Salvador Sobral: "El jazz es como el tabaco y la cerveza; al principio es raro y después te encanta"
El ganador de Eurovisión 2017, estrella en el festival de jazz de San Sebastián, habla del público español, de Amaia de 'OT' y de su trasplante de corazón.
Es viernes 27 de julio y Salvador Sobral tiene el tiempo justo para aterrizar en San Sebastián desde Murcia (donde actuó en el festival La Mar de Músicas), ir al hotel a dejar la maleta, comerse unas costillas —"como nunca he probado en mi vida", dice— y atender a los medios en una rueda de prensa antes de poder digerirlas. "Si tengo algo en los dientes, por favor, quítenlo con Photoshop", bromea el portugués.
Él, que se define como "músico de jazz", no se habría imaginado actuando en uno de los festivales más importantes de este género si alguien se lo hubiera dicho hace unos años, cuando tocaba en bares cutres de Mallorca durante su año Erasmus. Igual que nadie se habría creído que un ganador de Eurovisión fuera uno de los platos fuertes de la 53ª edición del Festival de Jazz de San Sebastián, hoy bautizado como Heineken Jazzaldia.
Allí, ante una Plaza de la Trinidad abarrotada, sorprendió y emocionó a partes iguales. Hubo carcajadas cuando coló el nombre de Rajoy en medio de una improvisación de jazz, y hubo piel de gallina y lágrimas cuando, como bis, cantó el Txoria txori de Mikel Laboa, un "himno a la libertad con mucho significado para los vascos", como describió una de las espectadoras completamente emocionada.
Cantó en euskera, pero también en español, en inglés, en portugués y hasta en italiano. "El idioma es la música y no la lengua. Todas son legítimas para cantar", reflexionaba ante los periodistas un día antes de dar su gran concierto. "El euskera es lindísimo, me enseñaron una canción preciosa", dejaba ya entrever sin llegar a desvelar "la sorpresa" que tenía guardada. "Y el español también, me encanta para cantar boleros".
Su amor por España no sólo se debe a la lengua —que habla a la perfección— y a la música, sino también a la gente: "Siempre me han recibido muy bien. En Cataluña, en la Comunidad Valenciana, en Andalucía... Si hay algo que tiene en común el público español, aunque no gusten las generalizaciones, es cómo recibe a los artistas, de una manera muy cálida, con muchas ganas de escuchar, muy abierto a lo que pueda pasar".
Tanto da de sí el amor de Salvador Sobral por lo español que se llegó a decir que quería tener un corazón andaluz cuando hace unos meses se sometió a un trasplante por una dolencia cardíaca. Aunque no es del todo falso, esas no fueron sus palabras, y el cantante lo aclara. "En realidad no dije eso, ya sabes cómo son los periodistas", lanza entre risas. "Dije que mi corazón podría ser andaluz porque en un momento dado los médicos me explicaron que harían una llamada ibérica, ya que la situación era tan grave que no bastaba con buscar sólo en Portugal. La llamada se hizo a toda la Península Ibérica, pero tenía que ser de un lugar cercano a Portugal, porque el corazón sólo se mantiene trasplantable durante un tiempo, y me dijeron: 'Quizá es de Andalucía'. Por eso comenté al periodista que podría ser de allí. Como de momento va bien, a mí me da igual si es andaluz, catalán o vasco".
Después de esa dura experiencia, el artista dice sentir a día de hoy "muchísima energía", a veces incluso "una histeria" que contagia a toda su banda, compuesta por Júlio Resende al piano, André Rosinha al contrabajo y Bruno Pedroso en la batería. "Estamos tan felices de actuar aquí que sentimos un poco de histeria colectiva. Espero no transmitírsela a la gente".
Para Sobral, el Heineken Jazzaldia es "el bolo que más ilusión [le] hace desde siempre", sobre todo "por el cartel". "Es a la vez intimidante y un honor. Es un honor intimidante", reflexiona el cantante. Él, que es consciente de que muchas personas consideran el jazz algo inaccesible, recomienda acercarse a esta música empezando por Chet Baker: "Es una puerta de entrada buenísima, con él te enamoras a la primera". "Es un jazz soft, accesible. Yo empecé escuchándolo a él", reconoce. "Luego me puse a [John] Coltrane y pensé 'esto es tralla, ¿cómo es posible?'. Después, cuando sigues escuchando, te das cuenta de que es como el tabaco y la cerveza. Al principio es raro y después te encanta. Es un gusto adquirido", afirma.
Sobral siente la música de una manera muy especial y a la hora de cantar no necesita más inspiración que sus propias vivencias: "Desde una enfermedad loca hasta las costillas que me acabo de comer, todo vale". El músico admite que sigue tocando en bares —"pero ahora no se lo cuento a nadie, no lo anuncio"— y que a veces siente que estos tienen "más encanto" que un gran auditorio repleto de gente.
En cuanto a su relación con Eurovisión, festival que ganó en 2017 y que se convirtió en la etiqueta que llevará toda su vida, el portugués la describe como "de amor-odio". "No estaría aquí si no fuera por Eurovisión, así que no puedo ser mal agradecido, como decimos en portugués", cuenta. Además, la canción vencedora que su hermana Luísa Sobral compuso para él, Amar pelos dois, sigue haciéndole sentir orgulloso: "Muchos músicos de jazz en Portugal me decían: '¡Ganaste por nosotros, fuiste por nosotros!'. Y eso para mí es muy valioso; prefiero mil veces agradar a un músico de jazz que a las no sé cuántas personas de Eurovisión". En el concierto del sábado en San Sebastián no faltó esta canción y el público lo agradeció. "En España la cantan como si fueran portugueses", celebra Sobral.
¿Y qué opina el artista de los últimos representantes de España en Eurovisión? "De Alfred no conozco mucho, pero la chica me parece una músico interesante, toca el piano y es supermusical", responde. "Ella no es de esas cantontas, como dicen. Es un músico de verdad", sostiene el cantante en referencia a Amaia, ganadora de la última edición de OT. "Mi hermana me la mostró cuando hizo de jurado en Operación Triunfo. Y la verdad es que tocaba y cantaba superbién", señala.
Amaia Romero no es la única cantante española que admira Salvador Sobral. Su "artista preferida" es Sílvia Pérez Cruz, con la que el portugués colaboraría encantado, "aunque hacer un dueto no es fácil, porque los artistas pop se han empeñado en que sean horteras", comenta entre risas. "Ahora conseguir que un dueto no sea hortera es un challenge", zanja.