Si mis padres no me hablaron de sexo, ¿por qué lo voy a hacer yo?
Cuando su abuela dijo que nunca había tenido un orgasmo, sintió pena por ella. Esa voz la acompaña. ¿Cuántas mujeres no lo han experimentado? ¿Por qué ha ocurrido esta tragedia? ¿Tan ciegos estamos que no vemos las dudas que sienten nuestros hijos y su enorme curiosidad por el sexo y el cuerpo desde bien pequeños? Apañados vamos si creemos que basta con explicarles en la adolescencia que existe una cosa llamada preservativo y que es importante que lo utilicen para unas relaciones sexuales sanas. En la adolescencia ya no querrán preguntarnos, dejaremos de ser sus referentes.
Pero no basta que esas relaciones sean sanas, deben de ser conscientes, libres y basadas en el respeto. Hay dos cosas a tener en cuenta al hablar de educación y que vale para casi todo. Trasladamos a los hijos cómo vemos el mundo, y eso incluye la propia relación que tengamos con el sexo. La pregunta es, ¿cómo de saludable es nuestra propia vida sexual? Luego está la mochila de cada uno. Si a nosotros no nos hablaron del tema, ¿por qué íbamos a hacerlo ahora? Es más cómodo estar calladitos. También nos enseñaron a eso.
La confesión de esa abuela no cayó en saco roto. Su nieta Carla Trepat dio respuesta en forma de libro, El tesoro de Lilith, a las inquietudes de padres e hijos. "A muchos nos educaron con una carga religiosa y es lógico que nos cueste según qué. Por eso opté por alegorías y metáforas a la hora de afrontar el libro. Las mariposas, por ejemplo, significan el placer que sentimos. Es otra forma de contarlo que sirve desde los cero hasta los 100 años", explica.
Carla sostiene que el clítoris es un órgano sexual clandestino. Les hablamos de la vulva, la vagina o el pene, pero el clítoris permanece en un limbo a la espera de ser descubierto. Eso en el mejor de los casos. En 30 países la mutilación genital femenina es una práctica habitual. Acabar con el placer es el objetivo y muchos padres están convencidos de que la ablación preserva el honor de sus hijas. Las consecuencias para la vida de la mujer van más allá de su vida sexual. Cada año son mutiladas tres millones de niñas en todo el mundo, según la Organización Mundial de la Salud.
"El tabú más grande está en el sexo femenino, que ha sido castrado. Era un poder muy grande y se impuso el patriarcado", explica Carla, convencida de que ese patriarcado niega todo lo que hace fuerte a la mujer.
"Las niñas tienen que conocer su cuerpo, además les interesa un montón. Hay que hablarles, pero sobre todo, escucharles. Estar atentos a sus inquietudes, ver dónde tienen esa curiosidad. A veces preguntan de una forma indirecta. También se puede aprovechar ocasiones. Cuando estás en el campo y ves a dos animales haciéndolo. Cuando era pequeña y me tocaba pensaba, ¿por qué los adultos no nos han contado nada de esto que estoy descubriendo? Había silencio. Tenía una fuerte contradicción interna", cuenta Carla.
Nunca encontramos tiempo para casi nada y las preocupaciones por nuestros hijos y su futuro son tantas que abruman. Nos olvidamos del presente. Del ahora. Y ese es, posiblemente, el secreto para establecer una relación de confianza con ellos que perdure. Si no hay confianza, no hay comunicación. Escuchar más y hablar menos. En la mayoría de las ocasiones, el ejemplo es más que suficiente. Y si no es diferente lo que digo y lo que hago, ya hay mucho ganado.
Le piden a Carla que escriba un libro de la misma temática para niños varones. Dice que no podría, que no se siente igual de cercana a lo que puedan sentir, pero les recomienda El tesoro de Lilith para que conozcan más de la sexualidad femenina. Necesario desde que son pequeños.
Tener un orgasmo habla de la propia experimentación, de amarse a uno mismo, de la confianza que tengamos con la pareja para decirle toca aquí o aquí no. "Mis padres nunca me hablaron de la sexualidad ni de la menstruación. Hay caos en la comunicación con los hijos, no sabemos cómo acompañarlos ni qué hacer", asegura. Se hace camino andando. La guía didáctica del final del libro a cargo de Anna Salvia es maravillosa para conocer más sobre la propia sexualidad femenina y ser capaces de dar respuestas a nuestros hijos .
El tesoro de Lilith puede ser un comienzo, una semilla que germine, una forma de hablar de las cosas, de sentir que sentir no es malo pero siempre desde el respeto a uno mismo y a los demás. Si no hay conocimiento, estamos abocado a la confusión. Y esto, en materia de sexo, es especialmente peligroso. En Finlandia, cuyo sistema educativo es envidiado, dan clases sobre sexualidad desde bien pequeñitos. Sin tabúes. En Noruega, emiten programas en la televisión en los que se explica cómo es el paso de la niñez a la edad adulta. Sin tapujos. Con ciencia. Ahí dejo la idea para productores audiovisuales y jefes de programación de las cadenas por si lo quieren hacer en España.
Capitulo aparte merece la menstruación que también aborda El tesoro de Lilith. "Tenemos una relación catastrófica con ella. Es algo que nos acompaña buena parte de la vida y que forma parte de nuestra naturaleza femenina. De hecho, gracias a ella sobrevive la humanidad. ¿Qué hace entonces que nos sintamos tan mal? La menstruación está estigmatizada, escondemos las compresas y si manchamos algo sentimos vergüenza. En cambio, si se cae el vino en un mantel, exclamamos, ¡alegría! ¿Cómo es posible?", asegura. El libro Luna roja, de Miranda Gray, abrió la mirada que Carla tenía sobre su propia menstruación.
Francés, alemán, italiano, portugués, checo, polaco, inglés, euskera y catalán son algunos de los idiomas a los que ha sido traducido el libro de Carla Trepat. Un tesoro, el de Lilith, que es el de todas, el de nuestras abuelas y el de nuestras nietas. Porque más nos vale a todas no morir sin haber sentido antes el placer del orgasmo.