Una Ley Nacional de Calidad para las editoriales de autoedición
La editorial de autoedición Letrame Grupo Editorial está impulsando estos días lo que considero una interesante iniciativa que de momento no ha obtenido repercusión mediática pero que sin duda la tendrá: pedir a las autoridades competentes y representantes públicos una Ley Nacional de Calidad para el Sector de la Autoedición. El objetivo es que se apruebe en el Congreso de los Diputados una ley que exija a las editoriales de autoedición el cumplimiento de una serie de estándares mínimos de calidad, lo que sin duda redundaría en el fomento de la lectura y en la mejora de la calidad de las obras que se publican y la población española lee. Como mínimo y a la espera de que se concrete en la correspondiente ley, se plantea el cumplimiento de una serie de estándares mínimos de calidad y la obligación de llevar a cabo correcciones tipográficas, ortográficas y gramaticales de todos los manuscritos antes de que estos se conviertan en obras publicadas para garantizar, de ese modo, la calidad de las obras y evitar que lleguen al mercado libros plagados de errores ortográficos y gramaticales. Tal medida redundaría además en el prestigio del sector de la autoedición.
Así, Luis Muñoz, director de la editorial, preocupado por la situación del sector y de las obras literarias que publican las distintas editoriales de autoedición, ha solicitado una reunión tanto al ministro de Cultura y Deportes como a los grupos parlamentarios del Congreso de los Diputados para pedirles que se apruebe una Ley Nacional de Calidad para el Sector de la Autoedición. Se trata del típico ejemplo del profesional comprometido con su trabajo que aspira a hacerlo cada día mejor y que tal cosa redunde en el conjunto de la sociedad donde desarrolla su proyecto vital y profesional.
Luis Muñoz es consciente de que no es cuestión de cantidad sino de calidad. Y pretende, con razón, que todas las editoriales de autoedición cumplan unos requisitos mínimos de calidad. Porque no puede ser que haya editoriales que funcionen como imprentas, sin controlar la calidad de las obras que publican. No solo se perjudica a los lectores y a la sociedad en su conjunto sino a los propios autores de obras de calidad y escritores con mucho talento, ya que hay muchas librerías que les cierran las puertas por ser autores autoeditados, sin distinguir las buenas obras de las que no lo son. Y todo por la mala práctica de algunas editoriales de autoedición que perjudican al conjunto.
Cuando se pone en marcha una iniciativa de estas características nunca se sabe lo que va a pasar. Vivimos en una sociedad donde se resaltan cuestiones carentes de la mínima importancia y donde iniciativas de enorme trascendencia y, en este caso, relacionadas con el mundo de la cultura, parecen pasar inicialmente al menos desapercibidas. Sin embargo, si finalmente la iniciativa se convierte en ley, habrá sido un éxito rotundo de una editorial comprometida con la problemática de su propio sector y con los problemas que afectan a la sociedad española. Y servirá para fomentar la cultura y la calidad de las obras que leemos.
En todo caso, estemos atentos. A ver qué responde el ministro de Cultura y Deportes y cuál es la posición de los grupos parlamentarios. Personalmente, estoy seguro de que la iniciativa tendrá finalmente éxito y logrará su objetivo. Ojalá. Porque hablamos de lectura y de cultura, algo esencial para el progreso de la sociedad.
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