Sigamos construyendo, querida Susana
Se escribe mucho últimamente sobre el futuro político de Susana Díaz. Pero la mayoría de los que escriben sobre esto no la conocen...
La política pasa por momentos extraños; los extremismos ya han entrado en la casa de todos con el consecuente embrutecimiento del noble oficio de la política. Decía Aristóteles en su Ética Nicomáquea que “el entendimiento es lo principal que hay en nosotros, y de las cosas que se conocen, las más principales son las que el entendimiento considera”, por esto es importante poner en valor figuras que propicien el entendimiento, que se dediquen a construir puentes más que a ser pertinaces en los intentos por derribarlos. Tener querencia por el entendimiento es una forma de ser, es un estilo de trabajo que repercute directamente en la paz social.
No está de más poner en valor hoy la figura de Susana Díaz. Vaya por delante que reconozco que siempre he tenido predilección por las mujeres progresistas que ejercen el poder, soy de esos hombres feministas que cuando han podido votar a una mujer para liderar un proyecto político lo han hecho. El feminismo como valor y como práctica: el empoderamiento feminista y femenino como forma de entender la sociedad y los liderazgos. Así lo entiendo yo. Los grandes partidos españoles se han resistido a los liderazgos femeninos sistemáticamente, por eso creo que no está de más poner en valor la biografía política de aquellas mujeres que han ejercido el poder y no han pedido perdón por ejercerlo.
Conozco a Susana Díaz; no soy objetivo ni pretendo serlo. La he visto preocuparse por sus vecinos, pero preocuparse de verdad, sin cámaras ni notas de prensa. La he visto defender y aplicar el implante bicoclear o afianzar la diversidad sexual y la educación en valores en la Junta de Andalucía. Y la he visto, de cerca, ejercer el poder con responsabilidad, con diligencia, con entusiasmo y, sobre todo, con un enorme y hondo sentido de la justicia social. Nadie es perfecto, y espero que nadie pretenda serlo, pero yo estaba más tranquilo cuando Susana Díaz era la presidenta de la Junta de Andalucía.
Muchos la conocéis en la faceta política, yo también la conozco en el trato personal. Y por eso me parece de justicia reivindicar su figura y su proceder en política. Es habitual comprobar cómo los políticos están más preocupados de la foto que de lo que pasa después de la foto, más pendientes del foco mediático que de los problemas reales de la gente; por eso creo importante poner en valor que Susana es justamente lo contrario: una política honesta, capaz de anteponer el interés colectivo al interés personal.
Se escribe mucho últimamente sobre el futuro político de Susana Díaz. Pero la mayoría de los que escriben sobre esto no la conocen; no conocen la capacidad de resistencia, la capacidad para tejer redes y ampliar afectos que posee Susana Díaz. La he visto enfrentarse al machismo más atroz y a la derecha más reaccionaria. La he visto pelear y sonreír ante la adversidad. En estos tiempos en los que las lealtades son un mercado persa y en los que los afectos son cada vez más líquidos, quiero poner en valor, oportunamente, lo contrario; quiero evidenciar mi cariño por Susana Díaz y quiero explicitar mi afecto por ella. Hoy y siempre estaré, como siempre, defendiendo lo que quiero y lo que creo, en tiempos difíciles y en tiempos en los que todo va de cara, seguiré defendiendo el valor de la lealtad, de la amistad y del afecto. Sigamos construyendo sociedades mejores, Susana, amiga, compañera.