La épica puede a la lógica: Nadal, lesionado, se mete en semifinales de Wimbledon tras otra exhibición
El manacorí tumba a Fritz en cinco sets y más de cuatro horas después tras recuperarse de fuertes dolores en la zona abdominal que le tuvieron al borde del abandono.
Da igual que hiciera tres años que no pisaba Wimbledon, da igual que llegase sin apenas prepararse sobre hierba, da igual que se lesionase durante el partido. Y por supuesto, da igual que se viera contra las cuerdas a un solo juego de la derrota en el cuarto set. Porque es Rafa Nadal. Y eso va en contra de toda lógica.
El manacorí se ha metido por la puerta grande en semifinales de Wimbledon al resistir y superar en cinco sets y 4h21′ al más que correoso Taylor Fritz, por un 3-6, 7-5, 3-6, 7-5 y 7-6 (10-4) que da muestra de lo visto en la central de Londres. Un duelo bestial en el que Nadal tuvo que marcharse unos minutos por unas fuertes molestias en la zona abdominal.
Los dolores, que arrastra desde rondas previas, pusieron en duda su continuidad, incluso su padre le pidió que abandonara. Pero el hilo salió díscolo y, un larguísimo rato después, ya está en semifinales. Su cara, nada más acabar, no era precisamente de euforia; era sabedor de que pese a su exhibición, está muy tocado. “Algo tengo”, se ha limitado a decir en su breve discurso de victoria. Ahora, en semifinales espera el peculiar Nick Kyrgios. Nadal tiene 48 horas para intentar recuperarse.
El comienzo de Nadal fue fulgurante, pero del 3-1 inicial se pasó al 3-6 con un bajón duradero que parecía no tener respuesta en esos instantes. La explicación llegó en la segunda manga. De nuevo fuerte en el inicio, el español se adelantó 3-0 y, de pronto, otro hundimiento aprovechado por Fritz para igualar el marcador. Por entonces, las molestias abdominales ya eran evidentes y, tras ponerse 4-3, Nadal pidió ayudo al médico.
Instantes después se marchó a vestuarios. En las gradas, su padre y su hermana le pedían que se retirara, sabedores de la situación. Pero tras unos minutos, volvió y cómo volvió. Fritz, entre sorprendido y superado, terminó claudicando 7-5 en ese segundo set.
Su debilidad física era evidente, especialmente al saque. Dos roturas del estadounidense decantaron pronto el tercer capítulo. Nadal estaba contra las cuerdas, pero le dijo al fisio “voy a esperar”. Lo de abandonar él no lo lleva bien. Se reactivó al comienzo del cuarto, capaz incluso de hacerle un break a su rival, aunque Fritz empató a cuatro y llego a ponerse 5-4. Un fallo del balear en su saque significaba su adiós, pero no falló. Un gran juego para empatar otra vez, hasta llevar el duelo a su terreno. 7-5 y todo quedaba para el quinto y último set.
Este fue una montaña rusa, al límite de lo emotivo y lo físico. Los seis primeros juegos se sucedieron con relativa normalidad, si es que cabía eso a estas alturas. En el séptimo, Nadal logró romperle el saque a Fritz, pero nadie lo daba por hecho. El americano respondió por el mismo palo. 4-4 y volver a empezar. De ahí al 5-4 y toda la presión al español, que no falló al servicio y alargó el partido, ya por encima de las cuatro horas.
La resolución, no cabía más tensión, llegó con el super tie-break, a diez puntos, no a siete. Quizás fue el momento más tranquilo del partido. Rafa Nadal, lastrado, dolorido y posiblemente roto, se lanzó y llegó a ponerse 9-3, con seis bolas de partido. Le valió con la segunda. Había hecho historia, más allá de que hubiese ganado ‘solamente’ otro de sus muchos partidos de cuartos en un Grand Slam.
Por cierto, si la salud le da, está a dos partidos de su 23º grande...