La depresión postvacacional, ¿existe o es solo una expresión manida?
El síndrome del que se habla todos los años al volver al trabajo tras las vacaciones.
Vuelta al trabajo. El primer día (y el segundo, el tercero...) escuchar “depresión postvacacional” se convierte casi en un ritual. Pero, ¿realmente existe o no es más que una expresión manida para manifestar la desmotivación de dejar el sol y la playa por la luz artificial de la oficina?
En efecto, es real. El también denominado síndrome postvacacional da nombre “a un proceso adaptativo de las personas para las que la diferencia entre la rutina de las vacaciones y la vida trabajando es fuerte”, explica Juan Nieto, director del Instituto Europeo de Psicología Positiva. Si no está asociado a otro problema psicológico, suele durar entre una y dos semanas.
La falta de empatía y, hasta cierto punto, de inteligencia emocional —ya que ambas van muy de la mano— permite ver cómo “hay gente que no es capaz de aceptar el sufrimiento de los demás”. “Eso implica que no estás acompañándolos en ese malestar, sino que los estás censurando. El mensaje que se transmite es ‘no tienes derecho a sentirte así’, algo que se puede ver hoy en día de manera clara en las redes sociales”, comenta.
Falta de empatía o procesos que, vistos en el de enfrente, “nos remueven y nos llevan a soltar un comentario desagradable o a no ser tan pacientes o compasivos con quienes sí que pasan mal esa transición. Hay quienes se enfadan con el prójimo por sentirse mal”, añade Nieto.
El psicólogo desgrana en El HuffPost todo lo que tiene que ver con el síndrome postvacacional, que según Bizneo HR, expertos en Recursos Humanos, lo experimenta más de la mitad de los españoles.
Los factores que se suman al cambio de rutina
Mientras que hay personas que afrontan la vuelta al entorno laboral como un alivio —principalmente quienes en vacaciones se encuentran con una situación de pareja complicada, con los niños en casa, teniendo que organizar todo...—, hay quienes lo viven de una manera completamente opuesta.
Un clima desagradable en el trabajo, una inadecuada relación con los jefes, una menor capacidad para asimilar el estrés o no contar con una red de apoyos puede hacer que la vuelta al trabajo sea mucho más dura e “influir en que ese cambio sea más brusco y aparezcan los síntomas de la depresión postvacacional”.
Síntomas
Se manifiesta con tristeza, apatía, falta de motivación, episodios de ansiedad e, incluso, se puede experimentar irritabilidad. Pese a todo ello, “las características individuales son las que nos llevan a los detalles, que hacen que no haya un problema igual a otro”.
Las diferencias entre la normalidad y la pandemia
El Instituto Europeo de Psicología Positiva ha realizado un estudio comparando los casos de pacientes que pedían ayuda antes de la pandemia y durante la misma. En el último caso, han podido observar “niveles de ansiedad más altos, sin embargo no hay niveles de depresión más altos”.
“La gente viene con un estado de ánimo más o menos similar al que experimentaban antes de la pandemia. La parte positiva es que las personas que durante la pandemia han pedido ayuda experimentaban relaciones de crecimiento personal más elevadas que las que la pidieron antes, es decir, en algo nos está ayudando todo esto: a crecer y a sacar esas fuerzas para seguir adelante”.
El Instituto no sólo adelanta esas noticias positivas, porque si hablamos de pandemia y síndrome postvacacional, la situación vivida por el coronavirus, que para muchos significa volver a la presencialidad después de un largo periodo de teletrabajo, puede acentuar todos los síntomas mencionados.
Personas ‘más predispuestas’ a sufrirla
Tiene que ver con el estado de salud física y mental. No es lo mismo una persona que pueda tener tendencia a la tristeza o que los momentos de estrés le lleven a experimentar una fuerte ansiedad, así como personas que lo necesitan tener todo bajo control para sentirse serenas. Esos ‘ingredientes’ son pura gasolina que “acelera un proceso complicado”.
¿Influye la edad?
La edad solo condiciona sufrir el síndrome postvacacional en casos extremos, es decir, principalmente en becarios o trabajadores en prácticas cuyo futuro laboral está en el aire, o personas que están al borde de la jubilación y se reincorporan al trabajo desmotivadas, con ganas de acabar al pensar que lo tienen todo hecho y estar en su puesto de trabajo es un mero trámite que no les aporta nada. Por el contrario, la cercanía de la edad de jubilación también se puede enfocar como algo positivo en el trabajo: disfrutar de cada momento que le queda en él.
A qué ámbitos laborales afecta más
A trabajadores en turnos rotativos, en ERTE, en un puesto en el que no tienen aún un contrato indefinido... “Todo lo que implica incertidumbre acentúa muchísimo este proceso y hace que la transición sea más complicada y se dispare la ansiedad”.
¿Se puede convertir en una patología?
No suele ser el motivo principal de consulta, suele ser un precipitante. “Por poner un ejemplo, un paciente que ha pasado unas vacaciones estupendas, pero antes de ellas tenía el ánimo bajo, niveles de estrés alto, una situación por la que ya estaba a punto de estallar... En ese caso las vacaciones han pospuesto esta situación”.
Es decir, la vuelta al trabajo precipita esos problemas de salud mental que ya se estaban gestando, sin embargo el problema real es otro que estaba ‘escondido’ y que acaba saliendo a la luz al sufrir depresión postvacacional. En estos casos en los que se enquista, el síndrome dura más de una o dos semanas, porque los síntomas se agudizan y el problema que se encuentran los psicólogos es mayor.
Teletrabajar en casa solo o acompañado
Este asunto ha marcado claras diferencias. La soledad es también un precipitante que hace que se destapen o agraven cosas que “pueden llevarnos a un escenario más peligroso en salud mental”. Especialmente cuando hablamos de soledad en gente joven y en ancianos (aunque estos no están en edad laboral).
Soluciones
Según Juan Nieto y los expertos del Instituto Europeo de Psicología Positiva, cuando se habla de problemas psicológicos es importante también poner el foco en las soluciones, en pequeñas pautas efectivas que se pueden seguir para estar mejor:
“Siguiendo estos pasos, encontraremos la diferencia”, sentencia Nieto.