Podríamos decir que el síndrome posvacacional es producto de una vuelta resignada a una vida en la que desarrollamos una actividad laboral obligatoria, ingrata o sacrificada. Esta percepción negativa se agrava cuando el entorno de trabajo es hostil. Aquellos que piensan que su trabajo es algo elegido, interesante y gratificante rara vez se mostrarán deprimidos al incorporarse tras las vacaciones.
A la tortura de recuperar todas las rutinas guionizadas de nuestra vida hay que añadir el bombardeo con consejos sobre cómo superar el síndrome postvacacional. Esa manida y recurrente frase que en estas fechas empieza a aparecer en una especie de eco infinito en periódicos, blogs, radio, televisión, etc.