Todas las razones por las que es probable que Trump tenga que agachar la cabeza ante Isabel II
Se mete con May, opina de quién debe negociar el Brexit y presidir el Ejecutivo, llama "horrible" a Meghan Markle y encima la lía en la calle...
El presidente de EEUU, Donald Trump, inicia esta mañana su primera visita de Estado al Reino Unido, donde le esperan la reina Isabel II y la primera ministra británica, Theresa May, pero también las protestas de los que rechazan sus políticas.
El jefe de Estado norteamericano llegará este lunes al aeropuerto londinense de Stansted antes de ser recibido formalmente después por la soberana británica en una ceremonia rodeada de gran pompa en los jardines del palacio de Buckingham. Él se estrena, pero para la reina será la tercera de este tipo de un presidente de EEUU, tras las de George W. Bush en 2003 y la de Barack Obama en 2011.
Otro tiempo, otros líderes, otro tono. Porque mucho puede que no le agrade el magnate a la monarca: más allá de ser el presidente de un aliado histórico, más allá de necesitarlo (mucho) cuando cuaje el Brexit, más allá de ser indispensable para sus planes económicos y defensivos en plena guerra comercial, Trump es un bocachancla que se ha despachado a gusto contra su nación, sus líderes... y hasta con la realeza.
Así que, además del obligado protocolo, estas son las otras razones por las que el republicano hoy tendrá que agachar bien la cabeza cuando se encuentre con Isabel II.
1. Porque ha atacado a May, con un ‘mansplaining’ de manual
El mandatario de EEUU ha roto la tradición diplomática de no interferir en los asuntos internos de un país al pronunciarse este fin de semana sobre el Brexit y la próxima elección del nuevo líder del Partido Conservador y primer ministro británico. En una entrevista con el dominical The Sunday Times, advirtió a la primera ministra, Theresa May, de que “probablemente” no obtendría un acuerdo comercial con su país si su plan del Brexit seguía adelante. Señaló que el Reino Unido debería estar preparado para salir de la Unión Europea (UE) sin acuerdo, justo uno de los escenarios que defienden los conservadores más radicales.
Y ya no sólo es que se metiera en asuntos que no son suyos y, encima, amenazando, sino que le dio un toque machista a todo el asunto: Trump sostuvo que le había dicho a May cómo hacer un trato sobre el divorcio comunitario, pero “ella no estuvo de acuerdo; no me escuchó”, apostilló. “Le dije cómo hacerlo. Depende de ella tomar la decisión pero ha querido ir por una ruta diferente”, aseveró. Un mansplaining en toda regla.
Aún así, ella lo recibe con un bonito vídeo de bienvenida.
2. Porque se ha entrometido en quién debe ser la voz del país ante la UE
Trump, en la misma entrevista, dijo que había que incorporar al político antieuropeo y antiinmigración Nigel Farage en las negociaciones del Brexit, pese a que este señor ha reconocido en público que usó datos falsos para animar a los ciudadanos a votar por la salida de la Unión.
El republicano dijo que Farage, líder del Partido del Brexit -vencedor en las elecciones europeas al obtener 29 eurodiputados-, “tiene mucho que ofrecer” en las conversaciones con la UE y debería ser incorporado a tomar parte de esos contactos. “Lo conocí (por Farage) cuando a él le gustó mi campaña (electoral) y vino a dar un discurso. Creo que es una persona fantástica”, agregó el presidente estadounidense.
3. Porque hasta opina de quién debe suceder a May
Además, Trump ha manifestado abiertamente su apoyo al exministro de Exteriores Boris Johnson como nuevo líder conservador, al afirmar que sería un “excelente” primer ministro británico.
El presidente de EEUU manifestó su respaldo a Johnson antes de que el Partido Conservador inicie oficialmente el próximo día 10 el proceso para elegir al nuevo líder tory y jefe del Ejecutivo una vez que dimita Theresa May al frente del Gobierno el día 7. La premier sólo estaba esperando esta visita y a que en su partido se organicen un poco para dejar a otro los dos sillones.
4. Porque se ha metido hasta con Meghan Markle (aunque lo niega)
El tabloide británico The Sun ha publicado una entrevista con Trump antes de llegar en la que admitía que no estaba al tanto de que la exactriz Meghan Markle, que se casó con el príncipe Enrique en mayo de 2018, apoyase a la demócrata Hillary Clinton a la presidencia de EEUU en 2016, el año en que se presentó y ganó el magnate, y que ella sugiriera que iba a marcharse de su país si ganaba Trump.
″¿Qué puedo decir? No sabía que ella fuera horrible”, contestó el político al ser preguntado al respecto, según la transcripción del diario. No obstante, el presidente estadounidense lo niega. Dice que Markle podría ser una princesa “muy buena” y que fue “bonito” que ella se uniera a la familia real británica.
“Nunca llamé a Meghan Markle ‘horrible’. ¡Fue inventado por los medios de comunicación falsos y han sido pillados! ¿Se disculparán la (cadena de televisión) CNN, el (diario) The New York Times y otros? ¡Lo dudo!”, señaló Trump en su cuenta de Twitter.
5. Porque su sola presencia le va a calentar las calles de Londres
En esta ocasión, se espera que la presencia de Trump genere protestas, con una gran manifestación prevista el martes en la céntrica plaza londinense de Trafalgar mientras el presidente y la primera ministra se reúnen en la residencia de Downing Street. Se espera que se desplieguen pancartas y un globo gigante con la imagen del presidente en el corazón de la ciudad, todos unidos bajo el lema “Juntos contra Trump”.
Antes de eso, se han producido otros eventos críticos a lo largo del país, como la proyección en los acantilados de Dover del muñeco con el que se satiriza su imagen, el Baby Trump, y con críticas feroces en las redes sociales.
La Policía Metropolitana de Londres ya avanzó de que dispone de un “equipo de mando muy experimentado” para liderar esta enorme operación durante la visita de Estado.
Ya sabemos que Trump tiene costumbre poco educadas, desde desatender a su esposa Melania hasta empujar líderes (sus iguales) en una cumbre de la OTAN, pero hoy sus modales tienen, por todo esto, una prueba de fuego mayúscula.
¿Saldrá con bien de ella?