Theresa May: ¿la nueva Boudica?
El puente de Westminster se hizo famoso hace unas semanas por lo que entiendo que hoy en día estamos obligados a llamar un "atentado terrorista" . Si la audiencia de televisión que vio este suceso -que salió continuamente en las noticias durante unos días- hubiera prestado mucha atención, habría vislumbrado una estatua, a un lado del puente, que recuerda a otro símbolo del "terrorismo británico". No me refiero a Winston Churchill. Me refiero a Boudica.
Boudica fue reina de los icenos, una tribu britana durante la época de la ocupación romana. Organizó un levantamiento contra estos imperialistas continentales que eran los romanos, y sus tropas acabaron matando a muchos miles de soldados de aquel imperio y reduciendo Londres a cenizas.
Empecé a pensar en Boudica durante el discurso de Theresa May ayer por la mañana, en el que anunció que van a celebrarse elecciones generales en el Reino Unido en junio. May no mencionó a Boudica durante sus comentarios, pero la referencia hubiera encajado perfectamente con el resto de lo que dijo. Aprovechó para presentarse como defensora orgullosa de su pueblo, preocupada por su bienestar y atenta a sus deseos de soberanía y de asumir el control de su propio destino y, sobre todo, de liberarse de los invasores europeos.
En parte, este mensaje es, por supuesto, completamente falso. No hay casi ningún partido en Gran Bretaña que se preocupe menos por el bienestar y las aspiraciones de la población que los Tories. Si quieren tener una idea de ello, lo único que hace falta es ver la nueva película de Ken Loach, Yo, Daniel Blake. Por otro lado, respetar el deseo de un pueblo de ser libre es prácticamente el mensaje más efectivo que puede haber en política. Es precisamente por esto que en Gran Bretaña sigue habiendo una estatua de Boudica muy cerca del sitio en el que Theresa May hizo su discurso.
Inevitablemente, habrá quienes se pregunten entre la izquierda internacional si el verdadero radical, Jeremy Corbyn, podría ganar a Theresa May en estas elecciones. Tengo muy malas noticias al respecto: veo muy difícil que gane el Partido Laborista, ni siquiera que acabe liderando un Gobierno de coalición con los partidos de izquierdas (mucho) más moderados: los nacionalistas escoceses y los liberal-demócratas. ¿Por qué?
La explicación estándar en el Reino Unido de las dificultades que experimenta el Partido Laborista es la siguiente: no puede ganar porque se ha posicionado demasiado a la izquierda y porque Jeremy Corbyn es demasiado políticamente excéntrico para ser aceptable a ojos de los votantes británicos. Lo que ignora esta historia –que puede encontrarse en cualquier ejemplar de The Guardian, por ejemplo- es que las políticas que ha promovido Jeremy Corbyn son muy populares entre el público y que antes del sabotaje sistemático que hizo la derecha del Partido Laborista el año pasado (organizaron un golpe fallido que desacreditá al partido a ojos del público), laboristas y conservadores estaban más o menos empatados en las encuestas.
Pero el problema ahora no son ya las políticas que cada uno pudiera hacer y las personalidades que están en juego. El problema ahora es el Brexit, que es el único tema político que importa actualmente en las islas.
Los Tories van a ganar porque están presentando un horizonte político con el que la izquierda británica, en general, no quiere asociarse: el de la exaltación de la nación soberana. Es más, gran parte del pueblo británico seguramente va a interpretar el antinacionalismo de la izquierda como una indiferencia cruel con respecto a su propia gente: incluso, quizás, como algo anti-democrático.
Todo esto es irónico, porque en realidad Jeremy Corbyn probablemente fue más anti-europeo que Theresa May durante la campaña del Brexit (ella hizo campaña para quedarse en la UE, mientras que Corbyn expresó sus reservas públicamente). Pero lo único que importa ahora es dónde se posicionan actualmente estos políticos. Y es obvio que no puede ganar un líder que –por amable y decente que sea, y por buenas que sean sus políticas– no pueda manufacturar el mismo nivel de optimismo sobre el futuro de su país que los Tories, sobre todo si el resto de su partido cree que el periodo que viene va a ser un desastre. Parece que el único horizonte (optimista) que quiere promover la izquierda en Gran Bretaña ahora mismo es el del globalismo liberal, y eso ya no convence a nadie: es un discurso totalmente saturado. Es cierto que Corbyn no suscribe esta ideología. Pero su mensaje alternativo se está ahogando en el sonido de muchos liberales llorando.
La historia de Boudica terminó mal para los británicos de entonces. Ella se suicidó y los romanos consolidaron su dominio. Parece que la nueva Boudica –Theresa May–, en cambio, va a tener un final político mucho más feliz. Pero la temática, en cada caso, es la misma: un pueblo que pretende liberarse. Una idea que, sin duda, contiene algo de lo eterno. Pero ahora mismo, la izquierda (británica) no quiere saber absolutamente nada sobre ello.