'Premios Max 2017', los finalistas reales y los posibles
El teatro hecho en España tiene su fiesta anual y la celebra el lunes 5 de junio. Es la entrega de los Premios Max de artes escénicas. Este año se celebra en Valencia, en el Palau de les Arts, para premiar a los mejores espectáculos de 2016. Gala que se podrá seguir por La 2 aprovechando que ese día la mayoría de los teatros cierran, aunque, recuerden que no todos.
Allí estarán los productores de los tres finalistas a mejor obra de teatro del año. El Centro Dramático Nacional (CDN) con El laberinto mágico, Kamikaze y Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC) con Hamlet y Factoría Escènica Internacional con Només són dones (Solo son mujeres).
Todos ellos espectáculos que gozaron del interés crítico y del público allá donde se representaron. Pero que a lo mejor no les suenan porque el teatro, a diferencia del cine, no se multiplica en miles de pantallas. Porque el teatro se hace cada noche en un solo recinto, convocando a unos pocos. Necesita presencia y presente. Y en muchas plazas, en muchas ciudades o grandes pueblos solo están presentes un día, a lo máximo dos, posiblemente en fiestas, a no ser que se trate de Madrid o Barcelona.
El caso es que las finalistas son las que son. Y, sin haber visto El laberinto mágico de Max Aub, creo que si me hubieran preguntado lo hubiera tenido difícil para elegir tres, solo tres. Y posiblemente hubiera elegido otras en las que la calidad técnica apela, antes que a lo que ya se sabe o se (re)conoce, al misterio que somos los humanos, cada uno de nosotros.
Así, mi apuesta, sin dudarlo, iría por Todo el tiempo del mundo esa pequeña maravilla que Pablo Messiez estrenó en las Naves del Matadero cuando pertenecían al Teatro Español para contarnos que para vivir y amar hay que vivir y amar en presente. Un texto y una dirección que convirtió a su elenco en profesionales a los que seguir. Algo de todo esto lo han tenido que ver los votantes de los Max pues es finalista en la categoría de mejor producción privada.
También apostaría por Alarde de tonadilla. La historia de la copla que se puede ver todavía en el Tribueñe que sin ceder en sus presupuestos artísticos y estéticos respeta al respetable público. Y este se lo agradece con aplausos e impidiendo que la retiren del cartel siempre que anuncian que ya, que este fin de semana lo dejan, que es el último. Y entonces se produce la histeria y se agotan de nuevo las entradas. Y es que su director, Hugo Pérez de la Pica, conoce de lo que trata. Un conocimiento que supone amor, querencia y cuidado por la materia prima, por el espectáculo.
Y para completar el trío, seleccionaría Castigo ejemplar, yeah! de Iñigo Guardamino que se vio en los Teatros Luchana. Por su texto (sí, por ese endiablado texto), por su puesta en escena, por sus actores. Una obra que le dio el crédito suficiente a su autor y director para que nadie quisiera perderse su siguiente estreno.
Y me sentiría mal por haberme dejado el Proyecto Homero (Ilíada y Odisea) de La joven compañía que se estrenó en el Centro Cultural Conde Duque. Ya saben, esa compañía de la que siempre se habla cuando se quieren dar buenas y alegres noticias teatrales. Que con espectáculos para adolescentes de instituto, ha sabido captar la atención de estos, de los adultos y de colaboradores de lujo como, en este caso, a Guillem Cluá y al afamado Alberto Conejero.
Como me sentiría mal por haberme dejado los dos espectáculos que la Zaranda estrenó en Madrid: El grito en el cielo, que hicieron con su compañía, o La extinta poética, que hicieron con una compañía aragonesa. Espectáculos en los que siguen depurando sus negros, negrísimos, temas con gracia y con justicia poética.
En esa larga lista que me estoy haciendo incluiría La tempestad de Shakespeare con la que Alma Viva Teatro recaló en La Puerta Estrecha en el Festival Surge 2016. Una simbiosis perfecta entre espacio y montaje responsable de que lleve más de un año en esta sala en la que sigue agotando entradas con su buen hacer para disfrute de los espectadores y los profesionales. Un trabajo lleno de notas pop para que se entienda Shakespeare.
Por supuesto, no podría faltar el último gran montaje de Guindalera que recaló en los Teatros del Canal. Esas Tres hermanas chejovianas que Juan Pastor puso en escena con excelentes actores para detenernos en las palabras de su autor. Un dramaturgo del siglo XIX que sigue mandando mensajes al futuro. Es decir, a nosotros en nuestro presente. Contándonos como somos. Seres sujetos a los deseos y a los anhelos que tanto nos cuesta expresar, contar, mostrar. Conscientes de nuestra vulnerabilidad, pero sin saber cómo defendernos.
Y ya que estamos, añado Historias de Usera, el último gran montaje de La Zona Kubik, la empresa de Fernando Sánchez-Cabezudo. Historias de barrio, mitos de andar por casa, amores en zapatillas y de restaurante chino, de cervezas con los colegas, que clausuró este teatro de Usera y luego reventó las Naves del Matadero. Simplezas conmovedoras por su verdad y honestidad que están nominadas en la categoría de mejor producción privada.
Antes de acabar en algún lado pondría una mención especial para La Tristura y su Cine. Obra que estrenaron en el Festival de Otoño a Primavera de Madrid. Lo haría por su forma fresca, sencilla y rabiosamente contemporánea de decir, de contar, como si nada y desde esa sencillez transcender lo obvio y lo obvio es que a pesar de todo y de todos, nos resulta imposible no querernos los unos a los otros.
Que me perdonen el resto de las obras que he visto y que no reseño por un problema de lectura (los post largos no se leen, ese es nuestro mundo). También las que no he llegado a ver por tiempo o por espacio, al estar lejos de donde vivo. Sé lo difícil que resulta montar algo, mostrarlo en escena, para que luego ni si quiera te saquen en la foto. Sean pacientes con nosotros, sus críticos espectadores, que somos en tiempo, memoria, espacio y presupuestos limitados. Eso sí, sigan "dándonos pal pelo", es decir, situándonos en las butacas y en el mundo, pero el lunes 5 gane quien gane, descasen, disfruten, pásenselo bien, pues es simplemente una fiesta, otra fiesta de esas vanidades humanas de las que tanto saben.