE que podrían acabar convirtiéndose en la medida estrella de esta crisis. Pues, pese a que tengamos que implementar criterios que garanticen que el dinero invertido no caerá en saco roto, lo cierto es que, pese al gasto y la factura que estos suponen para nuestra economía, renunciar a ellos es la peor estrategia posible que podría aplicar el Gobierno en estos momentos.