Sobre el 'copyleft' y la creación musical
Todos hemos observado que en Internet se habla mucho de cultura libre y copyleft, generalmente de forma indiferenciada respecto del movimientoCreative Commons (CC). En realidad, es una asociación engañosa; pocas licencias CC son licencias libres, y casi ninguna puede considerarse realmente copyleft. El término copyleft se utiliza de forma indistinta para identificar casi cualquier posición contraria al régimen de la Propiedad Intelectual, y usualmente se argumenta también en relación con la creación musical (casi siempre para meter el dedo en el ojo de la SGAE), alimentando una confusión que conviene resolver.
Porque copyleft nació como un proyecto que buscaba facilitar la creación en el ámbito de la programación informática, y que perseguía fomentar una comunidad internacional de programadores que generaran obras de acceso libre (lo que no equivale necesariamente a gratuito) para todos los usuarios, permitiendo que pudieran no solamente ser utilizadas por cualquier persona, sino que otros programadores a su vez pudieran transformarlas dando origen a nuevas creaciones más completas o más útiles, pero en cualquier caso igualmente accesibles. Lo que se intentaba era dar lugar a un estado general de producción de software que rivalizara de forma espontánea con la industria convencional dominada por Microsoft, Apple y otros.
El inventor del término copyleft fue un caballero llamado Richard Stallman y, cuando comenzó a plantear su proyecto, desde luego no lo hizo con el propósito de derogar las leyes de Propiedad Intelectual. Stallman tuvo claro desde el principio que su misión era facultar el uso, la reproducción, modificación y distribución libres de las obras, promoviendo su circulación ilimitada. Pero para eso había que asegurar que no solo las obras originales se encontraran en esa situación, sino que cualquier modificación o transformación futura de aquellas permanecería igualmente en el campo del software libre. De lo contrario, yo podría acceder a un programa libre y modificarlo o transformarlo ofreciéndolo después de forma comercial y limitada, porque esa posibilidad no estaba impedida y de todos modos yo había obtenido una obra nueva y distinta a partir de otra anterior gratuitamente accesible.
Para deshacer este nudo, Stallman decidió incorporar en sus licencias una cláusula que imponía que todas las obras derivadas de una obra libre fuesen también libres. Este es el verdadero concepto copyleft, y se definió así aceptando los conceptos e instituciones básicas de la Propiedad Intelectual para dirigir la creación en un sentido diferente: en lugar de limitar el acceso o el uso de las obras, se procuró asegurar que fuesen siempre libres. En resumen, copyleft es una cláusula que persigue asegurar que las obras derivadas se distribuyan con las mismas condiciones de libertad de acceso que la original.
Por eso también, trasladar el concepto de copyleft a la música me parece inadecuado; los programas informáticos son esencialmente modificables y transformables, pero las obras musicales no. Claro que se pueden transformar, pero la realidad es que la creación musical y la explotación habitual de las grabaciones no se basa en hacer versiones mejoradas o ampliadas de canciones anteriores, cosa que sí sucede en la informática. Por eso el término copyleft, en realidad, no es aplicable ni a la creación musical ni a la producción y edición de fonogramas.
Hay otro dato importante; el movimiento copyleft parte de los autores. Son los propios autores los que son invitados a crear o a transformar y ofrecer sus creaciones en ese régimen de accesibilidad. No se trata en ningún caso de facultar a terceros a distribuir libremente lo que escojan, sino de promover que el acto original de creación de las obras sea ya, desde el primer momento, un acto orientado al ofrecimiento del resultado al público en condiciones de accesibilidad ilimitada.