Al PP se le atraganta ya el Gobierno con Vox en Castilla y León y crece el miedo ante la misma fórmula en Andalucía
Las palabras de García-Gallardo incendian a buena parte de los populares en plena precampaña andaluza.
Hay una sensación que se extiende muy rápidamente y entre amplios sectores del PP durante las últimas horas: preocupación por el Gobierno de coalición con Vox en Castilla y León, con una brecha creciente entre Alfonso Fernández Mañueco y Juan García-Gallardo, y temor ante la posibilidad de que se tenga que repetir esa misma fórmula en Andalucía tras el 19-J.
Así lo confiesan en privado varios dirigentes y parlamentarios populares consultados por El HuffPost. Unas sensaciones que se han acrecentado de manera exponencial después de la incendiaria sesión de control de las Cortes de Castilla y León de este martes. Con un momento que ha traspasado muchas líneas: la contestación del vicepresidente autonómico, de Vox, a una diputada con discapacidad del PSOE.
El propio gesto de Fernández Mañueco lo decía todo, llegándole a apagar el micrófono con cara de circunstancias. Y es que su vicepresidente de la ultraderecha hizo una intervención ofensiva, como pocos recuerdan en el Parlamento de esta comunidad, más habituado a un tono sosegado. García-Gallardo, un novato en política y que sólo había trabajado en el despacho familiar, le llegó a espetar a la procuradora socialista Noelia Frutos que le iba a contestar “como si fuera una persona como todas las demás”.
Esto ha provocado una ola de indignación dentro de las bancadas socialistas, pero también fuentes populares critican las palabras de su propio vicepresidente. Pero no sólo eso, en esa sesión plenaria García-Gallardo ha verbalizado que la ley del aborto vigente permite “triturar a los niños” a los que se les detectan malformaciones a edades tempranas. Todo ello tras una pregunta de la diputada socialista a raíz de unas declaraciones del propio vicepresidente de ultraderecha que manifestó que las mujeres no necesitan que se les trate “como discapacitadas” aplicando cuotas en el ámbito laboral.
A pesar de los abrazos y mimos declarativos durante la investidura, las discrepancias entre Fernández Mañueco y García-Gallardo crecen por días, según confirman fuentes populares conocedoras de la situación. El PP y Vox han conformado en Castilla y León su primer Gobierno de coalición autonómico y se ha convertido en un laboratorio para el resto de España. Y su inicio ya está siendo más que complicado.
Un Ejecutivo bendecido por el propio Feijóo pero con el que está incómodo el mismo líder, según se demostró con el hecho de ni siquiera ir a la toma de posesión de Fernández Mañueco. El gallego tiene en la ultraderecha su principal piedra, ya que depende de los números de ella pero preferiría no tener que pactar con Abascal. Este problema no existía en Galicia, donde no está en el Parlamento, pero ahora a nivel nacional se ha encontrado con que es su potencial socio y es el mismísimo tercer partido nacional. De hecho, este tipo de polémicas van en contra del estilo de Feijóo, que le gusta apartar temas ideológicos para centrarse principalmente en la economía. Esto supone “enredos” que no le hacen gracia al líder del PP, según fuentes de su entorno.
Como confiesan varios dirigentes del PP, el Gobierno de Castilla y León ya se les está atragantando en muchos sectores del partido. Y no sólo eso, como reconoce un parlamentario: “No se negoció bien”. La sensación que comparten muchos populares es que se les dio demasiado y encima se dejó a un vicepresidente inexperto sin apenas competencias. Esto parecía bueno porque no tendría que gestionar muchas cosas, pero ahora comprueban que su actitud será la de aprovechar eso para concentrarse precisamente en el foco mediático y dedicarse a hacer declaración tras declaración.
Castilla y León supuso en el fondo un gran fiasco para el Partido Popular. Las elecciones se adelantaron, en connivencia entonces con la dirección del PP, para deshacerse de Cs y acercarse a una mayoría absoluta, intentando acrecentar la sensación de cambio de ciclo en España. Pero Mañueco se quedó lejos del resultado previsto y ha tenido que incluir a Vox en el Ejecutivo, además de haber supuesto el inicio de la guerra cainita que acabó con el anterior equipo de Génova.
Pues ahora ese espejo asusta, y mucho, a parte del PP de cara a las elecciones andaluzas que se celebrarán el próximo 19 de junio. El sur no es una autonomía cualquiera, es la más poblada de España y tiene un alto grado de componente emocional en el resto del país. Moreno Bonilla ha adelantado los comicios pensando en hacerse un Ayuso -rozar la mayoría absoluta y no depender de nadie- pero cada días las encuestas dibujan otro panorama: Vox podría doblar sus escaños y sería indispensable para el PP para retener el Palacio de San Telmo.
Pero no desde fuera, sino que los de Santiago Abascal quieren estar dentro, como en Castilla y León. Y la ultraderecha va a por todas. Por todas. Por eso ha mandado a Andalucía a Macarena Olona, una de sus dirigentes más conocidas y que tiene ganas de despacho. Es decir, Vox exigirá sí o sí estar dentro del Gobierno andaluz, algo que no cuadra con los planes de Moreno Bonilla, enmarcado dentro del sector moderado de los populares.
Como reconocen fuentes del PP andaluz, no gusta nada ese escenario de un Gobierno con Olona como vicepresidenta, una política que no se deja controlar y que tiene su propia agenda. No sería un Juan Marín (Cs) al uso. Por eso la directriz dada por el PP andaluz es repetir en todos los actos que se busca un Gobierno “en solitario”.
Moreno Bonilla intenta por todos los medios esa mayoría amplia y está lanzando esta idea: “Los andaluces tienen que meditar y tienen que reflexionar muy bien qué quieren. Tienen varias opciones. Dar una mayoría suficiente a un Gobierno de centro liberal como representa el PP en Andalucía, un Frankenstein siguiendo el modelo Sánchez, o propiciar que los populares tengamos que llegar a acuerdos que no deseamos porque no tenemos apoyos suficientes”. Y con la vista puesta en la posibilidad, como ha reconocido en una entrevista en El Confidencial, de hasta repetir elecciones si se ve obligado a pactar con Vox y las condiciones son inasumibles.
Por eso está haciendo este llamamiento a un voto útil, con la intención de que también votantes del centro socialistas se acerquen al Partido Popular: “Si conseguimos movilizar esa mayoría razonable, serena, constructiva y moderada que hay en Andalucía, lo lograremos. Si la Andalucía real sale a la calle, puedo obtener una mayoría suficiente para gobernar en solitario”.
Una de las opciones que también baraja en privado el PP es que la presión se fuera a la izquierda y especialmente al PSOE para que se abstuviera con la excusa de frenar a Vox. Esta opción no la ha descartado, por ejemplo, la coalición de izquierdas Por Andalucía. La candidata, Inmaculada Nieto, respondía así en una entrevista en El HuffPost sobre esto: “Es una decisión que hay que reflexionar con mucha serenidad”. El PSOE mantiene la doctrina que en su día dijo Pedro Sánchez sobre Castilla y León: está dispuesto a pensarlo siempre y cuando se rompan todos los pactos del PP y Vox en toda España.
Otra de las preocupaciones que corroe al PP andaluz en estos momentos, según confiesan varios de sus miembros, es que el empadronamiento de Macarena Olona tenga un efecto boomerang y, al final, la extrema derecha le pueda sacar rédito electoral presentándose como víctima de un complot del resto de partidos para intentar echar a su candidata de la carrera electoral. Por eso, Moreno Bonilla en los últimos días ha repetido el mensaje de que a él le gustaría que ella concurriera. La decisión de la Junta Electoral de permitir a la alicantina presentarse ha dado alas al partido ultra para posicionarse como el objetivo a batir por el resto.
Las discrepancias con Vox en estos momentos han llegado también a un punto que no se esperaba: la propia Isabel Díaz Ayuso, la máxima defensora de la alianza con la ultraderecha, se ha enzarzado públicamente ante los medios con el vicepresidente de Castilla y León. Todo a raíz de que el segundo hablara de que quería acabar con la “ruina” y la “estafa de las autonomías”, cobrando él un sueldo de 85.000 euros por ser el segundo de un Ejecutivo regional. Ella no se cortaba y respondía: “No tener ningún tipo de responsabilidad nos lleva a esto, a lo mejor al tener tanto tiempo no aprecias ni siquiera gobernar una autonomía”. Para apuntar más: “El único vicepresidente sin cartera”. La fiesta no paraba en Twitter, donde le respondía el ultraderechista: “A la que parece que le sobra el tiempo para hablar de lo que no es su competencia es a ella”.
Al PP se le ha atragantado ya el Gobierno de Castilla y León… y mira ya con mucha preocupación Andalucía.