Un año del 'pleno de la desconexión': caos, riñas y desconcierto en los pasillos
Diputados de distintas formaciones recuerdan cómo vivieron en la cámara catalana las broncas jornadas en las que se aprobaron las leyes del referéndum.
"De aquí no nos vamos hasta que esto se vote". La advertencia venía de la entonces presidenta del Parlament, Carme Forcadell, a los miembros de la Mesa. Era jueves 7 de septiembre y el Parlament vivía por segundo día consecutivo una jornada bronca, llena de reproches, suspensiones del pleno y reuniones de la Mesa. Los independentistas aprobaron el 6 y 7 de septiembre las llamadas "leyes de ruptura" que iban a permitir, en principio, celebrar el referéndum y aplicar el resultado en el caso de que ganara el sí. La oposición, por su parte, puso el grito en el cielo e intentó retrasar las votaciones y alterar el funcionamiento de los plenos para reforzar una imagen de confusión generalizada.
Durante esos dos días, el Parlament se convirtió en el centro de todas las miradas gracias a la retransmisión en directo de unos plenos caóticos que se alargaron hasta la noche y evidenciaron la división que imperaba en la cámara catalana. Ambas votaciones se hicieron con el hemiciclo semivacío tras abandonar la sala la mayoría de diputados de la oposición. Al mismo tiempo, Mariano Rajoy comparecía de urgencia desde La Moncloa: "Sé lo que se espera de mí", advirtió el entonces presidente del Gobierno. "Haré todo lo necesario, sin renunciar a nada". Nadie imaginaba en ese momento todo lo que pasaría después.
Se cumple un año desde que el bloque independentista se valiera de su mayoría para aprobar esas normas dando la espalda a los dictámenes del Consell de Garanties Estatutaries y de los letrados del Parlament. La mayoría de los que se sentaban en las primeras filas del bloque secesionista así como la presidenta de la cámara están ahora en prisión preventiva o en el extranjero. Y Cataluña, desde entonces, ha pasado por el 1-O y las protestas posteriores, la fallida declaración de independencia del 27 de octubre, la aplicación del artículo 155 y la celebración de unas elecciones autonómicas que han revalidado la mayoría independentista.
Tres diputados de diferentes partidos recuerdan para El HuffPost cómo vivieron esos días en los que hubo gritos, tensión y una algarabía que nadie recuerda en el Parlament.
José María Espejo-Saavedra (C's): "Las relaciones personales quedaron envenenadas"
Espejo-Saavedra, de Ciudadanos, recuerda esas jornadas como "las más intensas" de su vida. El diputado y vicepresidente segundo de la Mesa no solo vivió la tensión en el hemiciclo sino que pudo palpar la aspereza de las reuniones de la Mesa, sin cámaras ni periodistas delante. Las continuas peticiones de reconsideración de la oposición dilataban el pleno y obligaban a la Mesa a reunirse en un ambiente cada vez más caldeado. "Las reuniones de esos días fueron muy duras y complicadas", recuerda por teléfono, "en ocasiones se perdió la formalidad y se elevó la voz". Según Espejo-Saavedra, nada fue ya lo mismo después de esos plenos. "A pesar de las discrepancias, tenía buena relación personal con varios diputados independentistas", señala. "Después de eso se envenenaron mucho las relaciones".
El diputado de la formación naranja también recuerda la tensión que se vivía durante los días previos en el grupo parlamentario. "Sabíamos que iba a suceder algo pero no sabíamos exactamente cómo", rememora, "tenían unas leyes en el cajón que no nos habían enseñado y las querían sacar sorpresivamente". Niega que la estrategia de su portavoz, Carlos Carrizosa, de pedir reconsideraciones fuese algo premeditado con el resto de la oposición. "Lo único que teníamos claro era que usaríamos todos los trámites posibles para frenar esa barbaridad".
Gerard Gómez (ERC): "Se cruzaron algunas líneas del respeto institucional y personal"
Gómez recuerda con una mezcla de sentimientos esa jornada maratoniana en la que incluso el bar del Parlament se quedó sin pan ni coca colas por el gentío que había en la cámara. El servicio del restaurante no había previsto que los plenos se alargarían y se vio superado ante la aglomeración de periodistas y diputados hambrientos. "El ambiente estaba enrarecido, era de desconcierto", recuerda el diputado de ERC. "El pleno estuvo cargado de filibusterismo, con más de 20 reconsideraciones y las interrupciones eran constantes". Gómez recuerda cómo entraban al hemiciclo, pasaban 30 segundos y la sesión volvía a suspenderse por una nueva petición de reconsideración. "Había momentos en los que era frustrante no poder debatir".
Gómez niega que se diera un golpe de Estado ni que se pisotearan los derechos de la oposición en esos plenos. "En un Parlamento se ha de poder hablar de todo", señala en conversación con El HuffPost. "Se ha intentado reescribir lo que sucedió para pintar de golpe de Estado lo que fue un debate parlamentario".
Lo que más le dolió a Gómez fueron los ataques que recibió la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, ahora en prisión provisional a la espera de juicio. "Es verdad que las posiciones estaban muy alejadas", se lamenta, "pero se traspasaron algunas líneas del respeto institucional y personal hacia Forcadell".
Juan Milián (PP): "Por primera vez la oposición estuvo unida"
El joven diputado Juan Milián, ahora vicesecretario de Estudios y Programas del PP catalán, recuerda que a esos plenos ya se llegó con cierta sensación de "asfixia". Milián explica que ya venían de unos días muy tensos a raíz de la manifestación contra los atentados del 17 de agosto en Barcelona. "Ese día llegué al convencimiento de que había una ruptura emocional muy fuerte entre las dos partes".
Milián reconoce, sin embargo, que todos tenían la sensación de estar viviendo un momento histórico en la cámara catalana. Para bien o para mal. "Toda España nos miraba, había directos en todas las televisiones y me llegaban mensajes desde todos lados", recuerda Milián, que ironiza comparándolo con el seguimiento que tiene una final de Champions. "Fueron unas semanas en las que todo el mundo estuvo interesado por la política".
Milián recuerda cómo, a pesar de la tensión, la oposición consiguió unirse por primera vez en toda la legislatura. "Fuimos todos a una para evidenciar que eso era una cacicada", recuerda. Fue en ese pleno donde emergió la figura de Joan Coscubiela, en ese momento portavoz de Catalunya sí Que es Pot y firme defensor de un referéndum pactado, que consiguió poner de pie a toda la oposición al denunciar que se estaban "pisando los derechos de todos los catalanes". (Coscubiela no ha respondido a la petición de El HuffPost para aparecer en este artículo).
Un año más tarde, Milián cree que esos plenos fueron el principal "tiro en el pie" del independentismo y recuerda las caras largas entre los secesionistas más moderados. "Para mí esa fue la declaración de independencia, mucho más clara que la que vino después del referéndum", sostiene. "En dos tardes abolieron la Constitución, el Estatuto y proclamaron un nuevo régimen".