Regresa la Navidad, pero no nuestros jóvenes
El pasado 18 de diciembre no solo fue un día de antesala de la Navidad, de celebraciones con amigos y compañeros, de felicitaciones y compras. En mitad de la vorágine navideña y del fin de la campaña electoral catalana, apenas tuvo repercusión que ese día se conmemoraba el Día Internacional del Migrante.
Aunque, por desgracia, en nuestro país cuando llegan estas fechas no necesitamos que ningún Día Internacional nos recuerde la ausencia de miles y miles de jóvenes emigrados en los últimos años por falta de oportunidades laborales. La sentimos y sufrimos en nuestras carnes.
Porque llega la Navidad y llega la Nochebuena a casa de Pilar, pero su hijo Diego no está porque la empresa alemana de productos químicos en la que trabaja, por fin de lo suyo, no le ha dado unos días de permiso. También llega la Navidad a la vida de Pablo, pero su novia Lucía está en Manchester trabajando y no tiene dinero para venir. Y llega a la de Paula que tendrá que tomarse las uvas por skype con su hermano Alejandro, que está en Austria en un proyecto de investigación. Y tampoco están Edurne, ni Laura, ni Jordi, ni Daniela.
Son innumerables los hogares con hijos, hermanos, o parejas ausentes, precisamente en los días en los que hay más necesidad de contar con su presencia. La Navidad regresa a todas las casas, fiel a su cita, pero nuestros jóvenes no. Las cifras provocan escalofríos y tristeza, mucha tristeza: casi 2,5 millones de personas han emigrado fuera de nuestro país, de las que más de 750.000 son menores de 30 años, la generación más preparada de nuestra historia.
Pero en este punto surge una pregunta inevitable: ¿cómo es posible que estos jóvenes no regresen a España si, como repite Rajoy, España es líder en creación de empleo?
La respuesta es muy sencilla, y también sirve para explicar otros problemas graves de nuestro país, como el mantenimiento de la desigualdad, de la pobreza, del desempleo o incluso del vaciamiento de la hucha de las pensiones: porque el empleo que está impulsando el gobierno de Rajoy es precario, temporal, parcial, de baja cualificación y con salarios bajo mínimos. Se trata de puestos de trabajo de mala calidad que no conceden dignidad a las personas ni sirven a los jóvenes para llevar a cabo un proyecto de vida viable ni mínimamente estable.
Por esto ni Diego puede ver a su madre Pilar, ni Lucía a Pedro, su novio, ni Alejandro a su hermana Paula estas navidades. Ni tampoco regresan Edurne, ni Laura, ni Jordi, ni Daniela ni tantos otros. Por eso aquí no regresa nadie.
Lo peor que podemos hacer es terminar resignándonos a estas ausencias. Normalizar esta anomalía como si fuese un atributo típico de la Navidad como pueden ser las compras, las cenas, la lotería o al recuerdo de los seres queridos fallecidos. Si bien es cierto que trabajar y vivir en el extranjero es una experiencia positiva para cualquier persona, especialmente para los jóvenes, la realidad es que la mayoría de los jóvenes españoles se van por falta de oportunidades aquí, y no regresan por lo mismo aunque quieran.
Los socialistas no podemos aceptar esta situación, no podemos quedarnos impasibles viendo cómo la macroeconomía mejora pero las personas están igual de mal o peor mes tras mes, año tras año y Navidad tras Navidad. La política debe ser una herramienta para mejorar la vida de las personas, su día a día, y no solamente para cuadrar una cuenta de resultados que además nadie nota.
Por ello venimos exigiendo al gobierno que derogue la nefasta Reforma Laboral del año 2012, que abandone las políticas kamikazes de austeridad y que ponga en marcha políticas reales y efectivas de retorno, no parches. Otras medidas necesarias serían también el pleno desarrollo del Estatuto de la Ciudadanía Española en el exterior, la eliminación del voto rogado o la articulación de una política integral en materia de retorno.
Algo extremadamente importante se está haciendo muy mal por parte del gobierno de Mariano Rajoy, que debe tomarse este tema muy en serio y comenzar a tomar medidas de manera inmediata. Porque nos estamos jugando nada más y nada menos que nuestra viabilidad económica y el modelo de sociedad que queremos para el futuro inmediato de nuestro país.