Sobre la dignidad de la democracia

Sobre la dignidad de la democracia

Las claves de la semana

De los guionistas del "despido en diferido", llega ahora una nueva entrega con "yo sólo he cumplido con mi obligación". Ahí la tienen. Dolores de Cospedal como protagonista política de la semana. Ella, que se ha situado fuera del foco tras la derrota en las primarias, regresa ahora con titulares a toda página por obra y gracia de Producciones Villarejo. Ignacio López del Hierro encargó al ex comisario de las cloacas del estado que investigase a Javier Arenas.

¡Joder, qué tropa! Ahora resulta que en el partido del buenrrollismo y la camaradería todos espiaban a todos, y que lo que ocurría en el PP de Madrid entre Granados, González y Cifuentes no era más que un émulo de los usos y costumbres de la dirección nacional del partido.

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Las grabaciones difundidas ponen además de manifiesto lo que desde hace años era un secreto a voces entre la clase política y empresarial, y es que el marido de Cospedal despachaba en nombre del PP a diestro y siniestro unas veces en los reservados capitalinos y otras, en los despachos del poder.

Si fue así es porque alguien le dio la venia, y no parece que fuera sólo Cospedal. La soltura con que le pide a Villarejo que le haga un precio "baratito porque estamos tiesos" y el expolicía le responde que no cobrará al partido y que le devuelva el favor con la contratación de algún empresario de confianza es el mejor retrato del PP de la Gürtel, pero también de una España en descomposición en la que una tupida red de policías, políticos, empresarios, jueces y fiscales chapoteaban a sus anchas por el fango de la indignidad.

Que Pablo Casado no haya enseñado aún a Cospedal la puerta de salida es una muy mala señal para el relato que el presidente del PP pretende construir sobre su compromiso con la regeneración de la vida pública y la tolerancia cero con la corrupción y la putrefacción del sistema político institucional ocultado y amparado por tantos. Producciones Villarejo no ha hecho más que empezar con la distribución de audios que no sólo afectan al PP y al mundo de la política. Ya hubo entregas antes sobre los presuntos negocios turbios de la Corona y sobre el poder judicial. La de Cospedal parece sólo la punta del iceberg de lo que el expolicía acumuló durante décadas y podría hacer saltar por los aires la arquitectura institucional. O eso dicen.

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Que con estos mimbres Casado acuse a Pedro Sánchez de pisotear la dignidad de la democracia porque la Abogacía del Estado haya acusado de sedición -y no de rebelión- a los líderes del independentismo es tan inoportuno como calumniador. Primero porque bajo el Gobierno de Rajoy, la Abogacía nunca se personó en el delito de rebelión, sino sólo en el de malversación. Por tanto no ha cambiado de criterio. Y segundo porque la dignidad de la democracia también se salvaguarda con los comportamientos internos de los partidos, y no parece que esta fuera la semana para que el presidente del PP se pusiera así de estupendo teniendo en cuenta hasta dónde puede llegar la onda expansiva del escándalo Cospedal y lo que el caso Villarejo supone de dosis de recuerdo sobre un sistema maloliente y putrefacto con el que el PP se financió de forma ilegal durante décadas.

La democracia y su dignidad no se defienden con el silencio como el que ha guardado esta semana el presidente del PP sobre el pasado más aciago de su partido, sino con decisiones inequívocas para poner fin a comportamientos mafiosos y corruptos. La dignidad de la democracia también se mide en función del respeto al adversario político, que nada tiene que ver con igualar a éste a un enemigo público con mentiras en lugar de con ideas y argumentos.

Si Sánchez es cómplice del independentismo porque la Abogacía del Estado no ha solicitado en su escrito de calificación que se les atribuya a los independentistas el delito de rebelión, también lo fue Rajoy en su día. Y sostener esto da tanta risa como la que provocó Carmen Calvo al distinguir entre el Pedro Sánchez secretario general del PSOE y el Pedro Sánchez presidente para no admitir un cambio de opinión sobre el tan traído y llevado delito de rebelión en quien hoy ostenta la responsabilidad de Gobierno.

Pues esto es lo que tenemos y así es como pretendemos entre unos y otros dignificar la democracia. Así vamos...