¿Seguirá Corea del Sur los pasos de Filipinas?
El presidente de Filipinas Rodrigo Duterte dijo recientemente que tomó la decisión correcta al reactivar las relaciones con China, seriamente dañadas durante el mandato de su predecesor Benigno Aquino III. El principal exponente de ese deterioro fue el dictamen de la Corte Permanente de Arbitraje de La Haya, que rechazó las pretensiones chinas en las disputas que les enfrentan en el Mar de China meridional. Pero Duterte, con ese as en la manga, decidió pasar página. En octubre pasado, el presidente filipino hizo una visita de cuatro días a Beijing. En menos de 6 meses, China importó más de 200.000 toneladas de frutas tropicales de Filipinas y unos 1.000 grupos de turistas chinos visitaron el país.
Claro que no todo va sobre ruedas. Hace unos días, el ministro de Comercio chino decidió aplazar una visita a Manila como protesta por el papel de Filipinas en una reciente cumbre de la ASEAN –que preside actualmente Manila- donde se condenó la militarización que China está llevando a cabo en algunas islas. También provocaron roces las declaraciones del ministro de defensa Delfín Lorenzana, quien manifestó preocupación por el paso de embarcaciones chinas cerca de Benham Rise, una zona en disputa pero que Manila considera bajo su soberanía. En cualquier caso, minucias en relación a la tendencia general a un acercamiento basado en aparcar los contenciosos y centrarse en el beneficio mutuo. Un año atrás, nadie hubiera apostado por un cambio tan radical. Finalmente, el ministro de Comercio chino visitó Manila para reunir la comisión bilateral conjunta por primera vez en un lustro.
¿Seguirá Corea del Sur el mismo camino? Tras su convulso mandato, la presidenta Park Geun-hye fue destituida de su cargo al ratificar el Tribunal Constitucional la medida adoptada previamente por el parlamento. En los últimos meses, las relaciones sino-surcoreanas se han complicado en virtud del despliegue en su territorio del THAAD (Terminal High Altitude Area Defense), un avanzado escudo antimisiles que EEUU instala en la península a pesar de las reservas expresadas por Beijing y Moscú. Con el THAAD, Washington consigue tener bajo vigilancia vastas porciones del territorio ruso y chino.
El consentimiento y aval de Seúl a este proyecto, con la excusa del repunte de las tensiones con Pyongyang, ha deteriorado en grado sumo las relaciones bilaterales. Beijing ya avisó de la congelación de los intercambios económicos y comerciales entre ambos países. La feliz entente Seúl-Washington ha dado alas a Pyongyang para persistir en su programa nuclear y de misiles en una espiral ascendente de complejo final.
La presidenta Park Geun-hye exhibió una peculiar beligerancia con el Norte, una táctica cuyo balance es conocido. La paz y la seguridad parecen estar más lejos. El líder norcoreano se siente a gusto en tal escenario, pues le permite galvanizar el país y enrocar su régimen.
En los próximos dos meses habrá elecciones en Corea del Sur. El expresidente del Partido Democrático, Moon Jae-in encabeza los sondeos y puede tomar otro rumbo, más inclinado al diálogo en línea con la Sunshine Policy, lo que reduciría también tensiones con China. Moon fue jefe de gabinete del presidente Roh Moo-hyun. A este le sucedió Lee Myung-bak, quien dejó atrás una década de políticas de distensión para defender una línea más dura.
La Sunshine Policy fue la política exterior de Corea del Sur hacia Corea del Norte de 1998 a 2008. Tras su articulación por el presidente surcoreano Kim Dae-jung, dio lugar a un mayor contacto político entre los dos Estados y algunos momentos históricos en las relaciones intercoreanas como las dos cumbres celebradas en junio de 2000 y octubre de 2007, inversiones de alto perfil y reuniones de miembros de la familia separados por la guerra de Corea. En 2000, Kim Dae-jung fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz por la exitosa implementación de esta política.
China pidió la suspensión simultánea de los ensayos de misiles por parte de Corea del Norte y de las maniobras militares Corea del Sur-EEUU. El secretario de Estado Rex Tillerson visitará Japón, Corea del Sur y China este mes para reforzar alianzas y quizá tranquilizar a Beijing.
Enfriar las tensiones, retomar el diálogo hexagonal para la desnuclearización de la península y poner coto a la militarización de la zona invirtiendo la tendencia de los últimos años es un imperativo que deberá afrontar quien suceda a la destituida Park. También el despliegue del THAAD. Corea del Sur podría seguir los pasos de Filipinas.