Polonia apela a la memoria para volcarse con los refugiados ucranianos
Es el país que más ucranianos ha recibido desde el inicio de la invasión rusa.
“Una semana antes del inicio de la invasión estaba estresado como nunca. Tal y como se estaban colocando las tropas rusas estaba convencido de que atacarían desde todos los frentes posibles y estaba destrozado. Me negaba a pensar que esto pudiera pasar. Intentaba convencerme a mí mismo: ‘estamos en el siglo XXI, no va a pasar’”. Esto es lo que se repetía Tomasz (nombre ficticio), vendedor comercial en Polonia, los días previos a la invasión rusa en Ucrania.
Y lo que temía y esperaba que no pasara al final ocurrió. Llegó el 24 de febrero y Putin decidió lanzar, en sus propias palabras, una “operación militar especial en el Donbás” con el objetivo “desnazificar Ucrania y evitar un genocidio a la población rusa de la región”.
“El día que empezó la invasión estuve fuera de juego completamente. Ese día y los dos siguientes. Funcionaba de manera automática. Trabajaba, seguía mis rutinas, pero mi cabeza estaba en otro lado”, cuenta Tomasz. De esa nube borrosa que son sus recuerdos de los primeros días de guerra, recuerda “ir al supermercado, comprar latas de comida, pasta, arroz, todo lo que se me ocurrió y llevarlo hasta el parque de bomberos”, que es donde se había organizado el punto de recogida en su ciudad. “Llené prácticamente dos coches”, rememora.
“Esta guerra ha unido a toda la población para ayudar a los refugiados ucranianos”, comenta Andrezj Olseiuk, gobernador del condado de Lesko, próximo a la frontera con Ucrania. Algo en lo que concuerda Tomasz: “Si entras en Facebook, hay muchísimos grupos de gente normal y corriente organizándose para ayudar y compartiendo información tipo ‘tengo una habitación libre en Varsovia’ o ‘ Voy desde esta ciudad hasta esta otra, puedo organizar un envío entre estos dos puntos’. Hay cientos de mensajes así. Es increíble como se ha organizado la población”, señala.
En las zonas próximas a la frontera, Polonia no permite que los refugiados se queden de manera permanente para no sobresaturar las poblaciones fronterizas. El punto de cruce más conocido es en Przemsyl, donde se calcula que llegan entre 30.000 y 40.000 ucranianos al día. Hasta ahora, más de 4,5 millones de ciudadanos han tenido que huir de Ucrania desde el inicio de la invasión. De ellos, 2,6 millones se han desplazado a Polonia. Son casi cuatro veces más que a Rumanía, el siguiente país que más ucranianos ha acogido.
Hay ocho puntos para cruzar de Ucrania a Polonia. Tomasz describe que en la frontera de uno de esos pasos hay una enorme tienda de campaña de color rojo, con paredes gruesas. Dentro, hay sillas y mesas. “Cuando llegan a suelo polaco les damos comida, un sitio para dormir, asistencia médica y los registramos [lo equivalente a tener un número de DNI]”, cuenta Andrezj. “Después tienen que seguir su viaje hacia otras ciudades de Polonia en bus o en tren“, añade. Además de en transporte público, gratis para los refugiados ucranianos, también hay gente corriente que se desplaza a la frontera con carteles con mensajes ofreciéndose a acoger a estos ciudadanos.
Para Tomasz hay un motivo muy claro por el que los polacos se han volcado en el recibimiento a los refugiados ucranianos. “Sabemos cómo queríamos que nos hubieran tratado hace 70 años. En realidad no pasó hace tanto tiempo. Así que entendemos su situación, sabemos por lo que están pasando, sabemos lo que es que nadie te apoye”.
La solidaridad en Polonia ha desbordado todas las previsiones. En la ciudad de Tomasz, cuenta, han tenido que habilitar el polideportivo para poder almacenar todo el material que la ciudadanía está llevando en masa para apoyar a los refugiados ucranianos. “Hemos comprado estanterías de Ikea y hemos organizado todo el material que tenemos por franjas de edad: de 0 a 3 años, de 3 a 7 y así”. De esta manera, explica, es más fácil que cuando lleguen puedan encontrar lo que necesitan: “Comida y ropa, pero también cochecitos o sillitas para el coche para los niños pequeños”.
Además de la ayuda de ciudadanos de a pie, el gobierno polaco también tiene un programa de ayudas para los refugiados ucranianos. “Cada mes, los miembros de una familia ucraniana reciben 500 eslotis (aproximadamente 115 euros) por cada niño entre 3 meses y 18 años”, explica Andrezj. “Además, perciben otra ayuda de 300 eslotis (60 euros) y un pack escolar para cada niño en edad de ir al colegio (valorado en 300 eslotis, que son aproximadamente 60 euros) y para las familias polacas que acogen refugiados hay una ayuda mensual de 1200 eslotis (265 euros) por persona acogida”, añade.
“Hasta el momento, todos estos fondos provienen del gobierno polaco”, explica Andrezj. Por eso, el gobierno de Polonia lleva insistiendo a la Unión Europea que movilice fondos para el acogimiento de refugiados desde que se empezó a ver desbordada por la cantidad de ciudadanos ucranianos que llegaban hasta su país. La Unión Europea ha anunciado destinará 17.000 millones de euros para el acogimiento de refugiados en suelo comunitario.
Tomasz reconoce que desde el 24 de febrero las cosas han cambiado. “Ahora, lo primero que hago cuando me levanto a las seis de la mañana es mirar la situación en Ucrania. La gente sigue asustada, está claro. Es como tener una gran nube negra persiguiéndote, un pensamiento en el fondo de tu cabeza que te dice que lo que está pasando no es normal y que algo malo puede ocurrir”, describe. Aún así, “nosotros aquí seguimos con nuestra vida: voy a trabajar, me reúno con clientes, recojo a mis hijas del colegio y las llevo a natación… Pero sí que está ese pensamiento en el fondo de mi cabeza”, explica.
“La gente aquí sigue haciendo lo mismo que cuando comenzó la invasión: intentar ayudar de la mejor manera posible. Y ahora estamos mejor preparados que el 24 de febrero: estamos mejor organizados, tenemos más recursos y más medios”, zanja Tomasz.