Podríamos decir que el síndrome posvacacional es producto de una vuelta resignada a una vida en la que desarrollamos una actividad laboral obligatoria, ingrata o sacrificada. Esta percepción negativa se agrava cuando el entorno de trabajo es hostil. Aquellos que piensan que su trabajo es algo elegido, interesante y gratificante rara vez se mostrarán deprimidos al incorporarse tras las vacaciones.