"Preparémonos para cualquier cosa"
Los bloques parecen más compactos que nunca. Sánchez con Podemos, ERC, Bildu y PNV; Feijóo, obligado a entenderse con Vox si quiere sumar mayoría.
El clima de crispación y tensión era tal que el hecho de que en los últimos plenos no haya habido acusaciones de golpismo ni gruesas descalificaciones ha generado la sensación de que todo se ha calmado un poco. Tregua por Navidad. Si bien, el Parlamento sigue igual de fracturado y los puentes entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo completamente rotos. Así se desprende de sus últimas declaraciones públicas e informales, aunque ambos hayan apelado a la serenidad, quizá conscientes de que la calle está harta de la bronca que estaban ofreciendo sus representantes públicos.
El jefe del Ejecutivo encara el final del año exhibiendo robustez parlamentaria. Los números siguen de su parte por mucho que las medidas sean controvertidas. El jueves, día del sorteo de la Lotería Nacional, el Senado aprobó la derogación del delito de sedición y la reforma de la malversación. Sus socios de investidura le respaldaron una vez más y ningún socialista se saltó la disciplina de voto, a pesar de la enorme incomodidad de barones territoriales como Emiliano García Page o Javier Lambán. Esto es, Sánchez sufre para sacar adelante sus planes, pero los acaba aprobando sin más dificultad.
“Mi realidad es más compleja, yo soy presidente del Gobierno”, resumió en la tradicional copa de Navidad, en Moncloa. La seguridad con la que el presidente habla sigue sorprendiendo a sus interlocutores, como si lo tuviera todo controlado a pesar de las tremendas turbulencias de su mandato. “Yo estoy obligado a pactar”, se defendió, aunque sea con ERC y Bildu, formaciones de las que renegó antes de llegar al poder. Y a su juicio su gestión le avala. “Si preguntas a la ciudadanía te dicen que la gestión que se ha hecho de la pandemia, de la guerra y de la crisis económica es razonable”, afirman en Moncloa.
Según Sánchez, el PP ahora no quiere hablar de economía porque sus medidas están funcionando, como la excepción ibérica. Y todavía faltan las destinadas a abaratar la cesta de la compra, que llegarán con el último Consejo de Ministros del año. Dicho esto, los cálculos del Ejecutivo se han visto trastocados por el varapalo del Tribunal Constitucional, auspiciado por los de Feijóo, lo que obligará a habilitar el Congreso durante el mes de enero para tramitar por vía de urgencia su nueva reforma del Poder Judicial y el propio Constitucional.
En esta nueva semana de vértigo, el líder del PP le ofreció otra opción. Volver a los consensos de Estado y pactar con el PP, pero siempre y cuando dé marcha atrás en la sedición, la malversación y endurezca las consecuencias para quien pretenda hacer un referéndum ilegal. Con el Pedro Sánchez de 2019 podría perfectamente pactar la renovación del CGPJ, le vino a decir, toda vez se comprometió a todo lo contrario que finalmente ha acabado haciendo. “Al Sánchez de 2022 no le votaría ni el Sánchez de 2019”, remató Feijóo en su intervención más sólida en la Cámara Alta desde que es jefe de la oposición.
En privado, unos y otros admiten que no hay margen para el entendimiento. “Estamos en campaña, en tiempo de descuento. En mayo sabremos quién tiene visos de ganar en las generales”, en palabras de un veterano senador. La última vez que hablaron Sánchez y Feijóo fue horas antes de que la negociación del Poder Judicial saltara por los aires, a finales de octubre. En los fastos por el aniversario de la Constitución, el 6 de diciembre, ni tan siquiera se saludaron. “¿Cuál ha sido la aportación de Feijóo? No he visto nada”, se revolvió el jefe del Gobierno el jueves. En Génova lamentan que “nunca” ha querido pactar nada con ellos “salvo los jueces”.
Los bloques se muestran pues definidos a las puertas del año electoral. El PSOE con Unidas Podemos, ERC, Bildu, PNV y otros nacionalistas como socios preferentes, y el PP y Vox obligados a entenderse si quieren tener alguna opción de gobernar. Extremo que también se podrá comprobar en los comicios autonómicos y locales. “Si quiero ser presidente, necesito a Vox. Otra opción hoy por hoy es inviable. La clave estará en la diferencia de votos y en la negociación posterior. Tenemos que aprender de los errores que se cometieron en Castilla y León, cuando se negoció en un contexto difícil y de transición entre Casado y Feijóo”, según el análisis de un barón autonómico del PP que espera llegar a las instituciones en mayo.
“Ahora, a descansar un poco para lo que viene”, bromeaba un alto cargo de Génova. “Se puede rebajar el tono sin dejar de ser muy contundente en el fondo, como se ha demostrado”, incidió uno de esos diputados que, días atrás, se mostraba abochornado “por el espectáculo”. En toco caso, la autocrítica brilló por su ausencia a un lado y a otro del hemiciclo. Tanto Sánchez como Feijóo se ven cargados de razones para reivindicar su acción política y con opciones de victoria. Y así resume lo que está por llegar un destacado parlamentario: “Hay que armarse de paciencia. Aquí cada día es un mundo. Han pasado cosas que no creíamos que fueran a ocurrir. Todo es inédito y de alto voltaje. Preparémonos para cualquier cosa”.