Puigdemont rebaja las expectativas del independentismo y deja la DUI en suspenso
El president declara la independencia pero la deja en ‘stand by’ a la espera de una solución acordada en una jornada surrealista en el Parlament.
Cuando parecía que ya estaba todo visto en Cataluña, el Parlament y sus alrededores han vivido este martes una jornada kafkiana que será difícil de olvidar. Las especulaciones sobre si el president de la Generalitat, Carles Puigdemont, iba a declarar la independencia se han mantenido durante una tarde fatídica en la cámara catalana. Finalmente el president ha declarado la independencia, pero cinco segundos después la ha dejado "en suspenso" para "llegar a una solución acordada". El Procés sigue en stand by, sin avanzar ni retroceder, y los "días históricos" se suceden sin que haya cambios sustanciales.
La expectación en el Parlament era insólita. Mil medios acreditados, prensa de todos los países, la cámara blindada por los Mossos d'Esquadra y decenas miles de personas (30.000 según la Guardia Urbana) concentradas en sus aledaños, esperando una independencia que iba a ser transmitida por una pantalla gigante. El expresident Artur Mas, su vicepresidenta cesada Neus Munté, el exalcalde de Barcelona Xavier Trias, el que fuera portavoz del PDeCat en el Congreso Francesc Homs, Jordi Sànchez (de la Assemblea Nacional Catalana, ANC), Jordi Cuixart (de Òmnium)... La plana mayor del independentismo ha acudido a una cámara donde se esperaba una jornada histórica en la que se iba a declarar la independencia de Cataluña.
La primera sorpresa de la tarde ha llegado a la misma hora en que tenía que empezar el pleno. Puigdemont se ha encerrado en su despacho y ha solicitado aplazar durante una hora la sesión. En ese momento las especulaciones y el caos se han adueñado de los pasillos. Xavier García Albiol (PP) ha asegurado a los periodistas que el pleno se había parado porque habían presentado una petición de reconsideración junto a Ciudadanos. Fuentes de Junts pel Sí aseguraban que el motivo era la presión internacional y una "petición de mediación" llegada de fuera. Nada más lejos.
La realidad era que Puigdemont estaba reunido con la CUP, que se había mantenido en silencio durante toda la jornada y estaba en profundo desacuerdo con el discurso del president. Los anticapitalistas no han querido ni siquiera tener conversaciones informales en los pasillos durante toda la tarde. Posteriormente se ha visto que no podían opinar porque no sabían qué iba a decir el president. Fuentes de la izquierda independentista han reconocido al final de la tarde que no habían podido leer el discurso de Puigdemont hasta una hora antes del pleno.
La reunión entre Puigdemont y la CUP ha sido muy tensa y los anticapitalistas no han escatimado en reproches al president. La propuesta de hacer una declaración de independencia suspendida no ha gustado nada a los antisistema, que han advertido a Puigdemont de que "iban a hacer el ridículo". A falta de pocos minutos para las 19.00 horas, han finalizado el encuentro y se han dirigido hacia el hemiciclo. Las caras de los diputados de la CUP eran un poema.
Mientras, la expectación era máxima fuera de la cámara. Los Mossos d'Esquadra que protegían el Parlament no se despegaban de la radio y la euforia iba creciendo en la concentración organizada por la ANC, cuyos manifestantes seguían por TV3 lo que pasaba en el interior de la cámara.
Y EMPEZÓ EL DISCURSO
Con una hora de retraso, el president ha empezado su discurso. Puigdemont ha subrayado el "momento excepcional" que vive Cataluña y ha hecho un recordatorio de las circunstancias que, según él, han llevado a los catalanes a la situación actual. El president ha recordado los recortes que sufrió el Estatut y que este obtuvo menos votos a favor (1.899.000) que la independencia en el referéndum del 1 de octubre.
Puigdemont ha insistido en que desde Cataluña se ha pedido un referéndum pactado y ha recordado el apoyo que tiene esa vía entre los catalanes. También ha pedido tranquilidad ante el cambio de sede social de muchas empresas y se ha permitido ironizar sobre "los 16.000 millones de euros de los catalanes" que "cambian de sede social cada año", en referencia al falso déficit fiscal de Cataluña respecto al resto del país. A pesar de la gravedad de la situación, incluso ha arrancado algunas risas de varios diputados de la oposición.
El discurso iba in crescendo hasta que ha llegado a su clímax: "Asumo el mandato del pueblo para que Cataluña se convierta en un Estado independiente en forma de República". Los diputados de JxS se han puesto a aplaudir. En una de las múltiples salas que se han habilitado en el Parlament, la gente también se ha levantado eufórica de sus asientos. Supuestamente, se acababa de declarar la independencia de Cataluña. La alegría, sin embargo, ha durado cinco segundos. El president ha matizado a continuación que dejaba esa declaración "en suspenso". El mensaje ha caído como un jarro de agua fría entre los presentes. La decepción en una parte del independentismo era notoria al fin de su discurso.
Los diputados de la CUP ni siquiera han aplaudido a Puigdemont. Sus caras lo decían todo y las sonrisas entre los diputados constitucionalistas eran igual de elocuentes. Fuera del Parlament, los concentrados han cambiado de expresión en pocos segundos. "Como cuando se celebra un gol y luego lo anula el árbitro", explicaba apenado un manifestante.
Al acabar el discurso de Puigdemont, muchos de los concentrados han optado por irse a su casa, en una procesión de manifestantes alicaídos por las calles de Barcelona. Algunos trataban de esconder su indignación. "Ha sido un discurso brillante", aseguraba Ignasi. "Pero estamos repitiendo el error que hemos cometido siempre los catalanes: que en el último momento nos tiemblan las piernas". Otras como Gemma, llegadas desde Tàrrega (Lleida), aseguraban que la intervención había sido "fascinante y emotiva", pero reconocía que se iba para su casa un poco antes de lo previsto.
La sensación que corría este martes en buena parte del independentismo era de decepción. En otros ámbitos, sin embargo, se ha recibido la noticia con tranquilidad después de unos días de vértigo en los que parecía que Cataluña entraba en una fase de conflicto desconocida.
El Govern ha trasladado la pelota al tejado del presidente del Gobierno central, Mariano Rajoy, esperando una negociación o un gesto que parece que no va a llegar. El procés no ha acabado y mantiene el apoyo de una parte importante de los catalanes, pero la grieta que se ha abierto hoy entre los partidos independentistas será difícil de coser. Como aseguraba un manifestante que se iba para casa decepcionado, "solo la represión de Rajoy puede volver a unir al bloque independentista".