Sevilla son tres viajes
Sevilla requiere como mínimo tres viajes a lo largo de una vida; uno en Semana Santa, otro en la Feria de Abril y un tercero en cualquier otra época del año.
Si te gusta el deporte de riesgo, tu primer viaje hazlo durante el mes de agosto. La Titan Desert te parecerá un relajante spa comparado con un paseo por la explanada de la Giralda a las cuatro de la tarde. Lo importante de esta primera visita es no hacerla coincidir con los dos eventos cumbres de la ciudad.
La Sevilla monumental en inagotable. Te lleva un día ver la Catedral, la Giralda y los Reales Alcázares. El parque María Luisa con su Plaza España es otra visita obligatoria. Perderse por las callejuelas de su zona centro, el barrio de Triana, el parasol de las setas, la Maestranza, la Torre del Oro... ¿seguimos? Pues seguimos, porque Sevilla merece pasar unas cuantas horas tomando tapas en sus bares y terrazas, por no hablar de sus espectáculos en vivo de flamenco.
La segunda visita hay que hacerla en Semana Santa. No importa lo religioso que seas. Hay que vivir el sentimiento que esta ciudad tiene por sus procesiones. Si estando me medio de una procesión escuchando una saeta no se te acartona la piel y se te erizan los pelos, lo mejor es que subas al platillo volante y regreses de donde viniste. Desde luego no eres de este mundo.
Por último está la Feria de Abril. Sólo por ver el ambiente y los trajes de flamenco que desfilan por toda la ciudad bien vale la tercera visita a Sevilla. A la feria se viene a divertirse, así que lo mejor es que te metas en alguna hermandad y simplemente te dejes llevar por la inercia de unos días donde la alegría y el compadreo se escribe con mayúsculas.
Estas son los tres viajes toda persona ha de hacer a Sevilla a lo largo de su vida. Claro que si eres como yo, de los que sentimos devoción por esta ciudad, bien sabes que nunca la siguiente visita será la última. Sevilla es una ciudad a la que siempre regresamos.